El desierto sirio, uno de los más grandes del planeta, ocupa zonas de Turquía, Siria, Irak, Jordania y Arabia Saudí. Con una extensión de 520.000 kilómetros cuadrados, la arena y la estepa declaran la tregua en ciertas zonas y ceden el terreno a oasis y zonas fértiles. La ciudad de Damasco, fundada en el oasis de Ghouta, es un ejemplo de este fenómeno. De cómo el instinto de supervivencia trabaja hasta encontrar un remanso entre la tierra yerma donde poder echar raíces.
Prosperar es una necesidad histórica y común. Una necesidad milenaria que persiste y se expresa también en nuestro tiempo. No obstante, la concepción de lo próspero admite perspectivas que poco tienen que ver entre sí y que llevan a la confrontación entre pueblos.
Hubo un tiempo en España en el que se nos antojó que la mejor manera de prosperar pasaba por el juego del ladrillo. Fueron muchos los factores que desencadenaron esta construcción febril. Reducción de los tipos de interés, expansión económica, liberalización del suelo, concesión de créditos hipotecarios con la facilidad de quien presta una pizca de sal al vecino… El parque inmobiliario creció alrededor del 30% entre 1998 y 2007. Fue nuestro oasis y a la vez nuestra sentencia.
Las cicatrices del gran error español son profundas. Las infraestructuras que se presentaban como muestras del progreso son ahora pedazos de cemento. Simples reproducciones a escala natural de las maquetas que las precedieron.
Hace unos días Patricio Valverde presentaba su dimisión como presidente de Aeromur, la sociedad concesionaria del Aeropuerto Internacional de Corvera, que tiene muy poco de ‘aeropuerto’ y menos aún de ‘internacional’. Valverde declaraba para este diario que “es una pena no poder abrir el aeropuerto de Corvera”. Una terminal de pasajeros de 28.500 metros cuadrados ocupada por el vacío. Sí, una pena.
Una visita a la página web del aeropuerto produce una sensación de vergüenza ajena y propia al mismo tiempo. Casi como ver ‘GH Vip’ durante un par de minutos. Vergüenza ajena por su actitud. Vergüenza propia porque les demos un 27% de share. Una de las secciones de esta web está dedicada a la ‘Breve historia’ del aeródromo. Un título paradójico que se asemeja más a un epitafio prematuro. Un “así empezó todo” que no encuentra conclusión y se alarga indefinidamente desde 2001, año en que Aeromur fue constituida.
Como beduinos europeístas, aquéllos al frente de infraestructuras desérticas se han beneficiado de las ayudas de la UE para construir sus oasis del fracaso. Según reveló a finales de 2014 el Tribunal de Cuentas Europeo, los aeropuertos españoles con más fondos procedentes de la UE son deficitarios. Como destaca el informe del TCE, gran parte de la culpa la tiene el “solapamiento” entre ellos.
Que una Comunidad Autónoma uniprovincial como la Región de Murcia tenga dos aeropuertos ya suena excesivo. Pero que en un radio de algo más de 200 kilómetros haya otros cuatro –Alicante, Albacete, Almería y Valencia- suena más bien a despropósito. Y los resultados confirman esta hipótesis. España obtuvo en 2014 más fondos estructurales que el resto de estados miembros, en concreto un 24%, y sus aeropuertos son los que menos beneficios obtienen.
Los excesos de una España que buscaba mostrarse al mundo como algo que ya no era, como una potencia histórica que sustituye las colonias por cimientos y tabiques, siguen pagándose ahora que despertamos a la realidad de una corrupción estructural.
Todo fue un espejismo. El espejismo nacional.
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Con el desierto ante ti, no digas: ¡qué aridez!
Di: ¡qué extraña belleza!
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Con el desierto ante ti, no digas: ¡qué pobreza!
Di: ¿qué más necesita mi pensamiento?
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Con el desierto ante ti, no digas: ¡qué cansancio!
Di: ¡cuánto camino por recorrer!
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Con el desierto ante ti, no digas: ¡no hay nadie más!
Di: todos tenemos desiertos que atravesar y desiertos que coincidir
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Poema anónimo tuareg.
