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La educación sexual, una asignatura pendiente

El centro Andraize ubicado en Orvina, en el barrio pamplonés de la Chantrea.

Garikoitz Montañés

La educación sexual “no es solo hablar de follar”. A Esther Areta no le cuesta poner los puntos sobre las íes en este tema; esta enfermera lleva varios años trabajando como educadora sexual en el centro de la mujer Andraize del barrio pamplonés de la Chantrea, un recurso público que el pasado 20 de noviembre cumplió 36 años en activo. La cifra pone en evidencia que Navarra fue una comunidad pionera en esta materia, pese a la asociación de la región con el culto religioso de, por ejemplo, el Opus Dei, el carácter del norte y que, en general, el sexo sigue siendo un tabú. Por todas estas razones, colectivos como la Comisión Ciudadana Antisida o la Comisión por el Derecho al Aborto han insistido en la necesidad de profundizar en la educación sexual en los centros educativos, y desde edades muy tempranas. Porque al abordar este tema con “naturalidad”, apunta Areta, se logran unas generaciones más preparadas. Para el sexo y para respetar a los demás.

Andraize nació por una iniciativa popular, de personal sanitario (de Ginecología, auxiliares, Enfermería…) que detectó la necesidad de abordar estos temas en Navarra. Primero se les llamó centros de orientación familiar y, después, de atención a la mujer. El nombre, en ambos casos, invita al engaño. Aquí no se atiende solo a mujeres, porque los cursos de preparación al parto, los trámites para interrumpir el embarazo o, en este caso, la educación sexual (reparto gratuito de anticonceptivos, la píldora del día después y la prueba de embarazo, dudas ante la primera relación sexual…), afectan tanto a ellas como a ellos. En la actualidad, Navarra cuenta con nueve centros de este tipo, repartidos por diversos puntos de su geografía, pero el de la Chantrea sigue siendo el referente.

Por ejemplo, en cuestiones como la educación sexual ofrecen diferentes servicios. La idea general, en cualquier caso, es que este tema no se solucione únicamente mediante charlas, sino que sean talleres, más extensos, participativos y que sean impartidos por las figuras más cercanas a los y las adolescentes. Como el personal docente o sus padres y madres. A los primeros, se les ofrece un taller de preparación para abordar la educación sexual en clase (algo para lo que suelen aprovecharse las horas de tutoría), y otro tanto a los segundos. Areta reconoce que, en ambos casos, a menudo se llevan una sorpresa sobre el contenido, porque “se piensan que solo vamos a hablar del coito, y ven que también se trata de educar sobre los valores, el respeto, la educación en igualdad y la eliminación de tabúes. Y no solo mencionamos los riesgos, que también, sino además el placer, la comunicación y saber decir no”. Porque, tampoco se puede negar, Andraize arrastra la imagen de ser un centro liberal, un cliché que intentan solventar con su trabajo diario.

De la ley a la práctica

La Ley de Salud Sexual y Reproductiva, impulsada en 2010 por el entonces Gobierno central socialista, plantea la obligatoriedad de abordar la educación sexual en los centros educativos. Sin embargo, en la práctica, abordar esta cuestión en un aula depende del personal docente o directivo de cada colegio, o de que las asociaciones de padres y madres del alumnado (las apyma) la soliciten. Areta, una de las cuatro educadoras sexuales de Andraize en la Chantrea, contabiliza la realización en 2014 de unos 12 cursos para apyma (fueron 11 en 2013 y 7 en 2012) y de 56 talleres con diferentes centros educativos. Incluidos, por ciertos, colegios de monjas. A ese balance cabe sumar los tres talleres de autoconocimiento realizadas con chicas que estudian Trabajo Social en la Universidad Pública de Navarra y otro con chicos. En 2015, esperan realizar un curso parecido pero agrupándolos a ambos.

Andraize, por otro lado, también abre sus puertas a las visitas a los colegios, habitualmente de 3º de la ESO. Con frecuencia, es una forma de que los chicos y chicas conozcan que tienen ese recurso a su disposición y pueden acudir a plantear sus dudas sobre el sexo y sobre otras cuestiones. Para ello, por ejemplo, el centro tiene un programa joven que les permite atender por las tardes, los lunes y miércoles, a menores de 23 años, con cita previa y sin ella. En ese asesoramiento, el personal detecta las carencias sobre educación sexual (y de la disposición de un centro de juventud en Navarra, un debate largamente planteado en el Parlamento foral y en el que no se ha avanzado), con unos jóvenes demasiado marcados por los estereotipos que ven en la televisión: “Están muy mal informados y vemos de todo. Dicen que la marcha atrás es fiable, que con la regla es imposible el embarazo o que, si les falta el preservativo, lo sustituyen por una bolsa. Comentarios que al principio crees que son una broma, y luego te das cuenta de que los dicen en serio”.

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