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Quinta jornada del IBAFF, 'teoría del paisaje' y convencionalismo

3/4

Antonio Florenciano

La primera proyección llegó de la mano del realizador Eric Baudelaire y su obra 'Aka Jihadi (Also Known as Jihadi)', otra película más que el programador Enric Albero ha tenido la cortesía de traer desde el prestigioso Festival Internacional de Cine de Marsella.

Para entender la película de Baudelaire es necesario entender la figura de Masao Adachi, director de cine japonés de controvertida trayectoria con obras con títulos tales como ‘Closed Vagian’, ‘Abortion’ o ’Birth Control Revolution’, y considerado un director extremo y con una obra de culto, clave, que tiene obsesionado a Baudelaire hasta el extremo de encontrarnos con una especie de remake de aquella con esta ‘AKA Jihadi’. Adachi se unió al Ejército rojo japonés un grupo extremista de izquierda ubicado en el Líbano, donde vivió autoexiliado durante más de 20 años hasta que tras ser detenido en 1997 fue deportado a Japón.

Esta película de Adachi, ‘Serial Killer’, cuenta la historia del asesino Noro Nagayama, de 19 años, y las cuatro víctimas a las que asesinó. Lo peculiar de esta película es que ilustra la denominada “teoría del paisaje”, desarrollada por Adachi, la cual postulaba que los sistemas de poder podían revelarse mejor filmando no a las personas sino a los lugares. De este modo la película se convertía en una sucesión de imágenes de lugares por los que es de suponer que transitaba tanto el asesino como sus víctimas.

Baudelaire se apropia de esta 'teoría del paisaje' para narrar a lo largo de 99 minutos el recorrido de Abdel Aziz Mekki, un joven de las afueras de París que viaja a Egipto en 2012 sin decírselo a su familia. Mekki consigue llegar hasta Siria para posteriormente unirse al Frente de Al-Nusra, origen del ISIS, y ayuda a varios amigos de su ciudad natal a cruzar la frontera siria.

Al igual que en la película de Adachi, parece que Baudelaire pretende humanizar la figura de quien sería mostrado como un terrorista más en cualquier telediario. No es el retrato de un hombre, pues este permanece en todo momento fuera de la cámara, de hecho, no hay actores, y sin embargo la cámara de Baudelaire sigue por completo el recorrido, desde el marginal barrio francés donde creció de niño hasta la Siria que le vio empuñar armas, y donde podemos llegar a oír los disparos de fondo, pasando durante el largo trayecto incluso por España, en concreto Alicante y Almería, siguiendo el mismo camino que tomó Mekki.

La narración y la forma del thriller es conseguida mediante la reproducción de documentos oficiales, informes, transcripciones de pinchazos telefónicos, confesiones y todo tipo de documentos oficiales que nos narran el viaje y su posterior regreso y captura consiguiendo crear una tensión y una emoción en un viaje al terror.

'3/4'

Posteriormente llegó el turno a la ganadora del Leonardo de oro en el Festival de Locarno y nominada en la sección Zabaltegi del Festival de San Sebastián. La película del joven director búlgaro Ilian Metev se aleja de su pasado documental con obras como ‘Sofia’s Last Ambulance’ (2012) con la que consiguió ganar el premio de la semana de la crítica en Cannes.

En este su primer largo dramático sigue las vicisitudes de una familia formada por un padre y sus dos hijos -Mila, una adolescente que practica el piano, y Niki, un niño de actitud traviesa que continuamente reta a todos-, de ahí que el juego del título “3/4”, tres cuartos o tres de cuatro, pueda entenderse como un compás musical o por la ausencia de un miembro de la familia, la madre.

Mila, joven e introvertida, trabaja incansablemente con su profesora de piano para una audición que podría ser su válvula de escape de un hogar que la ahoga. Mientras tanto, su hermano pequeño Niki hará todo lo posible para llamar su atención y distraerla de sus obligaciones. Por otro lado, el padre, sobrepasado por la carga y responsabilidad de llevar una familia en solitario, tratará de conciliar el que parece será el último verano de toda la familia juntos.

Metev no reniega de su pasado documentalista. Mantiene la forma en muchos aspectos, filmando en largos planos secuencia, respetando los nombres originales de los actores del reparto y también con la delicadeza que trata a sus actores y a sus representaciones. No se trata de una familia disfuncional, no hay efectismos, hay una captura de pequeñas anécdotas, un minimalismo que de sensación de auténtica normalidad.

Tras su proyección en la Sala A de la Filmoteca Regional el público debatió opiniones muy encontradas con respecto lo que se podía esperar de una película como la de Metev. Y es que, siendo la película más convencional de las proyectadas hasta este día en el IBAFF, al ser un tipo de cine de autor que navega entre corrientes, que no alcanza a ser experimental pero que tampoco tiene los elementos del cine convencional, impide que pueda ser etiquetado como un relato clásico en base al normativismo tradicional. Es cierto que las acciones tienen una causa-efecto en el tiempo y el espacio, pero carece de las explosiones dramáticas a las que nos acostumbra el cine más comercial y la sensación de aparentar que no sucede cosa alguna a lo largo del metraje puede alimentar el criterio de algún espectador sobre la película.

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