“Alicia empezaba ya a cansarse de estar sentada con su hermana a la orilla del río, sin tener nada que hacer”. Pero vio al conejo con chaleco y decidió meterse en la madriguera tras él... y así comienza Alicia en el país de las maravillas y su increíble aventura. La historia de Alicia me sirve como metáfora de lo que puede ser adentrarse en el mundo de Internet y sus enormes posibilidades, ese maravilloso mundo que uno va descubriendo conforme abre los ojos y se predispone a aventurarse en él.
Las Tecnologías de la Información y la Comunicación, conocidas como TIC, se han convertido en parte de nuestro tejido social. Si uno piensa en clave histórica, no es difícil recordar cómo vivíamos antes de Internet -los que ya tenemos edad para rememorar esos recuerdos-. Es fácil recordar nuestros libros de EGB, nuestros viernes en familia frente al televisor en blanco y negro, nuestras series favoritas, nuestros juegos infantiles y nuestras vidas sin teléfono móvil. Pero esos tiempos pasaron y ahora vivimos conectados. Según datos recientes del Instituto Nacional de Estadística (INE, 2017), un 83% de los hogares disfrutan de conexión a internet de banda ancha y un 97% de los españoles tenemos teléfono móvil. De los menores de entre 10 y 15 años, un 95% usa Internet, y el 90% de los jóvenes de 16 a 24 años usa redes sociales.
Esta fotografía fija de nuestra realidad nos conduce necesariamente a plantearnos cómo es la Universidad actual y si responde a las necesidades de los futuros ciudadanos a los que estamos formando. Contrariamente a lo que piensan algunos, creo que la Universidad no está agonizando, ni mucho menos, pero sí considero que es necesario redefinir su actividad formativa, su estructura organizativa y su papel como motor social. Y todo ello porque, entre otros factores, vivimos en una sociedad impregnada de tecnologías. Este contexto tecnológico es el principal argumento que ha movido a organismos internacionales como la Comisión Europea, la UNESCO o el World Economic Forum a definir el modelo de “ciudadano del siglo XXI”.
¿Y qué tiene que saber el ciudadano del siglo XXI? Pues ha de ser un ciudadano crítico y creativo que, entre otras, ha de tener competencia lingüística, científica, emprendedora, digital y socio-cultural. Esta aproximación al modelo de ciudadanía exige una reconstrucción de los espacios formativos y de los entornos de aprendizaje de nuestros alumnos en todos los niveles de enseñanza, también en el universitario... e incluso de modo muy especial en el universitario, pues es el nivel que abre las puertas al mercado laboral. Esta nueva realidad nos exige que entendamos las TIC como una herramienta básica de la formación de nuestros estudiantes, que han de desarrollar sus capacidades de uso de información digital, de creación de información digital, de comunicación y colaboración en red, de resolución de problemas y de uso seguro de las redes. Es lo que conocemos como “competencia digital”, concepto que es necesario aplicar tanto a los profesores como a los estudiantes.
El modelo de formación que sustenta el programa de Pablo Artal, candidato a Rector de la Universidad de Murcia, es una propuesta basada en la necesidad de modernizar nuestras estructuras organizativas y académicas para adaptar la Universidad de Murcia a los nuevos tiempos, a la sociedad en la que vivimos y a las necesidades de formación que requieren nuestros estudiantes. Queremos itinerarios formativos más flexibles, metodologías donde los estudiantes sean los protagonistas de sus procesos de aprendizaje, profesores que encuentren apoyo técnico especializado para la producción de recursos, espacios donde se pueda dinamizar la interacción con nuestro alumnado, modelos que reconozcan la heterogeneidad y las necesidades individuales de nuestro alumnado, estructuras organizativas que permitan la movilidad y el intercambio,... En definitiva, una universidad moderna y abierta al mundo.
Otras universidades están llevando a cabo iniciativas en esta línea y en la Universidad de Murcia tenemos personal capacitado y la ilusión de conseguirlo. Por poner un ejemplo cercano, es muy interesante el MediaLab de la Universidad de Granada, un laboratorio para la cultura y la sociedad digital que promueve proyectos, experiencias de innovación docente, formación, grupos de trabajo y en general, multitud de iniciativas orientadas a trabajar con tecnologías en la universidad. O mirando más lejos, vamos a implementar el proyecto “Huella Digital” a partir de una adaptación del proyecto “Digital FootPrint” de la Universidad de Edimburgo. Queremos que nuestros estudiantes adquieran competencias digitales para elaborar su identidad digital durante su trayectoria académica, facilitando así su futuro laboral.
En definitiva, queremos que nuestros estudiantes encuentren en la Universidad de Murcia un espacio de aprendizaje donde vayan construyendo su doble identidad (la identidad personal y la identidad digital). Queremos que adquieran todas esas competencias que les capaciten para el aprendizaje a lo largo de la vida como ciudadanos del siglo XXI. Queremos que nuestros estudiantes vivan la Universidad, sea cual sea su edad -también nuestros estudiantes del Aula de Mayores-. Y queremos una Universidad de Murcia en la que PENSAR EN GRANDE pueda ser una realidad, no una utopía, convirtiendo nuestra institución en una organización digitalmente competente… que sea ese maravilloso mundo de experiencias del que Alicia no quiere salir.
*Mª Paz Prendes Espinosa es catedrática de Tecnología Educativa en la facultad de Educación de la Universidad de Murcia. Se presenta en la candidatura a rector de la Universidad de Murcia de Pablo Artal como vicerrectora de Estudios de Grado, Formación e Innovación.
