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Primer día laborable en estado de alarma en Pamplona: gente en la calle y dudas sobre qué negocios pueden abrir

Un estanco abierto en Pamplona en el primer día laborable del estado de alarma

Rodrigo Saiz

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“Hemos tenido que indicar a más de uno que cerrara su negocio porque no sabía si podía abrir o no”, cuenta a este periódico un policía local de Pamplona que en la mañana de este lunes, primer día laborable en estado de alarma, ha recorrido algunas a de las calles de la capital navarra informando a empresarios con dudas sobre si podían abrir o no sus negocios y a algún que otro vecino -una gran minoría- que ha salido a dar un paseo a pesar de no estar permitido. Supermercados, farmacias, estancos, kioskos o tintorerías han podido abrir, pero otros muchos negocios como bares o cafeterías, no, lo que en los primeros días del estado de alarma ha generado cierta confusión entre algunos propietarios que han tenido que ser corregidos por la Policía Foral o las locales para que volvieran a bajar la persiana de sus establecimientos.

Reinventar el negocio para sobrevivir al coronavirus

Otros muchos han salido a la calle para acudir a sus puestos de trabajo con la certeza de que ellos sí tenían total libertad para abrir sus negocios. Es el caso de Juanjo, propietario de una frutería en la Avenida Bayona de Pamplona. Él ha tenido que reinventarse para que la crisis del coronavirus le afecte lo menos posible. Ahora ofrece a sus clientes, la mayoría personas mayores, servicio a domicilio para que no tengan que salir de casa. También se ha tenido que reinventar en la forma de cobro, ahora les pide a sus clientes que, en la medida de lo posible, le paguen con tarjeta, para reducir al máximo el contacto físico con ellos. Asegura que desde el sábado la gente acude a su frutería con “mayor intranquilidad por miedo a que se agoten los productos de primera necesidad”, como la fruta o la verdura que el oferta.

Intranquilidad que también ha notado Laura en la farmacia en la que trabaja. “Hoy en un día clamado”, dice, “pero venimos de días de mucho trabajo y mucha incertidumbre por parte de a gente”, explica. Las mascarillas y guantes se les agotaron hace semanas y dice que no van a tener más “hasta que todo pase porque lo prioritario es que las tengan esos productos los tengan en los hospitales”. Señala que el 'producto estrella' ahora, el que más venden, son los complementos vitamínicos. Añade que sobre todo lo piden los jóvenes para fortalecer su sistema inmune y tener menos posibilidades de contagiarse del coronavirus. Ella y su compañera para evitar el contagio han instalado delante del mostrador una cinta para asegurarse que los clientes respeten el metro de seguridad que hay que dejar. Al preguntarle por si ha tenido que desmentir bulos e informaciones falsas que circulan por las redes sociales, asegura que “sí, muchas veces”. Por ello también han colgado un cartel en el que se explica que “la mejor mascarilla es mantener la distancia de seguridad”. Además, después de atender a cada cliente desinfectan el mostrador y cada poco tiempo se lavan las manos.

Mascarilla y guantes se ha tenido que comprar Clemente, un taxista de Pamplona, que “para no estar tan expuesto” ahora conduce ataviado con estos dos complementos que tanto se ven. Su taxi es el único de la parada que está frente al Palacio de Justicia de Navarra, que este lunes ha prohibido el acceso a todo aquel que no haya sido citado a declarar en un juicio. Explica que en un principio pensó en quedarse en casa quince días, pero cree que “esto va para largo, y al ser autónomo no puedo permitirme estar parado tanto tiempo”. No tiene mucha esperanza de hacer muchas carreras hoy, pero confía “en que algún cliente haya”.

Quien espera un “boom” de clientela es Iñaki, repartidor de paquetes, que cree que en el fin de semana se habrán incrementado el número de pedidos por Amazon, lo que hará que esta semana tenga más trabajo. Por el momento el lunes “ha sido tranquilo”, aunque ya ha tenido que cambiar su forma de entrega de los paquetes. Ahora, según directrices de la empresa para la que trabaja, tiene que dejar los paquetes en el portal y esperar fuera a que la persona baje a recogerlo. “De esta manera evitamos el contacto directo, lo que es más seguro para nosotros y el cliente”, relata.

“No deberíamos estar abiertos”

También lleva mascarilla una trabajadora de una lavandería de Pamplona que no ha querido dar su nombre para mantener su anonimato. Asegura que este lunes no han tenido nada de actividad. Se muestra crítica con la decisión del Gobierno de mantener abiertas las tintorerías y lavanderías de ropa, ya que dice que “no deberían estar abiertas por no ser algo de primera necesidad”. “La gente no tiene la necesidad de traer al tinte un pantalón en una situación así”, cuenta. Ella opta por cerrar, y de hecho creía que cuando ayer se anunció que las peluquerías finalmente no podrían abrir, se iba a aplicar el mismo criterio para las tintorerías. No cierran, dice, porque la competencia sigue abierta y no se pueden permitir el lujo de perder la poca clientela que tendrán estos días de estado de alarma que espera “que se acaben pronto”.

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