De un tiempo a esta parte vamos camino de nada

Estuve casi cuatro años trabajando en el Gabinete de Estudios de CCOO de Navarra y pude comprobar la calidad de sus estudios, soportada en buenos profesionales. En estos momentos, dados los ajustes presupuestarios del nuevo Gobierno, la labor de dicho Gabinete ha cesado. A mis manos ha llegado uno de sus últimos estudios: “Las transformaciones del empleo en Navarra”. Un riguroso trabajo en torno a cómo ha evolucionado el empleo en estos años de crisis. El estudio localizado en Navarra es perfectamente transferible a España en sus aspectos más significativos. En dicho trabajo, se analiza la pérdida de calidad de empleo que nos ha deparado los años negros de la crisis.

Los resultados son clamorosos y ponen los pelos como escarpias. A pesar del actual crecimiento económico, el desempleo sigue siendo muy alto; afectando a muchos hogares con situaciones precarias. Jubilados y pensionistas, en muchos casos, son la fuente principal de sustento de familias desempleadas. Existe una cronificiación del desempleo especialmente en mayores de 45 años. Además, la tasa de cobertura por desempleo ha pasado, en seis años, del 76% al 51% de los desempleados.

Si las personas paradas lo están pasando mal, muchos de los que trabajan tampoco es que les vaya bien. En la población ocupada, la temporalidad, parcialidad de la jornada, devaluación salarial, proliferación de autónomos y de ETTs son elementos que circundan de manera negativa en la calidad del empleo. A tal fin que dicho estudio estima que casi tres de cada cuatro trabajadores han experimentado algún tipo de cambio negativo en su empleo.

Así pues, la crisis nos ha dejado un cuerpo social muy herido. La desigualdad y la pobreza han proliferado. La crisis económica ha sido el reactivo que ha propiciado una sociedad más fracturada. Pero lo más preocupante es que, una vez mejorada la situación económica, no se ven signos significativos de mejoría en cohesión social.

El empleo de calidad, continuo y estable es una 'rara avis' que ya sólo anida en la función pública. Ya no sirve para entrar normalizadamente en sociedad. La ciudadanía ha estado por delante de los políticos en darse cuenta de que el sistema ha fallado en mantener su ritmo. Lo ha cuestionado de manera palmaria. Si no se abordan soluciones, la población que se sentirá socialmente excluida irá en aumento de forma significativa impugnando el sistema social. El actual modelo de postcrisis no es sostenible. Es un modelo que progresa hacia la exclusión; no hacia la integración. No es soportable la existencia de grandes capas poblacionales excluidas.

Ante ello, se deben crear e implementar nuevos sistemas de integración donde el empleo tenga otra dimensión, otra óptica. Un empleo más cooperativo, más social y menos individual, menos privativo. Diferente al de la Sociedad Industrial y Postindustrial. El empleo, como aportación de riqueza, sigue siendo un recurso social necesario; que a su vez se convierte en instrumento inclusivo. A cada uno, según su trabajo. Pero el itinerario, la naturaleza y la tecnología del empleo ha cambiado radicalmente. Por lo que los sistemas de protección social, incluida la Seguridad Social, y los sistema de contribución a la sociedad deben ser definidos de forma radicalmente diferente a la actual.