Quiero estar vivo, sentirme bien, ser libre, vivir con intensidad y pasión. Hacer lo que me gusta, disfrutar de mi familia y de mis amigos.
Cuando María José Alarcón me llamó para pedirme escribir para eldiario.es Región de Murcia, me dejó bastante sorprendido. Una cosa es escribir un artículo de forma esporádica, escribir en el Facebook o incluso tener un blog de algún tema profesional, pero mantener un blog en un diario de información general, me parece una temeridad por mi parte. No obstante, lo intentaré.
He estado dando vueltas sobre cómo empezar, qué escribir que pueda interesar a los lectores de este medio. No ha sido fácil decirme por un tema. Finalmente he optado para trasladar una experiencia personal.
He decidido ser optimista, quiero empezar a ver que el vaso está medio lleno, quiero recuperar la esperanza y la ilusión. Me levanté un día y dije “ya estoy harto, se acabó”. A partir de ese día me propuse ver la parte positiva de las cosas. El pesimismo, la desesperanza, la negatividad, me estaban matando, estaban acabando con la ilusión y la esperanza. Mi vida llegó a ser una rutina insufrible: Levantarse, ir al trabajo, vivir en un cabreo y malestar constante, volver a la cama, despertarme mil veces… Así un día tras otro, durante semanas y meses. No. Se acabó.
No ha sido fácil mantener esta actitud. Cada día me levantaba con la intención de ser positivo y al poco rato me encontraba envuelto en la negatividad. Me costó salir de la rutina, identificar el momento en que pasaba de un estado a otro. Poco a poco, con el empeño, se consigue.
Ya sé que hay situaciones de extrema gravedad, personas que lo están pasando muy mal, a las que les falta lo más básico para la vida. Algunos dirán, ¿cómo se le puede pedir a alguien que no tiene ni para comer que tenga una actitud positiva? Sé que es difícil, y sin embargo, ¿qué otra alternativa tienen? ¿De qué nos vale seguir mirando al vaso medio vacío? ¿De qué nos vale mantener una actitud negativa? ¿A dónde nos conduce?
La crisis nos ha golpeado a la mayoría con crudeza. Algunos lo han perdido todo, otros casi todo. En mi caso, conservo el trabajo, con una remuneración reducida a casi la mitad, pero he perdido mucho de lo material por lo que luché y trabajé toda mi vida.
Hasta comprender que lo más importante no es lo material sino el estado anímico, la actitud para afrontar la vida, cuesta asimilar el momento. Fastidia, claro que sí, ver que pierdes parte o todo por lo que has trabajado y luchado. Buscas culpables, explicaciones, no dejas de mirar a atrás, de preguntarte, ¿qué ha pasado? Lo que pasado es que la vida ha cambiado, nuestro entorno ha cambiado y cuanto antes seamos capaces de asimilarlo, antes vamos a superar la adversidad.
No hablo de la sociedad, hablo de ti, de mí. No podemos esperar a que la sociedad u otros vengan a resolver nuestro principal problema, nuestra actitud. Eso nos toca a nosotros, a cada uno. Si lo asimilamos, si lo resolvemos, los problemas de la sociedad se irán arreglando poco a poco.
¿Tenemos que esperar a que los gobiernos, la familia o mi entorno resuelvan mi crisis? Yo decidí que no y me ha ido bastante bien. ¿Tú que decides?
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