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UPN decide quién llena su vacío de poder

Garikoitz Montañés

Llega el día. No el del congreso de UPN, pero sí el de la asamblea que decidirá quién encabeza el partido, de entrada, tras la marcha de Yolanda Barcina. De cara al exterior, el nuevo presidente o presidenta tendrá que preparar al partido para las cercanas elecciones generales (la atención está puesta en cómo se deciden los pactos) y, de forma interna, deberá buscar puntos en común en un partido a menudo convulso y afectado por la pérdida de poder tras los últimos comicios forales y municipales. Una prueba de ello es que no ha habido consenso en cómo realizar esa transición: si con la asamblea de este 27 de septiembre o con el congreso, que también permitiría renovar el partido, y que se baraja para el primer semestre de 2016.

La dimisión de Yolanda Barcina como presidenta de UPN, tras su marcha de la política, forzó esta situación, la de elegir ahora quién será su relevo en la Presidencia del partido, a pesar de que ella misma ya había anunciado apenas dos meses antes que sería a través de un congreso. La diferencia entre ambos sistemas es que en la asamblea, los casi 4.000 afiliados y afiliadas de la formación pueden decidir la Presidencia (el voto es personal e intransferible, recuerdan desde UPN), pero no renovar los órganos del partido, mientras que el congreso es un proceso de una mayor profundidad, que permitiría además de, por ejemplo, elegir a la Ejecutiva, renovar a través de ponencias las apuestas políticas de la formación. Por el momento, lo que está acordado es que la votación se realice el 27 de septiembre entre las 10:30 y las 13:00 horas y para ello, como novedad, se han habilitado cinco puntos: Pamplona (en Baluarte), Tudela, Tafalla, Estella y Elizondo, un sistema que podría aumentar la participación en un proceso en el que, al menos en la última ocasión, durante el congreso de 2013 en el que Barcina se impuso a Alberto Catalán con el 51% de los votos, participó alrededor del 40% de los afiliados y afiliadas.

Así las cosas, finalmente el Baluarte de Pamplona acogerá una asamblea y será la persona elegida la que tendrá que preparar al partido para ese congreso, si finalmente en esta jornada se respalda la apuesta de convertir la próxima asamblea general ordinaria del partido, que debería celebrarse durante el primer semestre del próximo año, en ese congreso extraordinario. Así que el presidente o presidenta tendrá que afrontar pronto otra reválida, de ahí que se haya insistido en que la persona elegida es una figura novedosa, que ocuparía una Presidencia casi interina y en uno de los momentos más críticos de UPN, tras la pérdida del Gobierno Foral, el Ayuntamiento de Pamplona y los principales consistorios navarros. Ahora se busca a alguien que ocupe el vacío de poder que deja Barcina y está claro que quien ahora resulte elegido o elegida ganaría una batalla clave antes de esa ratificación final en el congreso.

Tres candidaturas

La aparición con cuentagotas de los aspirantes en los medios de comunicación ha sido un indicador de la tensión del momento, aunque el secretario general del partido, Óscar Arizcuren, aseguró el pasado viernes que el ambiente en el que marchaba el proceso era el “razonable”. José Javier Esparza (Pamplona, 1970) ha insistido, por ejemplo, en que el objetivo era llegar antes a los afiliados y afiliadas. El actual cabeza de lista de la formación en el Parlamento de Navarra, y pronto portavoz en la Cámara (un proceso que también ha generado debate, al tomarse la decisión ahora en septiembre pero retrasar el ejercicio de la portavocía hasta octubre, después de la asamblea), se presenta a priori como el favorito (a pesar de que tardó en confirmar que daba el paso). Con el aval de haber sido elegido el pasado mes de noviembre como cabeza de lista, de haber mantenido a UPN como el partido más votado (pese a la pérdida de poder) en Navarra, se presenta ante la afiliación, según recogió Diario de Noticias tras la celebración de la primera asamblea, como un candidato seguro y conciliador.

Esparza, hasta el momento, no parece enclavado en un bando dentro de la formación. Fue el consejero de Desarrollo Rural y Medio Ambiente durante el gabinete de Yolanda Barcina en Navarra, pero después dio un golpe en la mesa para que la ahora expresidenta del gobierno no formara parte de las listas al Parlamento. Y finalmente no lo hizo; eso sí, otros pesos pesados de la formación sí figuraron en esa plancha.

La senadora Amelia Salanueva (Estella, 1966) sí ha sido situada más cerca del sector de Miguel Sanz y está por ver si logra captar los apoyos de las personas afines, por ejemplo, a Alberto Catalán. Salanueva ha sido más accesible para los medios de comunicación, constante en su aparición en diferentes eventos desde que anunció su candidatura y, por tanto, la suya ha sido una campaña más al uso que la de Esparza. Y ha sido clara al hablar del “estado de shock” del partido y de la necesidad de celebrar el prometido congreso.

María Kutz (San Sebastián, 1954), por su parte, ha sido la sorpresa del proceso. Y, también sorprendentemente, la exconsejera de Salud durante los gobiernos de Sanz renunció de entrada a participar en las asambleas organizadas por el partido (en Tafalla, Estella, Pamplona y Tudela) para dar a conocer las propuestas de cada candidato o candidata. Ha asegurado, según confirman desde UPN, que la postura de cada uno de los aspirantes era ya conocida. En su caso, más allá de su valía como consejera, puede atraer a un sector del partido más afín a Barcina y que estaba huérfano de candidatos tras la decisión de personas como el exalcalde de Pamplona, Enrique Maya, o el exconsejero portavoz, Juan Luis Sánchez de Muniáin, de no aspirar a la Presidencia.

La candidatura de Kutz parece, en principio, restar más apoyos a Esparza que a Salanueva, lo que sin duda añade interés al proceso. Un capítulo más en un partido cuyos integrantes han coincidido al hablar de la necesidad de unidad, aunque eso no ha evitado los constantes sobresaltos a cada paso. UPN decide ahora su futuro más inmediato, pero en cualquier caso busca una reacción a los últimos comicios que, hasta el momento, apenas se ha producido.

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