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Trabajadores del Centro de Inserción Social de Murcia denuncian la situación crítica que vive el centro

Centro de Inserción Social de Sangonera

elDiariomurcia

Sangonera —

Fuentes penitenciarias informan que desde la llegada de la nueva directora Isabel García al Centro Penitenciario de Inserción Social de Murcia, en Septiembre del 2014, se han ido sucediendo “una serie de desafortunadas e intencionadas actuaciones de la directora”, que ha ido provocando poco a poco un cambio radical e incluso una supresión de las buenas dinámicas de funcionamiento llevadas hasta ese momento en el Centro de Inserción Social de Sangonera (CIS) y que han provocado, según aseguran desde el centro: “un clima laboral hostil para la mayoría de funcionarios”.

Las informaciones que llegan desde diferentes trabajadores del centro aseguran que el mismo ha estado funcionando durante cuatro años con el anterior equipo directivo “de forma casi perfecta, sin ningún tipo de incidentes y trabajando en un clima laboral muy bueno y positivo”, tanto para funcionarios como para internos. Por tanto, denuncian que “la actitud e ineptitud de la actual directora ha ido sumiendo al centro, poco a poco con su acciones y omisiones, en la antítesis de lo que debe ser un clima laboral normal para el buen funcionamiento de esta prisión de tercer grado”.

“Tras unos meses de rodaje de la nueva dirección, los profesionales del centro observamos casi de forma generalizada, que la Dirección adolecía de por sí, de numerosos conocimientos de gestión penitenciaria, así como de facultades naturales propias para gestionar de forma exitosa un equipo humano”, asegura un trabajador con más de 10 años de experiencia como funcionario en la prisión. “Condiciones que son claramente imprescindibles para llevar de forma exitosa la coordinación y dirección del CIS y de cualquier otro centro con equipo humano”, añade.

Las informaciones que llegan desde el centro afirman que el cargo de Subdirección de Tratamiento recayó, al parecer, por falta de otras alternativas mejores y “fruto de intereses internos y externos” en una Jurista del centro, que había desarrollado con garantías su trabajo pero que “carecía de capacidad alguna de gestión de equipos humanos, y cuanto menos de intervención tratamental con internos”.

Según las mismas fuentes penitenciarias, muchos funcionarios del CIS durante un tiempo bastante prudencial estuvieron soportando “con paciencia y resignación” todos los efectos diversos de la irregular e inaudita gestión de la dirección, cumplimentando con dedicación diaria cuantas instrucciones se les ordenaba, aunque “en muchas ocasiones fueran contradictorias o erróneas y que les generaban una gran inseguridad en su trabajo”. Esta ausencia de orden provocaba indirectamente errores de funcionamiento, que luego por parte de dirección se culpaba directamente e injustamente a los mismos funcionarios; “sin preocuparse la dirección en averiguar los motivos u orígenes reales del problema o error”.

En un caso concreto la Directora mostró “una total falta de respeto y consideración hacia los funcionarios de su centro, tachándolos de ineptos e ineficaces y a la vez imputándoles ser responsables de faltas graves como realizar más los recuentos en el centro”.

Respecto a la gestión del CIS, los trabajadores hablan que ha pasado de ser un Centro Penitenciario de Inserción Social modelo de gestión en todo el país, a ser “uno de los peor gestionados tanto desde el punto de vista de la intervención con los residentes y con los profesionales”.

En consecuencia se tiene constancia de que un numeroso grupo de internos intentaron quejarse de tal situación en un escrito al Juzgado de Vigilancia Penitenciaria y que fueron medianamente “aconsejados por la Subdirección”, cuando no coaccionados, para que retiraran el escrito de queja, amenaza a la que cedieron por miedo a posibles represalias.

En cuanto a la gestión del personal de funcionariado, cabe destacar, sorprendentemente, la “labor ilegal y no ajustada a normativa”, de obligar a los Jefes de Servicio y por ende a los Funcionarios a entregar la medicación, en ocasiones de carácter psiquiátrico, a los internos en los días que no hay servicio de enfermería. Según relatan las fuentes del centro, la medicación era camuflada en sobres cerrados con el nombre del residente, y que en alguna ocasión, ante la negativa de algunos funcionarios a entregarla, amenazaron bajo expediente a un Jefe de Servicios a que entregara la medicación. Esta circunstancia ha sido denunciada ante la Secretaría General sin tener noticias hasta el momento.

Igualmente se ha obligado hasta el momento al personal de vigilancia a colaborar en determinados aspectos de la obtención de muestras biológicas, concretamente analíticas de tóxicos en orina, extremo que rebasa las funciones propias de tal colectivo y a la vez invade claramente las que tiene encomendadas los servicios sanitarios por naturaleza propia.

Las mismas fuentes penitenciarias informan que todas estas irregularidades y anomalías han sido denunciadas reiteradamente ante la Delegación del Gobierno y ante la Secretaría General de instituciones penitenciarias.

También ha sido objeto de numerosas quejas de los funcionarios la obligación al personal funcionario de vigilancia a realizar jornadas ininterrumpidas de 24 horas sin previo aviso, extremo que la normativa sólo reserva para casos de extremos de necesidad y solo por circunstancias sobrevenidas, pero que en el centro penitenciario se ha convertido en algo habitual.

A partir de elevar los escritos de quejas por todo lo expuesto anteriormente, se producen en el CIS una serie de acontecimientos en cadena “nada deseables para la mayoría del conjunto de los funcionarios”, quienes consideran que la reacción de la dirección del centro es “exagerada y revanchista”, sobre todo con el caso del Jefe de Servicios en comisión, el cual es cesado de forma fulminante en sus funciones al conocerse las quejas reiteradas.

Todo lo expuesto anteriormente ha ido formando un clima de trabajo que a día de hoy se hace insoportable, según relatan trabajadores del centro. Esto ha motivado que dos profesionales de elevada experiencia hayan tenido que jubilarse anticipadamente en contra de su idea de permanecer más tiempo en activo, y también que haya cuatro funcionarios de baja médica motivadas por incidentes con el equipo directivo, elevando todo esto la tasa de absentismo laboral del centro a una de las más altas registradas hasta la fecha: el 14%

Desde hace aproximadamente nueve meses una pronta intervención de los órganos competentes de la Secretaría General, pero que hasta el momento incomprensiblemente no ha habido respuesta alguna. Los trabajadores denuncian este clima hostil, en el que además no se puede mostrar opinión alguna por miedo a ser expedientado.

Las fuentes penitenciarias consultadas expresan que, por todo lo expuesto anteriormente, no se puede mantener por más tiempo este clima de trabajo al que hacen responsable directo a la Dirección del CIS por su talante “despótico, autoritario y amedrentador”.

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