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“Ser outsider se ha convertido en una etiqueta que sirve también para hacer negocio”

Listas futuristas

Alejandro Zambudio

Vanguardia y progreso son conceptos que acompañan al arte y a las personalidades de Susana López y Ana Gómez, cabezas visibles de uno de los dúos más difíciles de clasificar de la Región de Murcia como Listas Futuristas. Detractoras militantes de la cultura contemporánea y partisanas de la experimentación sonora, Disorder in Progress, su primer álbum, es su manifiesto musical: un credo artístico, en el que el caos, la belleza de lo grotesco y la deformación de los cánones clásicos de creación artística, se contraponen a la racionalidad renacentista y al subjetivismo romántico. Dadaístas por convicción y portadoras del antiarte como subversión cultural, con la edición de su ópera prima, las murcianas han resucitado en nuestra ciudad una filosofía de autogestión alejada de los circuitos musicales explorados hasta la saciedad, para centrarse en sus respectivos papeles de científicas del sonido.

Las bandas de krautrock alemán o músicos como Brian Eno, David Bowie, Iggy Pop o Edgar Froese, entre los sesenta y setenta, vieron en la Alemania y, en especial, en el rock y en la tecnología, una forma de reaccionar contra los imperativos morales y educativos impuestos por la férrea educación occidental. Del mismo modo que Trent Reznor, de Nine Inch Nails y Al Jourgensen, con Ministry, en los ochenta, Listas Futuristas han hecho de la tecnología una forma distinta de ejercitar su ingenio y sustraerse así de un Occidente cada vez más anodino. Las tenemos en ‘eldiariomurcia’ para hablar de su primer álbum y, sobre todo, de esa filosofía del DIY, que en época de crisis de la industria musical, es más necesaria que nunca.

¿Cómo empezó Listas Futuristas?

Susana: En realidad nos decidimos a hacer algo cuando asistimos a un taller con Francisco López sobre paisajes sonoros, El Mundo como Materia Sonora. Eso fue en el año 2009, justo antes de empezar la Fonoteca SONM. Ahí descubrimos que no hacía falta pasar por el conservatorio para hacer música.

¿Os conocíais de antes?

Ana: Teníamos amigos en común y, a partir de ahí, empezamos a conectar más.

Susana: Ya habíamos salido de fiesta. Lo de Listas Futuristas fue idea de Ana, que dijo que por qué no nos reuníamos una noche a hacer música.

¿Habíais estado en grupos anteriormente?

Susana: Yo hacía cosas con grabaciones transformadas, con sintes y experimentando, en general.

Ana: De hecho, Susana hace cosas paralelamente muy chulas que no tienen nada que ver con Listas Futuristas. Yo no hacía música por mi cuenta. Empecé a experimentar con Listas Futuristas.

Autodidactas las dos.

Ana: Sí. Teníamos muchas ganas de que nos metiéramos en algún follón musical. Fue a través de escuchar música e indagar. Si uno tiene inquietud por el sonido, una cosa va llevando a la otra. También el hecho de poder encontrar a una persona igual de sinvergüenza que tú, ayuda mucho [Risas].

Susana: Es una filosofía bastante punk. Nos pusimos a experimentar con sonidos para cubrir el vacío musical que teníamos en la ciudad. Queríamos hacer algo que nos llenara.

¿Satisfechas con el resultado de Disorder in Progress? ¿Por qué el cassette como formato?

Ana: A mí sí me ha gustado mucho. Me ha sorprendido. Pero a muchos amigos míos, no.

Susana: Sí. Lo editamos en cassette, porque el sello de Pablo Jordán [Vulture Culture] lo edita en ese formato y a nosotras nos moló el concepto. Era el rollo de los artistas que admirábamos y también de esa filosofía de los noventa con la que crecimos, como pasarnos cintas o grabar en alguna parte en casas.

Tiene mucho de Nine Inch Nails. Es menos noise y ambient que vuestras primeras grabaciones.

Ana: Yo creo que es fruto de la evolución de nuestros ensayos. No estaba premeditado y, de hecho, no compusimos nada para el álbum. Hicimos una selección de los temas que teníamos y los metimos.

Susana: Sí, hemos metido cajas de ritmos metálicas y distorsionadas que sí dan el rollo industrial. No era el plan en su momento; pero nos alegramos de haberlo hecho.

En los títulos de las grabaciones, ponéis cosas como Cabeza loca, Utopía, Bosón de Higgs, que revelan caos y desorden. ¿Me equivoco?

Ana: En los títulos no intentamos reflejar nada. El nombre de las canciones está relacionado con lo que hablábamos antes de empezar a tocar. Son cosas que surgen en el momento.

Susana: Lo de Cabeza loca fue porque nos gustaba la expresión. El título Tetrazepam lo pusimos porque yo iba un día muy puesta de ese medicamento. Se nos ocurren al instante, como dice Ana [Risas].

La razón estimula el orden, mientras el desorden la imaginación. ¿Os sucede?

Susana: Cuando tengo que crear, por ejemplo, en mis proyectos como Susana López, sí que necesito orden. Pero en el ensayo, cuanto más caos, mejor.

Ana: Es un encuentro entre las dos. Intentamos seguirle el rollo a la otra y, una vez que nos encontramos, ella mete una movida y yo meto otra. Luego paramos para escuchar lo que hemos hecho, y entonces surge otra corriente nueva. Pero el comienzo es siempre como una tormenta enfrentada: cada una con su caos y con su lucha, que luego utilizamos para intentar llegar un punto en común.

Repetir esquemas no va con vosotras.

Ana: No sabríamos repetirnos. En nuestro modus operandi es imposible. Eso aporta una frescura que nos impide aburrirnos.

Susana: Sólo te puedes repetir con la caja de ritmos [Risas]. Todo es diferente cada día. Intentamos evolucionar o involucionar, según se mire. No hay una composición tampoco, así que no nos podemos repetir. Es siempre el sonido que nos sale en ese momento y, aunque utilicemos el mismo efecto en las guitarras, por ejemplo, siempre cambiamos.

Tampoco tiene todo el mundo que entender vuestra música.

Ana: Para nada. Con tener nuestros canales alternativos, sobra. Así vamos capeando el temporal.

Susana: Si alguien piensa lo mismo que nosotras, perfecto, porque somos cuatro subterráneos que entendemos el mismo lenguaje. No nos interesan muchas cosas que a otras personas sí.

¿Cuáles fueron los discos o las bandas que os llevaron a hacer música?

Susana: En mi caso, Throbbing Gristle.

Ana: A mí me gustan muchas cosas diferentes. Soy bastante dispersa con ese tema. Me encantan Autechre, Fugazi o Sonic Youth, por darte unos nombres. Pero seguro que hay mogollón de artistas y grupos que me estoy dejando. Yo venía antes de una cultura más rockera, hardcore, y del techno. Lo que estamos haciendo con Listas Futuristas lo descubrí, en parte, gracias a Susana.

Susana: Yo decidí a hacer música cuando me puse a escuchar a músicos minimalistas como Laurie Spiegel o Pauline Oliveros. Y aunque no sean artistas que yo escucho todos los días, el rollo espiritual que tienen me acabó atrapando. Te rompe los esquemas porque no todo tiene que ser bonito o perfecto y gustar a todo el mundo. Se pueden hacer canciones de veinte minutos, con una o dos notas, y que molen mucho.

La belleza es un concepto muy subjetivo. ¿Cómo fue lo de empezar a tocar en directo?

Ana: Totalmente. De hecho, la primera vez que nos llamaron para tocar en directo, nos llamó la atención la inconsciencia [risas]. Nos vieron cara de buenas, y yo que tengo pinta de pardilla, a saber qué música creían que hacíamos. Para nosotras actuar nunca fue importante. Mola porque obliga a ponerte las pilas; pero es una experiencia más.

Susana: Se trata de terrorismo cultural. Sobre todo cuando la gente espera algo que suene bonito y, de repente, se encuentran con manifestaciones distintas de ver el mundo y la música. Queríamos expresar que no todo tiene por qué ser como te lo han enseñado. Hacemos lo que nos da la gana.

Decís que el ruido no es sólo un estilo de música, sino también una actitud. ¿Qué es la actitud para vosotras?

Susana: Es una forma de posicionarte y de decir que estás en contra de la sociedad como, yo que sé, lo que tiene que hacer una mujer cuando llega a una determinada edad, como casarse o tener hijos, por ejemplo. Es una forma de ir en contra de lo establecido.

Ana: Para mí la actitud es una forma de entender la vida y, en este caso, la música, el ruido y las experiencias.

Susana: Hacemos ruido porque nos gusta. Sólo hay que cambiar la forma de ver las cosas para darte cuenta de que, según cómo lo escuches, el ruido puede ser agradable. Es posible que a mucha gente no le guste, pero es que nos gusta desagradar. Nos sirve para huir de cómo tienen que ser las cosas.

Últimamente se estila mucho el artista que parece que tiene ser un oráculo para la sociedad. ¿Cómo lo veis?

Ana: En las redes veo que muchos artistas se posicionan, y que algunos fans les dicen que no van a escuchar más su música o ir a sus conciertos. No entiendo nada. Yo, cuando voy a escuchar música, en lo último que pienso es en el pensamiento político del músico. No busco que sea mi amigo. Estamos tan jodidos que siempre vamos buscando referentes e ídolos, cuando, en realidad, lo único que hay que hacer es centrarse en lo que hacen. Ellos no tienen que guiar a nadie.

Es que si buscas que un artista te guíe, estás jodido. Johnny Ramone era votante de Reagan y punk. Los Stones apoyaron a Blair cuando decidió invadir en Irak en 2003.

Susana: Claro, ni tampoco podrías ver fotografías de Leni Riefenstahl, porque dirigió películas de propaganda nazi. Independientemente de su opinión, su obra me parece maravillosa. Yo no voy a juzgar eso. Pablo Und Destruktion, en su blog dio su opinión sobre los atentados de Barcelona y enseguida muchos se le tiraron encima. ¿Uno tiene que pensar de una determinada forma sólo porque se es de izquierdas? Pues no.

Parece que si no haces una canción sobre los refugiados o la crisis del capitalismo, no eres un artista.

Ana: Es resultado de la mercantilización que hay en la sociedad. Vivimos en un mundo en el que hoy en día todos somos objetos. Incluso ser outsider se ha convertido en una etiqueta que sirve también para hacer negocio. Ser una chica y hacer ruido, también.

Susana: El ruido de verdad no vende, es una forma de expresar el aburrimiento que nos produce lo que se hace y lo que nos están proponiendo. Pero respondiendo a tu pregunta, muchos músicos a veces se ponen a defender determinados derechos por el tema del buen rollo. O casos como instituciones o festivales que pagan y tratan mal a los trabajadores y luego están haciendo campaña para acoger refugiados.

Claro. Ahora nos pretenden hacer creer que Los Planetas tienen algo que decir.

Ana: La máquina que busca ganar dinero es cada vez es más voraz. Siempre tienes que estar aportando para ella. Se busca coger algo underground para ganar dinero. Pero está vacío porque ya se ha hecho anteriormente. No es subversión real.

También pasáis mucho de las redes sociales. Hay muchos artistas que escriben cada manifiesto en Facebook…

Susana: Lo tenemos como un tablón de anuncios. Ponemos las cosas que hacemos, y a quien le pueda gustar, genial. Pero no vamos a estar todo el día comiéndole la cabeza a la gente y diciéndole qué tiene que pensar y qué no.

Ana: A quien le interese, que investigue, que es lo que hacemos nosotras como melómanas. Y quien no esté interesado, por muchos vídeos que uno cuelgue del té que se está tomando, no lo va a conseguir. Nosotras no intentamos vender nada: somos lo que se ve, nada más.

¿Qué ganamos con todo eso?

Ana: Yo creo que eso nace de la insatisfacción generado por un vacío espiritual. Buscamos tanto reafirmarnos que nos olvidamos de que afuera hay cosas muy interesantes y que merecen ser vividas.

Susana: Los quince minutos de gloria de los que hablaba Andy Warhol, ahora se han convertido en un día de gloria entero. Aunque te siga poca gente, parece que tienes que estar todo el día conectado. En el fondo, todo el mundo quiere que lo quieran.

Hablando de Murcia, ¿veis cosas interesantes aquí?

Ana: Antes nos aburría mucho, y ahora nos aburre de forma distinta. Lo que hacemos es ir a más conciertos fuera de esta ciudad. Por ejemplo, este verano hemos estado en un festival en Eslovaquia.

Susana: Mucha gente se está quedando sorprendida con la creatividad de Pedro Lobo, Eduardo Balanza, Ana Galván, Pablo Jordán, Úrsula Bravo o muchos otros artistas murcianos. Esta ciudad es un hervidero importante, lo que pasa es que hay cada vez menos ayudas. Todo el mundo se tiene que buscar la vida y recurrir, muchas veces, a la autoedición. Ahora los poderes públicos se están dando cuenta de que si dan un poco de dinero a los artistas locales, pueden tener algo más de público en sus actividades; pero las cosas siguen estando bastante mal.

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