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Aborto, “una práctica ginecológica más”

Los alrededores de la Clínica Ansoáin, en una zona industrial del municipio.

Garikoitz Montañés

“A las clínica vienen a veces unos jóvenes estudiantes a manifestarse, que no conocen los problemas de las mujeres, que intentan incordiar un poquito. Yo les saludo con un 'Buenos días, chavales', les digo que estudien un poco más y ya está”. El ginecólogo y responsable de la clínica abortiva de Ansoáin, José Miguel Gurrea, describe de esta forma su convivencia con los grupos de presión católicos que se concentran frente al centro sanitario; pese al impacto mediático de esas movilizaciones, el doctor asegura que al día a día de la clínica “no le afectan” los escraches; tampoco que haya concentraciones de estos grupos para rezar el rosario los viernes por la tarde frente al recinto, porque “es respetable” y porque “rezar no le hace daño a nadie”. Intenta quitar hierro a la polémica, aunque es evidente que ha habido momentos de tensión. Con todo, asegura que una mujer decidida a interrumpir su embarazo, lo hará. De ahí que defienda que lo mejor sea hacerlo con todas las garantías sanitarias y de una forma normalizada, porque un aborto es, para este médico, “una práctica ginecológica más”.

La clínica de Ansoáin, el primer centro privado que practica interrupciones del embarazo en Navarra, abrió en 2011. Para la Comunidad Foral, supuso un paso importante en este aspecto ya que, hasta entonces, el sistema público no realizaba abortos y, para que las pacientes pudieran frenar el embarazo, tenían que acudir a otros centros fuera de la región. En la actualidad, este centro sanitario realiza entre 700 y 800 abortos al año en Navarra.

Otra cuestión es que se haya normalizado la decisión, nunca sencilla, de realizar un aborto. La clínica se ubica, con aspecto similar al de una clínica dental y algo escondida, en una zona industrial del municipio navarro de Ansoáin. Gurrea niega, no obstante, que ese emplazamiento tuviera algo que ver con que en el ayuntamiento gobernara el PSN, porque también buscó otros locales en el entorno de Zizur Menor y Mayor, Artica o Berriozar. Pero sí admite que el extrarradio era una buena opción por su tamaño, su facilidad para aparcar y sí, su “discreción”. Y porque “tampoco es cuestión de provocar a nadie; eso, lo mínimo”.

Pero su ubicación no es precisamente un secreto. Su web no se esconde, y tampoco las intervenciones que realiza. Gurrea repasa que lleva a cabo vasectomías y su reversión, tratamientos de fertilidad... y “una más” de esas prácticas ginecológicas “es el aborto”. Algo que, según este doctor, es “tan viejo como la Humanidad”. La única diferencia es que, con la ley de 2010, la ahora vigente en España, a las afectadas les brinda una mayor seguridad, asegura. Porque los abortos “ya no se hacen en la cocina, sino en un quirófano”, expone.

“Ruiz Gallardón trataba de pasar a la posteridad”

Esta ley ha estado a punto de modificarse hasta que el gobierno Rajoy ha decidido retirarla y el ministro de Justicia, Alberto Ruiz Gallardón, presentar su dimisión. Gurrea afirma, sin embargo, que “siempre pensé que esa ley no iba a realizarse”. “Era un anteproyecto anacrónico, irreflexivo”, que para este médico es el reflejo de un político “vanidoso y soberbio” como, asegura, es Ruiz Gallardón, porque “trataba de pasar a la posteridad”.

Se habló de que esa norma provocaría de nuevo los viajes al extranjero para poder abortar, que recortaba las libertades de las mujeres, que era una concesión a la presión de la Iglesia Católica... Y Gurrea la describe como una ley prácticamente “franquista, de sotana”, pero que no iba a prosperar. Porque, en su opinión, suponía una “sangría” de votos y porque no encajaba en la política europea, donde los conservadores también han impulsado normativas sobre la interrupción del embarazo en Inglaterra, Francia, Italia o Alemania. Porque para este ginecólogo, abortar no es una cuestión de derechas o de izquierdas: “La sensatez de estos países ha sabido ver que las leyes que afectan al comportamiento directo de las personas no se tocan ni se marean cada dos por tres”. Y cree que ni siquiera en España, o en Navarra, donde la presión de la Iglesia (y, en el caso navarro, del Opus Dei) “puede ser mayor”, esa presión sea efectiva. Porque tampoco lo ha sido, por ejemplo, con el divorcio o la reproducción asistida.

Gurrea, por su parte, recuerda con una sonrisa que “yo de joven era comunista”, de “los de Santiago Carrillo”. Y, quizá por eso, “siempre estuvimos vinculados a la defensa de la libertad de la mujer a la hora de decidir que quiere interrumpir su embarazo”. Y rememora los tiempos de los procesos contra los médicos que realizaban estas prácticas en Bilbao o Pamplona, pero también defiende que la situación ha cambiado.

¿Abortos en el sistema público?

De ahí que crea, además, que el PP no volverá a la carga, como temen desde los movimientos feministas. Y asegura que estas interrupciones seguirán haciéndose en clínicas como la de Ansoáin, que por ahora no tiene competencia en Navarra. Sin embargo, esta polémica también ha reavivado las voces de grupos feministas que piden ir más allá, y que se garantice que los abortos puedan realizarse directamente en el Sistema navarro de Salud, y no como ahora que, aunque público y sin coste para la paciente, los casos se presentan en centros públicos como Andraize pero se derivan principalmente a la Clínica Ansoáin.

A este respecto, la Cámara de Comptos, el órgano que fiscaliza las cuentas públicas en Navarra, ya realizó en 2013 un informe en el que concluía que algunas interrupciones del embarazo, como la farmacológica, costarían la mitad si se prestaran en el sistema público; y, dado que los ginecólogos parecían asegurar que había personal no objetor dispuesto a ello, Comptos recomendó que se estudiara la posibilidad de reducir el circuito al sistema público.

Gurrea, que además de la clínica de Ansoáin gestiona otra similar en Bilbao, rebate esta versión. El doctor defiende que algunas prácticas costarían más en el Hospital Virgen del Camino y que el sistema de salud mejoraría, en todo el país, si “los procedimientos sencillos se hicieron en clínicas privadas, donde valdrían la mitad”. Pero, ¿ayuda a normalizar el aborto que se derive a clínicas como la de Ansoáin? Gurrea augura, en este sentido, que el número de abortos tenderá a disminuir. En la actualidad, casi la mitad de las afectadas son de origen inmigrante, un sector donde, según asegura, falla más la cultura de la contracepción. De ahí que, cuando adquieran el hábito en el uso de los anticonceptivos, la cifra seguirá cayendo “en toda España”.

(Edición actualizada).

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