Gran parte del profesorado está durante estas semanas de encierro intentando reinventarse en un modelo educativo para el que no se habían preparado, la educación a distancia, y sobre todo, sin previo aviso. En muchos casos no cuentan con el material y los recursos necesarios por lo que el trabajo que están desarrollando está teniendo muchas aristas. Sus horas de trabajo han aumentado exponencialmente en algunos casos.
Sería bueno que una vez terminada la crisis sanitaria, económica y social que estamos viviendo la comunidad educativa abriera un intenso y fantástico debate sobre el papel de la educación obligatoria online, sobre nuevos modelos de enseñanza y el papel del profesorado, no en el futuro, sino el próximo curso.
Igual que el teletrabajo está siendo uno de los ganadores de esta pandemia y se ha convertido en una alternativa real en el mundo laboral, tanto en la empresa privada como en la administración pública, la formación obligatoria a distancia ha enseñado sus dientes a través de la COVID-19 y cuanto antes se adaptara a esto, mucho mejor.
Por cierto, espero que no se le ocurra a nadie la gran idea de enviar a la empresa las madres y los padres en mayo y que las niñas y niños de la educación obligatoria no tengan que ir a la escuela, de modo que cada familia se tenga que buscar la vida para tener a los más pequeños en sus casas con el coste social y económico que sea.
Quiero pensar que en Educación alguien pensará antes de tomar una decisión así. Si la pretensión es que a mitad de mayo o principios de junio comience por fin la desescalada para la mayoría de los trabajadores de este país, se haya pensado también en la forma de acompasar dichas medidas con la vuelta al colegio, sobre todo en la educación obligatoria.
Parece evidente que quizás sea precipitado retomar actividades de comedor o propuestas educativas grupales, pero sin duda habrá fórmulas y métodos para que se recupere la actividad escolar, aunque sea de forma escalonada y gradual lo antes posible.
Lo digo porque hay algún lumbreras con cierto poder político que ha planteado en alguna reunión por videoconferencia la posibilidad de que los niños se incorporen al colegio a partir de septiembre, aunque los padres tengan que ir a trabajar en mayo, y que “se busquen la vida” los padres y madres durante esos meses, por lo que una vez más se demuestra que ser dirigente educativo y pensar con la cabeza a veces es incompatible.
Estoy convencido de que la inmensa mayoría del profesorado no compartirá esta ‘magnífica’ idea, y que como profesionales que son, y con las medidas preventivas necesarias, y los controles sanitarios correspondientes, el día que se reinicie la reincorporación laboral en este país sea conjunta y coordinada.
La educación pública tiene un maravilloso reto los próximos años. Estoy convencido de que los profesionales no cerrarán los ojos, no ante el futuro, sino al presente.
0