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Murcia y aparte es un blog de opinión y análisis sobre la Región de Murcia, un espacio de reflexión sobre Murcia y desde Murcia que se integra en la edición regional de eldiario.es.

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Todo legal, pero ¿algo ético?

El director de Transportes, Costas y Puertos, José Ramón Díez de Revenga

J. L. Vidal Coy

Se supo hace poco las novedades sobre supuestas y posibles irregularidades de miembros del Gobierno regional, asuntos que se suman a la apertura de juicio oral contra dos consejeros “punteros” de Valcárcel –– Cerdá y Bascuñana–– y la petición fiscal de cinco años, cinco, al expresidente Pedro Antonio Sánchez, aquel hijo (putativo) bien amado en el que el futuro ex decimocuarto vicepresidente del Parlamento europeo depósito todas sus complacencias.

Junto a estos últimos avatares judiciales las pequeñas trafullas de algunos de los actuales gobernantes y alguno de sus familiares parecen peccatta minuta. Pero no lo son, porque revelan un modus operandi, por seguir con los latinajos, bien enraizado en los usos y costumbres de estos que nos gobiernan desde hace veintitantos años.

Pues los casos del suegro del actual consejero de Presidencia, o sea Pedro Rivera, y el del también actual director de Transportes, José Ramón Díez de Revenga, arrimando el ascua a su sardina en forma de prebendas millonarias conseguidas por su entorno más próximo ––sin intervención, ¡oh milagro! de los susodichos–– son paradigmáticos del quehacer gubernamental desde aquel mayo de 1995 en que el Partido ahora podrido ganó las elecciones regionales y municipales. 

Lo del suegro del teóricamente brazo derecho del presidente López Miras, como lo de la empresa del director general de Transportes puede que no sea motivo de investigación judicial. Puede. Pero lo que es innegable es que canta bastante; es decir, cierto olor a podrido se desprende de esos asuntos. Por mucho que el mandatario regional los haya defendido a capa y espada. Ha tenido que hacerlo porque, en estos dos sucedidos, el buen chaval que dijo Rajoy no puede alegar que tocaba la flauta dulce en pantalón corto como hacía cuando los primeros espabilados de su partido empezaron a llevárselo crudo.

Conoce los asuntos y prefiere correr un tupido velo de inocencia regalada. Porque, si lo contrario hiciera, los aviesos y malintencionados empezaríamos a repasar la larga lista de caso similares que se han venido produciendo desde que el mundo es mundo: entendámonos, desde aquel mayo de 1995 victorioso para los prebostes actuales.

El primero que dio la nota fue el ínclito Andrés Ayala, ahora responsable del negociado anticorrupción de su partido, que supo hacerlo todo legalmente en el caso aquel de recalificación de los terrenos de Lo Poyo, propiedad, casualidades de la vida, de unos señores catalanes a los que este amigo de Federico Trillo había servido como abogado antes de incorporarse a la secretaría general de la Consejería de Política Territorial, departamento donde se firmaron los papeles necesarios para satisfacer los deseos de aquellos terratenientes.

Rulando, rulando, Ayala hizo desde entonces carrera política y de la otra, mientras que todo aquello de Lo Poyo derivó finalmente en el sonado caso judicial por el que Cerdá y Bascuñana están teniendo que dar más de una, más de dos y más de tres explicaciones, todas ellas increíbles, al tiempo que echan capotes desesperados sobre su jefe máximo: Ramón Luis Valcárcel.

Mucho ha llovido desde entonces, dirán los negacionistas del dogma de perpetuar el Trasvase Tajo-Segura. Incluso en Murcia. Fijémonos que, no demasiado tiempo después, otros dos altos y altísimos cargos respectivamente dejaron sus responsabilidades públicas para reforzar el entramado empresarial simbiótico con las políticas ladrilleras y especulativas del gobierno Valcárcel.

En el verano de 2006, el director del Instituto de Fomento, Francisco Sardina, dejó su puesto en la administración y se fue automáticamente, sin solución de continuidad, a trabajar con Pedro García Meroño y Facundo Armero como subdirector general de Polaris World. Así, por las buenas y, se supone, con todas las bendiciones. Digo se supone, pero debería decir probablemente porque, en vista de lo cual, no muchos meses después, en julio de 2007, el entonces Consejero de Presidencia, Fernando de la Cierva, también se pasó con armas y bagajes políticos a aquel imperio urbanizador ahora fracasado. Igualmente, sin periodo de carencia, sin rodeos y a cara (dura) descubierta.

Aunque, todo hay que decirlo, el que fue exconsejero de Presidencia y López Miras ha resucitado políticamente como encargado de la Economía y Hacienda regional, me negó muy airadamente y por teléfono meses después de que él trabajara para Polaris World: “Yo solo trabajo para una de las muchas empresas de Pedro García Meroño”, dijo muy sulfurado. Acabáramos.

Así que, con estos precedentes, quien se haya atrevido o vaya a empecinarse en pedir las dimisiones de Díez de Revenga y de Pedro Rivera o no sabe dónde tiene los pies puestos o es aficionado a los brindis al sol. Uno de los mejores periodistas que he conocido y que fue también el peor director que he tenido, José Luis Gutiérrez, gustaba de clamar cual justiciero en plena redacción llena de desavisados: “¡Mirad las hemerotecas!”. Pues eso hacemos, maestro. Todo legal. Todo limpio. Todos procedimientos irreprochables. Todo transparente. Pero, ¿algo ético? Algo sigue oliendo a PP. Vale.

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