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El físico, el corazón y la cabeza

Pedro Serrano Solana

Si me pusiera a glosar las maravillas del baloncesto, no acabaría nunca. Una de sus principales virtudes, en mi opinión, es que se trata de un deporte muy completo y muy rico en toda su complejidad. Más allá de su variedad técnica y táctica, de la importancia del reglamento y de la forma en la que se aplica y se juzga -el arbitraje-, de su condición de deporte de equipo -con todo lo que ello conlleva-, y de la trascendencia que tienen en el baloncesto tanto lo tangible como lo intangible, aquí me quiero referir a tres elementos que son el principio y el fin del juego: el corazón, la cabeza y el físico.

Cada equipo es, en principio, una suma de individualidades, y en cada individuo hay una combinación de esos tres elementos en diferente medida. Después, por medio de procesos de trabajo y aprendizaje técnico-táctico, de las dinámicas de grupo y de la relación entre las personas que conforman el grupo, se obtiene la combinación de corazón, cabeza y físico que nos ofrece el equipo en su conjunto. Lo ideal sería que la suma fuera equilibrada y que cada jugador aportara lo mejor que tiene, para que en cada momento el equipo fuera capaz de poner corazón en el juego y superar situaciones adversas, y no dejar de luchar, y para que tuviera la cabeza bien amueblada con el fin de tomar las mejores decisiones cuando llegan los minutos decisivos del partido, y para tener la fuerza y la capacidad física necesarias para llevarlas a la práctica.

El UCAM Murcia no fue capaz de mantener un equilibrio entre esos tres elementos durante el partido que le enfrentó al Pinar Karsiyaka turco en el Palacio de los Deportes, y lo pagó con la derrota. Empezó jugando sin corazón, de manera plana, abúlica, y sólo el buen hacer en el rebote ofensivo de Tumba y Soko, y el oficio de Rojas -que incluso se puso a postear en ataque-, lograron mantener un pulso mínimo para seguir viviendo (15-16). Este primer cuarto dejó otras cosas a destacar: por ejemplo, que Faverani pudo disfrutar de muchos minutos, que Murcia enseñó una zona y que Lukovic sufre mucho en la defensa del uno contra uno frente a jugadores como Jones.

La abulia murciana prosiguió de manera alarmante en el segundo cuarto, así que, entre el juego interior turco, con Jones al frente, ayudado por Türen, y la movilidad y agresividad del exterior Kennedy, el Pinar Karsiyaka logró su primera ventaja importantes con el 15-23. Ibón Navarro pidió a los suyos más movilidad y más paciencia en el ataque, cosa que el equipo ofreció sólo a medias y con extrañas situaciones: de nuevo, vimos a un alero como Rojas jugando al poste, y a un ala-pívot como Lukovic lanzando desde fuera. Benite y Hannah se pusieron a anotar y lograron la supervivencia de Murcia al descanso: 32-39.

Todo empeoró tras el descanso frente a otra abulia, la del Palacio de Deportes de Murcia, que asistía incrédulo a otro mal partido de su equipo. Jones seguía a lo suyo y colocó el +11 en el marcador, 32-43. No había cabeza, el físico estaba parado y al corazón ni se le esperaba, y, de hecho, se habría parado del todo de no ser por Sadiel Rojas y Kevin Tumba. En el momento crítico, el alero dominicano y el pívot belga hicieron que pasase “algo”, que es justo lo que el CB Murcia necesitaba.

Había que meter electroshock al partido y Sadiel Rojas lo logró como sólo él sabe hacerlo: entrando en el barro, elevando la tensión y los roces con los jugadores del equipo turco -en especial con Kennedy y Türen-, forzando a los árbitros a intervenir y calentando a la grada. Así, junto a la brega y el mate rabioso de Tumba, fue como se abrió la puerta a los triples de Hannah, Lukovic y Kloof para firmar un parcial de 19-7 en cinco minutos y darle la vuelta al marcador: 51-50 a 3’ del final del periodo.

El corazón que pusieron Rojas y Tumba siguió bombeando para los suyos, la tensión siguió creciendo -sobre todo en el banquillo del Pinar Karsiyaka, que ofreció un espectáculo lamentable-, y los inspirados Hannah y Kloof cargaron con el peso anotador del CB Murcia, de tal modo que el parcial mencionado anteriormente podría ampliarse hasta un 37-18: del 32-43 en los primeros minutos del tercer cuarto, al 69-61 que mostraba el marcador a 6 minutos del final del partido.

Sin embargo, ahí donde el corazón había dado la vuelta al choque, y ahí donde el acierto ofensivo había dado aire a Murcia, la cabeza no funcionó para nada en defensa, cometiendo faltas totalmente incomprensibles, absurdas y gratuitas, y por último, el físico colapsó: Faverani hubo de retirarse mostrando gestos de dolor, y el entrenador vasco metió en juego a Olaizola. Además, la necesidad de dar descanso a uno de los bases tras su gran desgaste hizo coincidir a Alberto Martín en la pista; una cosa llevó a la otra y entre Jones, Türen y Kennedy endosaron un 0-9 de parcial para retomar el mando: 69-71.

Aunque nadie lo sabía aún, el partido estaba ya visto para sentencia. El CB Murcia todavía pareció capaz de ganarlo con nuevos aciertos de Hannah, Kloof y Benite, y hasta entró en el último minuto con tres puntos de ventaja, 80-77, pero al bajón físico le acompañó la ausencia total de inteligencia en ataque. El resultado fueron unos últimos ataques de juzgado de guardia, una prórroga y un naufragio absoluto. Con un 11-16 en el tiempo extra, una demostración de calidad ofensiva de Türen, Jones, Kennedy y Wood, y un penoso comportamiento del equipo turco, el Pinar Karsiyaka se llevó la victoria.

Mientras crece el runrún sobre los desequilibrios en la configuración de la plantilla, la mala racha de Soko, las limitaciones de Lukovic, el daño que está haciendo la lesión de Antelo y las dudas sobre el estado físico de Faverani, el UCAM Murcia se dispone a afrontar un partido muy importante en la ACB frente a Burgos, un equipo que viene de cuajar buenas actuaciones ante Real Madrid y Valencia, que ha incorporado a un nuevo jugador, John Jenkins, y que ya siente cercana su primera victoria en la liga. Todos esperamos que esa primera victoria no se produzca el próximo sábado ante el equipo rojiblanco, que necesita urgentemente ganar y recuperar mejores sensaciones; equilibrar su físico, su cabeza y su corazón.

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