'Disidencias de género' es un blog coordinado por Lucía Barbudo y Elisa Reche en el que se reivindica la diversidad de puntos de vista feministas y del colectivo LGTBQI.
Legalizar el aborto en Argentina, la revolución continúa
Buenos Aires —
- La cámara está dividida, y la decisión final la tomarán algunos diputados indecisos sometidos a fuertes presiones por la Iglesia Católica
- En el plano de la opinión pública, las diferentes encuestas señalan que la mayoría de las argentinas y argentinos están a favor de la despenalización (alrededor del 60%)
Cuando una mujer decide abortar en Argentina busca una farmacia clandestina. Compra unas pastillas contra las úlceras gástricas –Misoprostol- y se las introduce en la vagina hasta que estas provocan la expulsión del feto mediante dolorosas contracciones y hemorragias.
Otras se tiran por las escaleras.
Otras, las que pueden, pagan mucho dinero para que un médico las atienda en secreto.
Las opciones para las mujeres que nacen en un país que no reconoce el derecho al aborto y deciden interrumpir su embarazo son varias, pero casi todas (excepto salir del país en cuestión) pasan por lo mismo: inseguridad y riesgo para su salud y su vida.
Concretamente en Argentina, el aborto está tipificado como un delito en el Código Penal desde 1921, salvo en caso de riesgo para la vida de la madre o violación (este último desde 2012).
Fuera de este marco legal se practican entre 460.000 y 600.000 abortos anuales, que en 2016 se saldaron con la muerte de 43 mujeres y que colocan el aborto como causa principal de mortalidad maternal en Argentina.
Dentro del marco legal, las causas abiertas por la justicia argentina por el “delito” de aborto son casi anecdóticas: entre 2011 y 2016 se iniciaron 167 causas y tan solo se dictaron dos sentencias.
En el plano de la opinión pública, las diferentes encuestas señalan que la mayoría de las argentinas y argentinos están a favor de la despenalización (alrededor del 60%).
Así, la situación actual del aborto en Argentina es un mortal sinsentido: no lo persigue la justicia (salvo casos escandalosos), pero tampoco lo atiende la sanidad pública. Una pasividad que convierte al Estado en cómplice de cientos de feminicidos.
Por qué España debe mirar hacia Argentina
Hablamos de Argentina porque el miércoles 13 de junio el Congreso de la Nación vota, tras dos meses de debate, el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo; el primer paso para cambiar esta situación; una oportunidad única para convertirse en el país latinoamericano con mayor población en proteger el derecho de la mujer a decidir sobre su cuerpo; a un aborto legal, seguro y gratuito.
Por lo que se sabe, la cámara está dividida, y la decisión final la tomarán algunos diputados indecisos sometidos a fuertes presiones por la Iglesia Católica y poderosos grupos conservadores que sí pueden permitirse un viaje a Estados Unidos para practicarse un aborto seguro en caso de que lo necesiten.
La movilización social de ese día es, además de simbólica, decisiva. Incluida la internacional. Salir a la calle a apoyar los derechos de la mujer en Argentina, compartir un tuit o iniciar una conversación es pura sororidad.
La victoria de Irlanda, el país Europeo con más presencia de la Iglesia Católica, ha sido un aliento de esperanza para la lucha de las argentinas. A su vez, este país puede ser la cabeza de una revolución que debe liberar a los millones de mujeres que viven en países como El Salvador, Nicaragua o República Dominicana, donde el aborto todavía está prohibido y perseguido bajo cualquier circunstancia.
La conquista del derecho a decidir sobre nuestro cuerpo es de todas, independientemente del país donde hayamos nacido. Es una lucha que pasa por apoyarnos unas a otras y sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo.
Además de la cuestión de la sororidad internacional, en España podríamos aprovechar que el debate sobre el aborto vuelve a la arena mediática para retomarlo dónde lo dejamos.
No es mal momento para revisar el estado actual de la Ley del Aborto en España, estancado en la reforma del Partido Popular en 2015 que impide a las menores de 18 años interrumpir su embarazo sin el consentimiento de sus tutores. Sobre todo ahora, que presumimos del Gobierno con más ministras del mundo.
