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Sobre este blog

Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

Los responsables de las opiniones recogidas en este blog son sus propios autores.

Precarios leves

Cristina Morano Carretero

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Virtuales, leves, breves y sin la pesada “mochila” del empleado o del país de fiscalización, así es como quieren los modernos tiburones a las empresas donde invierten (durante unos meses: el tiempo suficiente para levantarse una comisión millonaria y pasar a otra). Otra nueva app, otra, venga, más carne para la picadora.

Flotando, a nuestra vez, en las ideas de facilidad, velocidad y confort, los consumidores de a pie nos lanzamos a pedir comida, ropa, zumos, libros, créditos o viajes desde la comodidad del terminal relumbrante de nuestro ordenador, creyendo que seres alados, sin frío ni calor, cruzan la ciudad para nosotros.

Lo dijo Basho en un haiku hace 400 años:

Casi doblados,

esperan los bambús.

Llega la nieve.

Aunque aquí no sean las varas de bambú los que se doblan por el frío del cercano invierno, sino los mensajeros de Glovo, Delívero y otras empresas de mensajería rápida, medio muertos de calor, un agosto en el centro sobre-asfaltado de cualquier ciudad de Europa.

Ahí los tienen, desamparados, aburridos, como dejados caer por el restaurante de al lado, que solo gestionará su presencia cuando tenga que atender un pedido. Y entonces les exigirá que vuelen sobre la bicicleta para llegar a destino antes de que la comida se enfríe. Ni que respeten las señales de tráfico, ni que saluden al llegar, ni leches.

Es que estos muchachos no son de este restaurante, son autónomos que colaboran con nuestra empresa matriz, te dirán, si preguntas.

No tienen nada que ver con nosotros.

Como los bambús de Basho, los muchachos están “casi doblados”. Pero no caídos del todo. Son jóvenes. Son fuertes. ¿Ustedes se acuerdan de lo fuertes que eran cuando eran jóvenes? Les sobra energía.

Si nos acercamos al grupete, veremos solo chicos, solo varones. ¿Cumplen estas empresas de mensajería rápida la cuota de igualdad de sexos recomendable en toda empresa que se precie de moderna? ¿o es otro de sus ardides, junto con la “emprenduría” y la “ecología” falsas que nos meten por los ojos?

Pues la bicicleta la necesitan para driblar entre el tráfico denso de los coches, para adelantar por cualquier lado en las calles estrechas, cosa que sería imposible en un vehículo mayor o más seguro. Solo por eso quieren que los repartidores vayan en bici. No es por el medio ambiente.

Y la noción de emprendedor la necesitan para que los propios muchachos se costeen la Seguridad Social y no sean empleados. Las empresas online que cotizan en Bolsa no quieren empleados.

Delivero, Glovo... quieren cotizar en los índices bursátiles de las apps de internet, donde invierten los ejecutivos más agresivos de las Bolsas. Es fácil invertir ahí. Es fácil prever la curva de una empresa on line que nace, sube y desciende bruscamente un día, cuando nace otra app semejante que le come la tostada. Es fácil invertir y ganar dinero.

¿Y si bajan las acciones antes de que las hayas vendido?, bueno... nadie sale herido. Se cerrará una empresa sí, pero no es una empresa... las empresa de internet no tienen empleados, nadie sale despedido, no hay que restañar heridas, y los jefes que las crearon... bueno, ellos ya van enseguida a crear otra app, dontgüorri.

En cambio las empresa clásicas: los bancos, las minas, las metalúrgicas, las siderúrgicas, las constructoras.... uuuuf, qué pereza: con sus huelgas, sus suicidios, sus familias famélicas, sus explosiones y sus terrenos baldíos. Uf. Invertir en sus acciones ya no se lleva, bro!

Y mientras, ahí están los muchachos que no salen en la estadística bursátil, los fantasmas tras los datos informáticos: haciendo un corrillo donde se lucha por transportar el próximo encargo que salga, donde se habla de mujeres y de dinero con la urgencia del hastío y la fingida superioridad de tener que demostrar, aquí y ahora, que eres el mejor, que mereces el próximo reparto, que puedes llegar antes que nadie al domicilio, al jefe, a la camarera, a la propina, al degüello...

Lo dijo Basho, hace 400 años:

Se inclina el sauce

hasta que logra tocar

su propia herida.

Porque la explotación del joven aprendiz, precario y necesitado de todo es tan antigua como el mundo.

¿Necesitaremos doblarnos del todo para notar la herida y levantarnos?

*Cristina Morano es escritora, diseñadora gráfica y miembro de Cambiemos Murcia

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