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Así funciona el control de las denuncias falsas de maltratadores

Una concentración contra la violencia de género / Foto: Efe.

Garikoitz Montañés

¿Las víctimas de un maltrato pueden defenderse en caso de una agresión? Asociaciones como la Comisión para la investigación de los malos tratos en Navarra o Andrea pusieron recientemente en cuestión esta posibilidad tras denunciar que, en su opinión, se ha asentado que supuestos maltratadores respondan a las denuncias con otras denuncias para que estas sean consideradas riñas dentro de la pareja, una práctica que pondría contra las cuerdas a las medidas de la Ley contra la violencia de género. Sin embargo, la responsable del Juzgado de Violencia sobre la Mujer de Pamplona, la magistrada Ana Llorca, defiende que hay razones para confiar en el sistema y métodos para distinguir entre la violencia de género y una pelea dentro de una pareja.

“Denuncie él o no, somos nosotros los que, a la vista de lo que hay decidimos qué postura ocupa cada uno. Muchas veces en el atestado policial ella viene como denunciante o perjudicada y él como imputado o agresor y, si él presenta lesiones, colocamos a los dos en la doble posición de imputado y perjudicado. Porque la investigación busca determinar qué ha pasado y, para ello, necesitamos garantizar los derechos de los dos”, apunta Llorca. Por ello, argumenta que, aunque cada investigación parta de la confianza en la versión de la denunciante, debe contemplar todos los supuestos: asegura, así, que puede haber maltrato pero, también “que no haya una posición de dominio de él o que haya una tensión puntual tras la que ambos se agredan”.

Pero, ¿es habitual que se produzcan estas denuncias de respuesta? Así lo apuntó, por ejemplo, la abogada de la Comisión de investigación de los malos tratos en Navarra, Sara Vicente Collado, quien mostró su hartazgo porque esta maniobra se haya convertido en habitual, y que se acepte la posibilidad de una riña mutuamente aceptada dentro de la pareja, a pesar de que una de las dos partes no la reconozca como tal.

Llorca, por el contrario, negó que haya percibido esta tendencia y aseguró que las denuncias del supuesto maltratador se dan en alrededor de un 10% de los casos (en Navarra se tramitan al año unas 1.000 denuncias), y ahora se reafirma en esta opinión, al apuntar que este tipo de denuncias falsas “son mínimas, y no vemos una utilización sistemática”.

La clave, en cualquier caso, está en diferenciar una riña del maltrato o de una respuesta fruto de la legítima defensa de la víctima. Porque Llorca recalca que una víctima sí puede defenderse, pero, y esta es la clave más controvertida, de una forma “proporcionada al ataque recibido”: “Sí, puede defenderse, y partimos de que creemos a las víctimas, pero a él también hay que aplicarle la presunción de inocencia, por eso debemos verificar que no ha habido un exceso en esa legítima defensa”. ¿Y qué se considera un exceso? “Hay que ver cada caso, pero el Tribunal Supremo ya nos marca una línea a lo que es proporcional y lo que no”, apunta.

¿El sistema funciona?

La opinión expresada por los mencionados colectivos sociales concuerda, no obstante, con la manifestada por el exdelegado del Gobierno para la Violencia de Género, el forense Miguel Lorente, quien ya ha mostrado su preocupación por las nuevas fórmulas de machismo (el llamado posmachismo) y porque se pueda equiparar la agresión y la violencia defensiva.

Llorca, por su parte, explica también que, para distinguir estas denuncias de respuesta del presunto maltratador, por ejemplo se puede ver el momento en que se producen, si es después de la denuncia de la supuesta víctima o ambos acuden al mismo tiempo a las fuerzas de seguridad, para evitar que sea un caso de “acción-reacción”. “Disponemos de bastantes medios. Cualquier interviniente puede utilizar un procedimiento judicial es capaz de usarlo de forma torticera, pero para eso está el personal forense, la Fiscalía, el juez instructor y el sentenciador… Son muchos operadores jurídicos y controles para que no sea tan fácil manipular la respuesta judicial”.

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