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Soleá Morente: “Claro que me atrevería con el reggaeton”

Soleá Morente actúa el sábado 28 de julio en el Festival de La Mar de Músicas

José Miguel Vilar-Bou

Murcia —

Soleá Morente se define “primero como música y después como cantaora y cantante”. Aprendió de su padre, Enrique Morente, a no discriminar entre músicas, a crear sin prejuicios. Prueba de ello son sus dos álbumes en solitario, `Tendrá que haber un camino´ (2015) y el más reciente, `Ole Lorelei´, en el que, junto a Alonso Díaz (de Napoleón Solo), ha creado un tapiz donde pop setentero, flamenco, canción francesa y guiños al trap conviven de forma fresca y natural.

Por el camino, colaboró con Jota (Los Planetas) y Antonio Arias (Lagartija Nick) con Los Evangelistas. Soleá Morente presentará su propuesta en La Mar de Músicas de Cartagena el 28 de julio en el patio del Antiguo CIM (Facultad de Ciencias de la empresa) a partir de las 21.30.

El camino que va de `Tendrá que haber un camino´ a tu último disco, `Ole Lorelei´, ¿constituye la búsqueda de tu propio estilo, tu propio sonido?

De `Tendrá que haber un camino´ a `Ole Lorelei´ pasaron cuatro años. En ese tiempo he seguido estudiando, investigando. Es verdad que conceptualmente son muy diferentes, pero todo el bagaje del primero está presente en el segundo.

`Ole Lorelei´ es un disco largamente gestado.

Estuve como dos años para hacerlo. Pero cuando empiezo a trabajar no estoy pensando en hacer un disco, sino que me guío por lo que me va pasando, lo que va necesitando mi alma. Los discos van surgiendo de una manera muy natural, no premeditada.

No se pueden programar.

No sé hacer las cosas de manera calculada. Todo empezó porque Alonso Díaz (de Napoleón Solo, productor del disco) me enseñó la maqueta de `Ya no sólo te veo a ti´, el primer single que sacamos, y me gustó mucho. Me sentí muy atraída por ese sonido setentero que recordaba a Las Grecas.  Me flipaba y nunca había experimentado con él, así que empezamos a tirar por ahí.

Habéis hecho un disco sin miedo a nada. A mucha gente le ha chocado el uso del auto-tune en la soleá `La misa que voy yo´`La misa que voy yo´.

Miedo no hay que tenerle a nada. Respeto sí, pero miedo no. El respeto es muchísimo más útil y rentable. Y bueno, lo del auto-tune es un efecto lo mismo que puede ser una rever, lo que pasa es que, como está muy ligado al trap, llama la atención juntarlo con una soleá de Bernarda de Utrera. Yo no lo veía tanta locura, ni contradictorio. Me gusta unir polos totalmente opuestos y ver qué pasa. De momento estoy sobreviviendo (ríe).

¿Te atreverías con el reggaeton?

¿Por qué no? Claro que sí. No hay música mala ni buena. Para gustos, colores. A mí me encanta el ritmo del reggaeton. No te digo que vaya a ponerme a hacer un disco de reggaeton, pero cuando algo me llama o me divierte no le cierro las puertas.

¿Es difícil para el músico que busca caminos distintos encontrar espacio en una industria donde ciertos tipos de música lo acaparan todo?

Yo creo que hay espacio para todo el mundo. El arte es para todos, igual que el sol, el agua, el aire. Y al que le apetezca crear, que lo haga sin miedo. Pero es cierto que estamos en un momento complicado para la música y para la cultura en general, porque se tiende a dar más sitio a la ‘no cultura’ que a la cultura que es buena para la sociedad.

El sistema tiende a favorecer la música que no aporta nada, por lo menos a mí, y además el músico vive hoy en unas condiciones precarias, algo que está pasando en muchos oficios. Lo que hay que hacer es seguir, siempre seguir. Y en cuanto a etiquetas sobre tipos de música… no me interesan. La música debe ser libertad.

Alguna vez has dicho que no te consideras cantaora, pero sí flamenca.

Lo primero que me considero es músico. Y lo segundo, cada vez me está gustando más ser cantaora. Y cantante también.

Tu padre, Enrique Morente, escuchaba y experimentaba con todo tipo de música. ¿Esa manera de hacer las cosas te ha influido?

Claro. El tener un padre tan artista y con la mente tan abierta y dispuesta a recibir todo tipo de información, el verle trabajar, cómo lo hacía… claro que me ha influido. Como persona y como artista.

Él empezó a colaborar contigo en el que iba a ser tu primer álbum en solitario, `Tendrá que haber un camino´, pero su muerte interrumpió el proyecto. Retomarlo años después, ¿fue difícil?

Fue muy positivo. Se convirtió en mi primer disco después de los de Los Evangelistas y prácticamente me salvó la vida porque cuando murió mi padre yo no sabía para dónde tirar. Es algo que te deja totalmente noqueada y más a la edad en que me pilló, con 26 años. Entonces me puse a trabajar en esas canciones con compañeros tan talentosos y que han sido tan generosos conmigo como Antonio Arias (Lagartija Nick), Jota (Los Planetas), la Bien Querida, David Rodríguez, mi hermana Estrella, Pájaro Jack… Un equipo que prácticamente me salvó la vida. Trabajar con ellos es una de las experiencias más importantes de mi vida. He aprendido y aprendo muchísimo viéndolos trabajar. Son pilares de mi carrera.

Pregunta inevitable: ¿qué hay en Granada que genera esa riquísima escena musical?

Mi padre decía que la energía de la Alhambra nos tiene `chalaos´ a todos, locos. Granada es una ciudad muy inspiradora. Es difícil estar allí y que no te ocurran cosas mágicas. Hay muchísimos, no sólo músicos, sino también poetas, pintores, escultores… Una escena cultural superpotente.

Llevas siempre la pulsera de pinchos que te regaló tu padre.

El otro día me la llevó mi madre a arreglar porque la tengo superdesgastada. No me la quito. Se ha convertido en un amuleto. Se la ponía mi padre para hacer los `Omegas´ y siempre va conmigo. El día que se me olvida ponérmela me encuentro como perdida.

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