Todo acto reivindicativo, toda celebración, toda protesta puede tener un contrapunto esperpéntico, ridículo o, simplemente, inadecuado. Y eso ha pasado con las masivísimas, permítaseme el palabro, conmemoraciones del 8-M en esta Murcia de nuestros pecados (que son muchos y muy graves). Repásese la lista de los premios “a la mujer” graciosamente otorgados por el caduco Gobierno regional y se encontrará justificación al título de esta soflama.
Hay cosas que es mejor ahorrarse para no sentir vergüenza ajena. Una de ellas es, precisamente, leerse esa lista citada. Otra, peor, elaborarla. No se han podido reprimir nuestros prebostes. La verdad es que llevan muchos años sin hacerlo y sin visos de que vaya a parar la cosa: la lista de premios que se otorgan oficialmente al cabo del año es tan extensa como estrambótica. A este paso, llegaremos a institucionalizar el galardón internacional al o a la mejor fabricante de zarangollo en conserva. Sin aditivos ni colorantes, obviamente.
Así que, ni cortos ni perezosos, nuestros dilectos gobernantes nos han obsequiado, un año más y sirviendo de precedente para el próximo, con una estupenda lista de premios a la Mujer con ocasión de su Día. Brazo ejecutor de la farsa, la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades habló. Solo el nombre del departamento da para un profundo y revelador análisis de la psique colectiva gubernamental. Pero, al grano.
Destaca, en esa reveladora relación, el premio “Mujer del año 2019” a Sor Alicia Plaza Mazón, superiora general de las Hermanas Apostólicas de Cristo Crucificado, cuyo centro principal es el llamado Colegio Villa Pilar, en Santo Ángel, Murcia. Como cualquier docente bien avisado sabe, en esa institución se respeta escrupulosamente la ratio de alumnos por aula, entre otras muchas virtudes. Además, se educa a los niños y niñas en los más actuales principios de igualdad social y laboral por un personal docente altamente cualificado seleccionado con criterios objetivos de capacitación y sin ningún filtro por razones de religión raza o sexo.
Sin ningún tipo de concurso objetivo, porque para eso están los expertos e imparciales seleccionadores del propio colegio a los que el Señor Nuestro Dios ilumina en cada decisión selectiva que se ven obligados a tomar.
Como todo el mundo sabe, igualmente, Sor Alícia, que debe ser una buenísima persona, ha sostenido la pancarta de cabeza de múltiples manifestaciones reivindicativas feministas que se han venido sucediendo en la Región por la igualdad de derechos laborales de las mujeres, la despenalización del aborto, el divorcio, y, por poner un ejemplo más reciente, contra la indignante sentencia a los miembros de La Manada de Pamplona, que no son navarros sino andaluces.
Lo que pasa es que Sor Alicia, que es ejemplo de modestia, ha ido de incógnito a esas concentraciones, sin vestir sus hábitos para pasar desapercibida. Pero es tal la fuerza reivindicativa que emana de la bondad solidaria de esta mujer que muchas feministas, incluso cantidad de feminazis, ya habían reparado en ella, la conocían de vista y se han llevado ahora la sorpresa de su vida al verla retratada en los papeles gracias a su merecido premio por haber sido faro y guía de la lucha feminista regional.
Todo un acierto del jurado otorgante, que preside la consejera Violante Tomás, de este título “Mujer del año 2019”. Solo equiparable al gran merecimiento del resto de destacadas mujeres también premiadas en los diferentes rubros de la lista de este año. Pero voy a dejar la merecida glosa del asunto aquí mismo. No quisiera ser cansino, ni tachado de adulador. Solo resta agradecer una vez más al caduco Gobierno que haya demostrado estar a la altura de las circunstancias y de los tiempos que corren. Vale.
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