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Tipitako, cuando la música consiste en divertirse y mezclar “sin complejos”

Los integrantes de Tipitako, durante una actuación / Foto: SergioBárcenaPhoto.

Garikoitz Montañés

Tipitako es el proyecto de un grupo de siete músicos que no viven de la música; siete veinteañeros navarros que se ganan la vida en la fontanería o en otros oficios, y para los que tocar es una afición. O algo más. “Hay quien tira del grupo hacia arriba y quien dice que no nos emocionemos”, cuenta Marcos Fernández Ciriza, voz y guitarra. La carrera de la formación hasta ahora se ha fraguado en los conciertos en cualquier bar, en los discos preparados con la ayuda de amigos para reducir costes y, en definitiva, en hacer música. Una dedicación que, ahora, les ha valido el primer premio en los Encuentros de Arte Joven 2015 (organizados por el Gobierno de Navarra) y que, este jueves, les permitirá tocar (versión en acústico) en la gala de cierre del certamen que tendrá lugar, a partir de las 20:00 horas, en el Zentral Café Teatro de Pamplona.

Fernández empezó a tocar la guitarra y a componer con 16 años. Buscaba integrantes para un grupo y, a través de un amigo del instituto, encontró a un guitarrista en un grupo de batucada. Así, poco a poco, desde 2010 y con la mayoría de sus integrantes rondando la veintena, crecieron hasta componer la formación actual de siete personas: Koko (guitarras), Pari (guitarras y coros), Pájaro (bajo), Israel (batería), Juantxi (percusión latina), Alberto (trompeta) y el propio Marcos, además del encargado de sonido, Sergio Cárdenas. Cada uno, como dice, “somos de una madre”, salidos de barrios como la Chantrea, la Rochapea o San Juan, o de municipios como Barañáin. Y esa mezcla es la que se percibe en la apuesta musical del grupo.

Porque desde Tipitako llevan a gala que su estilo dura lo que dura cada canción. Se trata de una mezcla “basada en el contraste y sin prejuicios”, desde la rumba (Marcos menciona como influencias Muchachito Bombo Infierno o Los Delinqüentes) al rock, la música latina, salsa, merengue, reggae, o el punto flamenco. La condición, eso sí, es divertirse y divertir, y apostar por “un show dinámico, muy alegre, muy rumbero”.

De ahí que Tipitako (nombre que, por cierto, hace referencia a las collejas habituales entre sus integrantes: “Solíamos tener el cuello rojo”) sea, a menudo, un sinónimo de fiesta y de concierto veraniego: “Sí es verdad que en verano suele sonar más el teléfono. Hemos tocado en todo tipo de bares, no tenemos problema. Somos un grupo que está empezando y no ponemos condiciones. Siempre es mejor cuando se puede asegurar un buen sonido, pero si te piden que toques en un bar pequeño, vas”. A menudo, de hecho, ensayan con un altavoz. Y, no obstante, ya han podido telonear a grupos como Chambao, José El Chatarra, Celtas Cortos, Sidonie o, este pasado sábado, Los Secretos.

Una ayuda “caída del cielo”

Fue en ese momento cuando se disputó la final, junto al grupo Dreaming For a Day. En esta edición, únicamente ha habido dos finalistas, de ahí que Fernández lamente que un evento de este tipo no cuente con algo más de promoción (y de recursos), la que permitió en su día otorgar premios a los tres primeros clasificados y contar con una mayor participación (en noviembre de 2014, en la que Tipitako también se presentó y no ganó, hubo ocho combos). Los 4.000 euros del galardón, por cierto, ya tienen destino porque “nos vienen caídos del cielo”: la mitad servirá para ensayar y mejorar el material, y otros 2.000 euros les permitirán grabar un nuevo disco, del que ya tienen compuestas la mitad de las canciones.

Hasta el momento, Tipitako cuenta con una maqueta (Maskarakespalda, Alacrania Records) y un primer disco homónimo. Quien desee escucharles, tiene una nueva oportunidad este jueves en Zentral y, esperan, este verano en nuevos conciertos. Como reto, apuntan a que alguna vez esperan tocar durante los sanfermines en plena calle. Un objetivo pegado al suelo, como la apuesta de un grupo que solo quiere hacerse oír, sin poner las expectativas altas, porque “entonces el hostión puede ser muy grande”, pero con el objetivo de progresar y de que “ojalá, de verdad, podamos dedicarnos a esto. Ahora mismo todos tenemos que pagar una hipoteca y ganarnos la vida, no podemos estar ocho horas tocando. Pero es lo que nos gusta”.

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