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Isabel Lavella: “Siempre estamos en ese no saber quiénes somos”

Isabel Lavella

José Antonio Fuentes

Murcia —

El siglo XXI arrancó con una canción proverbial de Johnny Cash: I See A Darkness. Diez años después el filósofo italiano Giorgio Agamben describió la contemporaneidad como el proceso de descubrir la oscuridad en la tiniebla del presente. Con Isabel Lavella, 51 años, profesora, madre y artista nos adentramos en la isla misteriosa de la creación escénica contemporánea. Un paseo por la vida y la creación de una de las creadoras y pedagogas más destacadas de la escena teatral en Murcia.

¿Cuándo descubres la danza contemporánea?

Llegué a la danza contemporánea muy joven. Estudié danza clásica en el Conservatorio y, en un momento determinado, me fui a Barcelona. Allí de forma casual encontré un papel en el suelo con la información de unos talleres que se iban a desarrollar en Tarragona, era el año 1984. Con Gerard Collins, que fue el primer bailarín de la ópera en Marsella, descubrí la danza contemporánea.

Para mí fue un pelotazo. Pasé de las zapatillas y las castañuelas a un sistema de trabajo totalmente natural, a trabajar con el pie descalzo y todo lo que conlleva el despertar a la danza contemporánea. Enraizarse, conectar con un cuerpo sin ataduras, con un cuerpo más vivido. Lo que me cautivó fue lo vivencial.

A parte de Gerard Collins, ¿qué experiencias o referentes te han hecho sentir en todos estos años parte de algo?

Es una pregunta que tiene profundidad porque en cada época he disfrutado distintos referentes. He tenido muchos maestros a lo largo de la vida. Todas las personas con las que he trabajado han sido mis maestros. Mis referentes son las personas con las que he aprendido algo en diferentes momentos y le tengo un gran respeto a todas ellas.

¿Y qué has aprendido? ¿Qué es lo irrenunciable en tu trabajo creativo o forma de entender el arte?

Una de las cosas más importantes del encuentro con el otro son las personas que te hacen de espejo. Te despiertan el interés suficiente para seguir explorando. Esa enseñanza te permite conectar con lo verdadero que hay en ti y compartirlo a través de una elaboración artística. A través de tu lenguaje, en mi caso, la danza-teatro. Porque para mí la danza es teatro, no la puedo separar. Es una manera de entender el oficio.

Una de las claves también de mi pedagogía es el encuentro con uno mismo, con la persona que eres. Saber quién eres, explorar tu interior y a partir de ahí generar arte, generar un oficio, una herramienta o una línea de trabajo que te ayude a construir un vocabulario y un lenguaje propio. Durante toda mi vida he trabajado las técnicas Release, Alexander, las técnicas orientales del Aikido, del taichí, la meditación o el Butoh. Las herramientas me han servido de vehículo pero, en el fondo, lo que quiero descubrir es el ser. Porque siempre estamos en ese no saber quiénes somos. El arte es un trayecto de descubrimiento, de exploración.

El teatro, en los últimos tiempos, se ha vuelto hacia lo físico, lo orgánico. Se habla de partituras, de tejidos, de atmósferas o paisajes, elementos muy cercanos al mundo de la danza. ¿Se está recorriendo el camino inverso en disciplinas como la danza contemporánea o la danza-teatro?

Te lo voy a responder siguiendo a Eugenio Barba: no hay frontera. No hay frontera entre la danza y el teatro porque todo es lo mismo. El cuerpo en escena es un cuerpo representativo, un cuerpo interpretativo, es un cuerpo vivo que está contando. El cuerpo sostiene el texto y a la inversa lo mismo. Aunque no esté la palabra permanece la voz física, la articulación de lo que quieres contar con el cuerpo. Puedes contar algo de una manera sonora o de una forma interna, muda. Pero siempre hay una voz que habla.

El teatro se da en el momento que alguien aparece en escena en un lugar y tiempo concreto. Y en ese momento no existe ninguna frontera. Descubre qué quieres contar porque en el momento que quieres contarte algo ya existe un público. Cuando trabajo sola siempre estoy con ese otro que me habita. Porque el otro empieza en ti y gracias a eso hay algo que contarse o, al menos, entender tu propia historia. Es complejo, pero me gustaría definirlo así; la frontera está en uno y donde se quiera poner el sentido del teatro. Las fronteras la hemos colocado nosotros.

En este contarnos historias que está en el origen del hecho teatral, ¿ha estado la danza tan sujeta al relato, a la fábula, como el teatro?

No, la danza es muy abstracta. Con el posmodernismo la danza contemporánea se vuelve más conceptual, menos narrativa. No se cuenta de una forma lineal o convencional. Hay muchas compañías que trabajan así, que son totalmente conceptuales. A partir de los años 50 del pasado siglo, con la irrupción de Merce Cunningham, se produce un punto de inflexión en el mundo de la danza. Se elimina el discurso dramático en el juego coreográfico, no hay intención de contar una historia. Se juega con el azar, con la arbitrariedad, en la construcción de una estructura escénica. Cunningham intentaba que la psique no interviniera en la creación coreográfica.

Por otro lado, hay líneas de trabajo muy narrativas o convencionales. Por ejemplo, el director y coreógrafo, Ramón Oller, hace una `Carmen´ con un tratamiento contemporáneo. Incluso Pina Bausch trabajó con alguna obra dramática clásica como `Orfeo´. Hoy en día puede pasar cualquier cosa. No todo el mundo se suma a una línea de trabajo. Hay mucha variedad.

¿Cómo imaginas la danza del futuro? ¿El cuerpo se cuestionará como elemento vertebrador de la creación escénica al igual que ha pasado con el texto dramático?

El otoño pasado actúo la prestigiosa compañía Peeping Tom en el teatro Romea. En este espectáculo se fusionan muchas disciplinas, escultura, arquitectura escenográfica, música en directo, danza, performance y teatro. Todo está fusionado en el espectáculo `Madre´ de la compañía belga.

Si observamos bien lo que se está gestando en nuestro tiempo podemos intuir lo que vendrá. Nuestro presente es el futuro de lo que pasó hace 20 años. Pero no puedo vislumbrar lo que sucederá. Las personas que vivimos en la danza o el teatro debemos comprender que habitamos un mismo lugar. Y no nos podemos engañar, el teatro es todo. Incluso un músico en escena es teatro porque hay una persona latiendo con su historia y contando algo. Como te decía, no sé que va a pasar. Pero sí sé que tendrá que ver con lo que está pasando hoy y con la capacidad de liberarnos de nuestras propias convenciones. Eso va a ser el futuro. Dejarnos abiertos.

Desde el año 2002 eres profesora en el Conservatorio de Danza de Murcia, ¿se tira mucho de repertorio en las Escuelas de Arte Dramático y Conservatorios?

La programación académica exige adquirir unas determinadas habilidades técnicas. Los repertorios están bien para afinar el aspecto técnico y artístico de lo que quieres aprender. Un conservatorio no es lo mismo que una escuela de arte dramático. Estamos hablando de un grado profesional y un grado universitario. La carrera de arte dramático tiene más vías y otro grado de madurez en el alumnado a la hora de abordar el sistema artístico. En el conservatorio se cultiva la disciplina y el aprendizaje de herramientas para la práctica de la danza pero el oficio no se aprende en el conservatorio. Hay niñas que empiezan con 7 años y terminan con 19, el grado de madurez no está todavía preparado para facilitar un aspecto completo del sentido artístico. Me gustaría que existiera una escuela puente donde a partir de los 18 años se aunara el uso de la técnica con el desarrollo artístico. Enseñar a componer y sensibilizar con el oficio.

También desarrollas una labor formativa, al margen de la reglada, en la sala Tuta. Un espacio abierto a todo el mundo con mayor o menor experiencia artística pero con ganas de explorar y descubrir su propia danza. ¿Estamos perdidos si no bailamos, como decía Pina Bausch?

La sala Tuta es un lugar de encuentro. Aquel que quiere y tiene la necesidad o la curiosidad de reconocimiento propio y quiere desarrollar el aspecto más artístico mi sala está preparada. La sala Tuta es un lugar de elaboración e investigación. Para todo el quiera dar forma a su expresión como si fuera un ebanista.

En `Youkali´ eres autora, directora, intérprete y te haces cargo del vestuario, ¿cuál es el coste y el beneficio de trabajar un proyecto escénico en solitario?

Te puedo hablar de muchos costes, del coste económico, el coste espiritual, el físico o sentimental… Soy autora de todo porque `Youkali´ tiene una capa muy autobiográfica aunque con un corte surrealista. Nunca parto de una historia literaria lineal fácil de identificar. Pienso que cada espectador tiene que encontrar la suya. Mi intención no es que entiendan lo que me pasa a mí. Sino dar algo con lo que cada uno genere su propia historia. Todo lo asumo yo, desde el vestuario, la sala, el guión o la música que he buscado. He tenido ayuda de compañeros del gremio en base a lo cual he corregido algunos aspectos en los ensayos. Pero no he tenido una directora externa.

¿Y el beneficio? ¿O no lo hay?

No te puedo decir qué es lo que me motiva, no lo sé. Hay algo que me genera curiosidad, una intención, una intuición. Tengo un espacio imaginario muy fuerte, que me cautiva. No soy dueña de mí. Sólo sé que si no lo hago, no soy yo. Vivo dos mundos. En el mundo convencional soy madre, profesora, tengo mis relaciones posibles e imposibles y luego tengo un mundo imaginario que me posee. Y ahí no te puedo explicar porqué o para qué o hacia dónde voy ni de donde vengo ni quién soy. Sólo sé que ahí no sé quien soy y sino estoy ahí tampoco sé quien soy. Es complejo. Todavía hoy me lo pregunto. Ya tengo una edad y el cuerpo me pide cuentas. Me cuestiono cuando será el momento de dejar la escena.

¿Qué vamos a ver el próximo sábado en el Párraga?

`Youkali´ es una obra muy biográfica, es un homenaje a mi madre y mi padre. La creé el año pasado y sólo la he hecho una vez. Hubo gente que se quedó en la calle porque el Párraga es pequeño. Pero a la gente le gustó mucho, no me lo esperaba. Es una pieza de danza-teatro para todos los públicos. Comprobé que es una obra que atrae a pequeños y a grandes. No soy actriz de texto pero en `Youkali´ estoy 20 minutos hablando en escena. Aunque no tenía porqué hacerlo, me surgió. Te puede gustar o no y habrá gente que no le guste como hablo porque no soy una actriz educada en lo oral.

`Youkali´ evoca a los sueños de mi infancia, los sueños de mi madre y mi padre. Aquella familia que podía haber sido y de alguna manera fue lo que fue. Es el deseo de alcanzar una meta feliz y creo que eso conecta con el sueño de mucha gente. Algo que todos aspiramos a encontrar, porque a lo largo de una vida la felicidad la encontramos en pequeñas pinceladas. También quería transformar el dolor en algo hermoso. No estar padeciéndolo y sufriéndolo como algo infértil, sino todo lo contrario. Como sembrar una semilla hermosa en medio de la basura. Para mí `Youkali´ es un lugar de esperanza. Yo salgo renovada después de la función, a nivel personal es una manera de asumir y curar muchas cosas.

¿Cómo ves el apoyo a las artes escénicas dentro del panorama cultural en Murcia? ¿El teatro y la danza contemporánea van bien aquí?

Yo creo que sí. Pero hay muy poca producción de danza en Murcia y tenemos poco reconocimiento, la verdad. No nos cuidan. Deberían tenernos más en cuenta. Llevamos muchos años trabajando e investigando y estamos casi a la sombra. Dentro de las artes escénicas la danza tiene menos proyección. No sé si es porque nosotros tampoco hacemos fuerza para reivindicar nuestro lugar. No tenemos facilidad para darnos a conocer o estar en los sitios oportunos o pedir subvenciones. No hago el esfuerzo de relacionarme con políticos u otra gente del gremio. Soy bastante solitaria o individualista en ese sentido. Tampoco tengo tiempo, el tiempo lo empleo en ensayar y no me alcanza a comercializar lo que hago.

En `Pasos callados´ transitas un paisaje del horror de nuestra memoria histórica más reciente que aún hoy está sin resolver. ¿Cómo abordas el trabajo creativo en un tema tan sensible como el dolor de las víctimas, de los miles de muertos sin tumba en fosas comunes repartidas por España?

Tienes que tener mucha sensibilidad. Yo me he sentido víctima. Tienes que sentir cómo es la piel de la víctima y cómo construir para no ensuciar la memoria o sea algo estereotipado. Es un trabajo profundo. Me tiré dos años indagando sobre la guerra civil española y sus consecuencias, me mimeticé mucho. Leí muchas entrevistas de expresidiarias, de gente que aún hoy busca a sus antepasado y poco a poco fue viendo la escena. Vi toda la escena llena de zapatos y una maleta llena de tierra que representa una tumba. De alguna manera quiero sacar de la cuneta a ese ser que está enterrado y con la ayuda del Camarón lo intento. Hago un exorcismo. En `Pasos callados´ me convierto en espíritu. A través de elementos musicales y teatrales levanto escenas del horror que supuso la guerra civil. Para mi es una crítica a lo que ha pasado y que todavía no se ha resuelto. No ha habido justicia a lo que sucedió y eso sigue estando ahí.

En la pasada edición del festival Mucho Más Mayo varias intervenciones de artistas fueron censurados alegando motivos de seguridad vial. Muchos colectivos y los propios artistas negaron la mayor y esgrimieron razones de índole política. ¿Tiene el arte contemporáneo el poder y/o la necesidad de seguir siendo subversivo?

Claro, tiene que serlo, para mí es importante. El arte contemporáneo siempre debe tener una connotación de crítica social. Si no de alguna manera pierde honestidad y tampoco tiene mucho sentido. Bajo mi punto de vista, hay que denunciar lo que no está bien, lo que uno cree que no está bien. El arte debe servir también para esto. No solamente para endulzar o aplaudir obras artísticas. Para el artista tiene que ser un compromiso la denuncia. Utilizar tu arte para solidarizarte con el más débil. Unirte a causas justas. Es nuestra manera de colaborar en la sociedad, no puede ser solamente algo elitista o para colocarlo en un museo. Tiene que ver con el ser humano, con la justicia y con el bienestar de todos.

¿Estás trabajando en algún nuevo proyecto?

En este momento, a nivel escénico, no. Después del sábado estoy en stand by. Va a ser bastante fuerte para mí hacer la pieza. Este verano voy a participar en el rodaje de una película dirigida por Joaquín Lisón, la segunda parte de `Canalejas´.

¿Cómo te gustaría finalizar la entrevista?

Para mí el arte es una manifestación del ser. Esto conlleva la responsabilidad de asumir el mundo en el que vives y si hay algo que denunciar, denunciarlo.

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