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Escolares diabéticos en los comedores: un problema de falta de información

El presidente de la Asociación de Diabéticos de Navarra, Juantxo Remón.

Garikoitz Montañés

¿Un niño diabético tiene garantizado, sin aviso, acudir a un comedor escolar o a una excursión del sistema público en Navarra? En la actualidad, la respuesta es no. Estas circunstancias se saldan gracias a la implicación de los profesionales de algunos centros, de las madres y padres de alumnos o de la Asociación Navarra de Diabetes (Anadi). Pero una de las claves para equiparar la respuesta a estos casos en todos los colegios públicos sería contar con un protocolo de actuación, un documento disponible en otras comunidades y que, por el momento, ya cuenta con el compromiso del Departamento navarro de Educación de estudiarlo. Ese protocolo, no obstante, es un punto de partida; el de llegada, al menos para Anadi, sería contar con una enfermera en las escuelas.

Este debate surge tras una denuncia de la asociación, que el pasado 12 de septiembre expuso el caso de un niño de un colegio público a quien no se le permitió el acceso al comedor por carecer de un supervisor que se hiciera cargo de que utilizaba la dosis de insulina adecuada. Pero el día 15, en una reunión con el consejero de Educación, José Iribas se comprometió a garantizar el acceso de los escolares diabéticos al comedor y, para ello, a trabajar en un protocolo de actuación.

Anadi ya está en ello. Para proponer un documento al Gobierno Foral que les permita avanzar, ha ideado un grupo de trabajo (conformado por el momento por tres médicos, dos padres y el psicólogo de la asociación) y usa como base protocolos ya activados en otras comunidades (pero incluyendo ese acceso al comedor, que suele estar desatendido), como por ejemplo el de Baleares. En este documento, al que ha tenido acceso este periódico, para garantizar una “escolarización normalizada” de los niños con Diabetes tipo I, se apuesta por formar a los profesionales educativos con unos conocimientos suficientes para poder atender a estos estudiantes, la disposición en el centro del material necesario para el tratamiento de la enfermedad, la coordinación con los centros de salud y con las familias (que aportarán un informe médico con indicaciones de control y seguimiento), y la revisión continua de estas medidas, acordadas en este caso entre la Consellería de Salud y Consumo, la de Educación y la asociación de diabéticos de Illes Balears.

En Navarra, según explica el presidente de Anadi, Juantxo Remón, a menudo los padres y madres de niños diabéticos “asumen” directamente que es un problema que un niño con diabetes se quede en el comedor escolar, por lo que lo evitan. Otra alternativa es que ciertos progenitores van hasta los centros para controlar que esas dosis de sus hijos son las adecuadas y se inyectan la insulina, o, incluso, a veces hay integrantes de la asociación Anadi que hacen estas funciones. También ha habido padres que han acompañado a los estudiantes a excursiones escolares. Pero, al final, en todos estos casos no se trata de una situación que facilite la integración del alumno.

De ahí que contar con un protocolo que apueste por la formación y por una respuesta conjunta en los colegios públicos suponga un paso adelante. No obstante, el panorama “ideal” para Anadi sería que todos los centros dispusieran de su propia enfermera. El Sindicato de Enfermería SATSE, a raíz de este debate, propuso la misma medida, que por ejemplo ya funciona en un centro concertado como la Ikastola San Fermín, situado en Zizur Menor.

“Un valor añadido”

Para la secretaria general del sindicato en Navarra, Reyes Medrano, este tipo de servicio es “un valor añadido” para los colegios, que de esta forma pueden atraer a nuevos alumnos. En cuanto a cuál sería la forma idónea para implantarlo en el sistema público (en la actualidad, según SATSE, hay solo una enfermera en un colegio público de Tudela y otra en un centro de Pamplona, pero por necesidades educativas del alumnado), Medrano cree que podría haber una enfermera en los colegios de mayor tamaño o, en los más pequeños, reforzarse la atención primaria en los centros de salud del entorno. Pero todo pasa por contar con “más personal”.

Desde Anadi aseguran que, por el momento, el Departamento navarro de Educación no ve con malos ojos esa posibilidad de la enfermera escolar, que pueda atender a diabéticos pero también a otro tipo de patologías, las campañas de vacunación, las alergias y un largo etcétera; pero, por el momento, un primer paso hacia esa meta sería disponer de ese protocolo de actuación que ayudaría a solventar el déficit de información sobre esta enfermedad en la comunidad educativa. El objetivo, al menos para la asociación, es que esté disponible durante este mismo curso escolar.

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