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Cómo huir del Cantajuegos: la música infantil también puede acabar gustándote

Imagen de un concierto del grupo Chumi Chuma.

Elena Couceiro

“Yo tengo un tallarín, que se mueve por aquí, que se mueve por allá”, “Para dormir a un elefante, se necesita un chupete muy grande”, “El burrito Pepe muy cargado va...”. Si convives con peques, seguro que alguna de estas canciones forman parte de la banda sonora de tu casa. Se trata de temas de Los Cantajuegos, proyecto nacido en 2004 que cuenta con más de 20 CD y DVD y que ha llevado a cabo 1.250 espectáculos con más de un millón de espectadores. También es el hilo musical de buena parte de las escuelas infantiles.

Si te apetece variar un poco de ello en la playlist de tu familia, en este reportaje te proponemos algunas ideas de músicas para todos los gustos. Hay rock, canción protesta, pop indie y cantautoras.

Petit Pop es una banda asturiana fundada en 2010 por músicos de grupos indies  como Nosoträsh o Pauline en la Playa. Esta Navidad sacan ya su séptimo disco y su teclista, Lara, cuenta que “siempre nos gusta decir que Petit Pop no es un proyecto, no es algo que nosotros tuviéramos en mente. Fue un resultado de gente que llevábamos haciendo música desde los noventa”.

“Nosotros llevamos cubriendo esa necesidad expresiva con la música ya hace mucho tiempo”, continúa, “y llegó este momento de nuestra vida en el que teníamos niños y pareció lo más natural para nosotros cantar canciones para ellos y con ellos sobre la vida que nos tocaba llevar ahora”. Uno de los videoclips que más éxito tiene en Youtube es Vámonos en bici, en el que, con ayuda de marionetas, cuentan a los niños y niñas el equipamiento que necesitan y reivindican “a los alcaldes y alcaldesas que pongan carril bici”.

Yo Soy Ratón es un proyecto de canción protesta para niños que publicó su primer álbum en 2014 por iniciativa de Manu Rubio, educador infantil. Relata que al ver escenas típicas entre padres e hijos “empecé a componer las canciones para darle salida en la escuela. Tampoco esperaba ir más allá, aunque vi que las canciones molaban a los niños y que a los padres les gustaban un montón”. Confiesa que “cuando mi chica se quedó embarazada, como pensaba que al ser padre se iba a acabar el mundo, me dije que o los grababa ahora o ya nunca iba a poder”.

Su primer disco se llamó justamente Canción protesta, aunque es su segundo el que más ahonda en este género: “No te sabría decir cuándo aposté por la canción protesta. No se me ocurrió de repente, las canciones salieron y cuando tuve el disco vi que era una cosa diferente”. Creó después incluso talleres de pancartas “porque me di cuenta de que era eso lo que nos diferenciaba, lo que hacía este proyecto especial”.

En Canción protesta, Yo soy Ratón canta sobre situaciones como dejar al niño en la escuela sin despedirse, decirle que vamos a comprar y llevarlo al dentista o recurrir al “no ha sido nada” cuando se da un golpe. Y canta: “No me digas que sí cuando es que no, que los pequeños también tenemos corazón”.

De Vetusta Morla a Baila conmigo

Baila conmigoChumi Chuma es, describen ellos mismos, “el primer grupo musical interdimensional”. La idea nació en un concierto de Vetusta Morla en 2015 y desde entonces se han subido al escenario con una banda de músicos, un ser que viene de otra dimensión (Chuma), una bailarina/animadora y colaboraciones de lujo como Leonor Watling.

El personaje humano de este peculiar dúo había tocado con Christina Rosenvinge, Tulsa o Russian Red, ¿cómo se le ocurrió empezar a hacer canciones para niños? “Fue tan fácil como hacer lo que nos gusta, sin mayor pretensión. Hasta ahora nuestras canciones han sido sobre todo rock, pero Chuma está descubriendo otros géneros fantabulosos en nuestra dimensión y vamos a experimentar con todos ellos. ¡Lo importante es que vengan desde el corachón!”.

En una de las canciones más emblemáticas y que da título al disco, Baila conmigo, cantan: “Todos los días te tienes que levantar, ir al colegio y ayudar a tu mamá. Pero en el fondo lo que te gusta es bailar, y en cualquier sitio te puedes poner a practicar”.

La Chica Charcos y the Katiuskas Band es otro proyecto liderado por Patricia Charcos, actriz y maestra: “Yo de pequeña siempre me metía a jugar en mi habitación y escribía, hacía bailes, canciones, obras de teatro. Luego iba por el edificio compartiéndolo con los vecinos. Así es como llegué a la música, con poemas que voy escribiendo y que me gusta escribir desde niña”.

“Un día un amigo me regaló un ukelele y así puse música a esos poemas que al principio para mí eran muy íntimos”, recuerda. Hace ahora cuatro años se reunió con dos amigos músicos y, desde entonces “la acogida ha sido y sigue siendo impresionante”. En una de sus canciones, Sube aquí, La Chica Charcos contesta a los adultos cuando “de pequeña me decían 'Baja de ahí, en las nubes no se vive”.

La música para familias no es un género menor

Frente a la idea de que las canciones infantiles son un subgénero, las bandas entrevistadas reivindican la dignidad de la música infantil y, de paso, del público familiar. Lara, de Petit Pop, explica que “nosotros hacemos estos discos de manera igual de entregada y de profesional que cuando lo hacíamos para adultos”.

Por eso reclama que merecen “unos horarios y unos espacios adecuados en el que todos estemos cómodos: los que tocamos, los peques, los padres, los abuelos. Esto es lo que le falta a este engranaje cultural para darle el valor que merece”. Lara afirma que “una de las cosas que creo que en Petit Pop hacemos bien es tratar a los niños como personas. Procuramos no usar un lenguaje demasiado infantilizado, demasiado edulcorado”.

“Me encantan los niños, estoy muy conectada con mi niñez y cuando se subestima a los niños y a las niñas me cabrea mucho”, confiesa Patricia Charcos, que defiende que “todo tipo de cultura trate a los niños de forma inteligente”. Chumi Chuma incide en esa idea: “Una de las mayores satisfacciones que da tener una banda de rock con un ser de dos metros veinte, dos cuernos y un solo ojo es conseguir que los adultos recuerden que siguen siendo niños y tienen el derecho (y la obligación con ellos mismos) de hacer el chuma como cuando eran pequeños. El que ha sido niño nunca deja de serlo, y por eso nuestros conciertos están pensados para toda la familia y para todas las edades”.

Manu Rubio, de Yo Soy Ratón, quiere comenzar una campaña escolar para visitar colegios de toda España y subraya la importancia de esa conexión a través de la música: “La gente se está dando cuenta de que eso es una necesidad, que al final la música y el arte enfocado a la infancia tiene que ser algo que te une con la familia. No algo que te separa, no algo que pones en el coche para que estén los niños tranquilos mientras tú piensas en tus cosas”. Por eso, aboga por “dar a nuestros hijos la oportunidad de escuchar otra música, otros ritmos”, porque eso supone abrir su mente.

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