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Voluntad de San Fermín

Un dispositivo de Cruz Roja durante uno de los encierros de 2014, en la curva de Telefónica / Foto: cedida.

Garikoitz Montañés

Parece que Navarra se para en San Fermín, que hay un antes y un después, que lo marca todo. Esa reflexión, habitual por estas fechas y estos lares, la usaron en este caso los representantes políticos que negociaban (o negocian) el cambio en el Gobierno Foral. El cambio de rutina en Pamplona se percibe también en la cantidad de negocios ajenos a la fiesta que cierran y las fábricas que obligan a su plantilla a descansar entre el 6 y el 14 de julio. O quizá no descansen tanto. Pero no solo porque expriman los sanfermines, sino que también hay personas que durante estos festejos se comprometen a trabajar por los demás como voluntarias.

Quizá Cruz Roja sea el ejemplo más claro. El colectivo afronta durante estas semanas de junio uno de sus servicios más emblemáticos, como es seguir cada mañana la carrera del encierro. No en vano, la asamblea de Cruz Roja en Navarra puede presumir de ser la más antigua del país porque se creó el 5 de julio de 1864, un día antes que en el resto del país porque, precisamente, había que trabajar en sanfermines. Y, en la actualidad, esa función continúa, desde la noche del 5 de julio hasta la mañana del día 15, gracias al trabajo de unos 350 voluntarios y voluntarias.

Mikel Martínez es uno de ellos. Ha sido voluntario de Cruz Roja Pamplona desde hace ahora 23 años y, como presidente del Comité Local de Pamplona, en 2014 fue el encargado de lanzar el Chupinazo en reconocimiento al 150 aniversario de la entidad. Asegura que el año pasado fue similar a cualquier otro, salvo por la atención mediática, pero espera que 2015 sea más tranquilo. Él es una de las personas acostumbradas a seguir el encierro desde el vallado, atento a caídas y posibles cornadas, para intentar ver su trayectoria y poder actuar con más rapidez.

Y también conoce con precisión el número de personas que hacen posible esa respuesta sanitaria, porque el dispositivo se mejora cada ejercicio, tras el balance que se realiza cada día 15 o, como muy tarde, el 16: un total de 350 voluntarios y voluntarias están presentes en más de un centenar de eventos sanfermineros. Y, como curiosidad, de nuevo alrededor de 25 de esas personas proceden de otras comunidades y llegan a Pamplona incluso desde Canarias para conocer otros servicios (desde Navarra, por ejemplo, también se puede acudir a otras fiestas como las del Pilar o las fallas) y, básicamente, colaborar. ¿No supone eso un sacrificio durante las fiestas? El nuevo presidente de Cruz Roja Navarra, Pedro Herrero, usa exactamente esa palabra; Martínez, por su parte, cree que no se trata de algo exclusivo de San Fermín: “Los voluntarios hacemos este trabajo durante todo el año. Yo, por ejemplo, sacrifico cada jueves, otros los sábados... Damos nuestro tiempo por la comunidad. Es otra forma de vivir las fiestas”.

“Siempre necesitamos gente”

Quienes trabajan como voluntarios o voluntarias en sanfermines usan a menudo esa frase, e invitan a la ciudadanía a probar esa forma de ver San Fermín. Ana Urmeneta, directora de la tómbola de Cáritas, asegura que la entidad siempre necesita más manos para atender este servicio (durante los festejos, el resto de los servicios del colectivo se frenan), otro de los emblemas de la fiesta ubicado en este caso en el Paseo Sarasate. El año pasado, por ejemplo, el 12 de julio, antes de que terminaran los festejos, Cáritas anunció la venta de sus dos millones de boletos; en 2015, ha preparado 2,2 millones. Y, para lograr estas ventas y la entrega de premios, colaboran con la entidad un centenar de personas, algo para lo que “todos somos válidos. Siempre necesitamos gente porque eso alivia la carga de trabajo. Aunque sean dos horas, por la mañana o por la noche, eso permite que otros salgan antes”, explica.

Otro punto solidario convertido en un referente de San Fermín es el comedor de París 365. La ONG vuelve a abrir durante las fiestas este punto para así lograr financiación y, por ello, este local situado en la calle San Lorenzo (31, bajo), en pleno Casco Viejo pamplonés, estará abierto cada día de los sanfermines a partir de las 09:00 horas y hasta la madrugada. Para hacerlo posible, cuenta con el trabajo de 97 personas voluntarias, que ejercen de camareras, pinches de cocina o atienden la barra durante los servicios de almuerzo, comida o cena.

La coordinadora de proyectos de la entidad, Eliana Alemán, explica que acudir a este punto para comer también es una forma de colaborar con el comedor social y, por ello, se ofrecen menús solidarios por 25 euros, además de bocadillos, bebida y música en el local, ya que la organización también ha preparado una programación cultural especial para las fiestas, con batukada, charanga o rock en acústico, que se desarrollará en el burgo de San Cernin.

Esta oferta hostelera no es muy diferente al de una peña u otros locales, pero desde la entidad precisan que el dinero obtenido se destinará a sufragar el comedor solidario. Este, junto al reparto de cestas básicas de alimentación para familias con menores a su cargo, ha aumentado su actividad durante el primer semestre de 2015 en un 30%, según precisaron desde la entidad en su balance anterior a las fiestas: han servido hasta mayo 20.038 comidas para 258 personas diferentes (de ellas, un tercio no tenía ningún tipo de ingreso) y, para el reparto de las cestas, cuentan con lista de espera. De ahí que San Fermín suponga una oportunidad para contribuir al presupuesto de la entidad (solo el 21% se cubre con financiación pública); porque el mundo puede pararse en San Fermín, pero las necesidades sociales no.

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