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“Nadie confía a la política lo que solo la política podría resolver”

Primera jornada del tercer congreso internacional de Comunicación Política celebrado en Bilbao.

Laura Murillo Rubio

Bilbao —

La desconfianza actual hacia la clase política lleva a replantearse si el mensaje o discurso que lanzan dirigentes y gobiernos cala realmente en la ciudadanía y su electorado en la actualidad. En un mundo en constante cambio como en el que hoy vivimos, la comunicación política busca nuevos cauces por los que entablar relación con la población para recuperar su confianza. Esa transformación es la que analiza el tercer congreso internacional de Comunicación Política ACOP celebrado esta semana en Bilbao, que cuenta con expertos de varios países que han profundizado en las oportunidades ofertadas por los nuevos medios para transmitir el mensaje político.

En la primera jornada, Joel Benenson, encuestador del equipo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, ha destacado que hay que comprender “bien” la realidad de la gente para empatizar con ella. Es por eso que en los sondeos previos a las elecciones presidenciales norteamericanas de 2012 en las que Obama fue reelegido, su equipo de comunicación trabajó por “dominar los valores que imperaban en la sociedad para dominar el cambio”. En este sentido, ha asegurado que gran parte de las emociones que tomamos son más emocionales que racionales, “pero en política hay que conectar con la razón del electorado para la toma de decisiones”. Según relata Benenson, las encuestas previas a las elecciones las comenzaron 15 meses antes de las mismas porque los sondeos “hay que revisarlos constantemente”. “Lo fundamental es no hacer unas encuestas tradicionales; la clave del éxito es conocer qué tipo de información tenemos que sacar del electorado para lanzar un mensaje eficaz”, señala.

Así, el encuestador aboga por “huir de los enfoques más técnicos”. “De Obama siempre se dice que tiene un perfil muy didáctico y eso es porque consideramos que hay que desentrañar el mensaje. Por eso, a los votantes les preguntamos por sus vidas, porque queremos saber qué políticos están alineados con sus valores”, afirma sobre unos sondeos que “deben ser dinámicos creando clasificaciones de votantes y sabiendo quién nos apoya desde el principio y quién nos va a apoyar después”.

Confianza e información

A raíz de la interconexión mundial han surgido nuevas tendencias globales en comunicación política que ponen el enfoque en las redes sociales, puesto que se presentan como una herramienta “eficaz” para dirigir los diversos flujos de información. Pero para confiar en la información aportada por periodistas es esencial la confianza. En relación a ello, Thomas Haniztsch, catedrático de la Universidad de Múnich, ha presentado un estudio sobre el grado de confianza de los periodistas hacia sus dirigentes. Las conclusiones muestran que “los periodistas de los países occidentales tienden a confiar más en los políticas que los no occidentales”. Algo que según Haniztsch puede resultar “lógico” porque “la confianza va de la mano del progreso”. Sin embargo, el catedrático califica como “sorprendente” otra de las conclusiones del estudio que revela que “los profesionales de la información tienden a confiar más en los gobiernos y parlamentos que en los partidos políticos”. “Estando todos integrados por personas”, apuntaba. Del mismo modo, la relación entre confianza y democracia por parte de los periodistas se acentúa “cuanto más eficaz es la lucha contra la corrupción en un país”, ha asegurado porque “la confianza es una consecuencia del desempeño político”.

Daniel Innerarity, director del Instituto de Gobernanza Democrática, tomaba la palabra para recalcar que “es necesaria una buena teoría de la realidad si queremos comunicar bien”. Así ha señalado que “la gran dificultad de la política no es ganar elecciones, sino ser reelegido”. Como claves de tendencias en comunicación política situaba la democracia post-política y ciudadanía intermitente. En este sentido, ha recalcado que “las iniciativas de interés social no salen de parlamentos ni de gobiernos, sino de movimientos” y en general, decía el catedrático de Filosofía Política y Social, “tenemos una sociedad irritada y un sistema político agitado, pero no se dan soluciones”. Y es que según Innerarity, “el activismo actual no busca un poder alternativo, sino evitar el abuso de poder”. El director también apuntaba que “siempre se dice que hay que hacer lo que la gente pide, pero hay que hacerlo en un contexto de responsabilidad. Se ve al ciudadano como consumidor no como si fuera también gestionador y esto produce un atasco”, ha indicado. Así, establecía que el problema de España es que “no sabe abordar todo lo que ha ido dejando pendiente porque ¿alguien se cree que este Gobierno ha hecho reformas? Ha hecho recortes”, afirmaba mientras establecía la siguiente paradoja: “Hoy en día nadie confía a la política lo que solo la política podría resolver”.

Conversación fragmentada

Por su parte, Jen O’Malley, codirectora de la campaña electoral del Obama en 2012 ha hablado sobre las diversas formas de comunicación de la gente, “en las que la conversación está fragmentada y es muy difícil controlarlo desde el punto de vista político”. De esta forma, ha dicho que en una campaña electoral es “esencial” formular un mensaje “claro porque tienen que dejar también muy claras las diferencias entre ellas”, ha indicado en relación a la que desarrollaron para Obama en un tono más positivo que la de su contrincante Romney.

En dicha campaña se centraron en los jóvenes que son los que más utilizan los canales digitales. “Hay que dirigir bien el mensaje, pensando en la redes más amplias y transmitiéndolo de una forma humana”, indicaba en relación a los 34 millones de seguidores que Obama tiene en Facebook, con los que a través de amigos de amigos llegaban a abarcar el 98% de la población estadounidense mediante esta red.

Medios de comunicación híbridos

La revolución de Internet y las redes sociales, tomadas en muchos casos como medios de comunicación, están produciendo una hibridación en la comunicación política que se basa en la utilización de grandes eventos tradicionales con otros digitales. “Los eventos de masas siguen teniendo importancia, la militancia los llena; pero vemos la televisión y usamos el móvil o el ordenador al mismo tiempo, por lo que las redes son igual de importantes”, decía Andrew Chadwick de la Universidad de Londres.

Marta Lagos, directora de Latinobarómetro, ha señalado que en Latinoamérica el 60% de la región está “dispuesta a protestar por algo en redes sociales”. “Los jóvenes dejan de comer una segunda comida al día por tener un Smartphone, para ellos la conexión con el mundo y saber lo que pasa en otros lados es más importante que una segunda comida”, apunta Lagos sobre una revolución que “no es solamente digital, es la revolución de la democracia”.

Finalmente, el portavoz de Democracia Real Ya, Jon Aguirre, ha hablado sobre el cambio de época que vivimos con las protestas a través de redes, “todas ellas señales que la comunicación política no está sabiendo interpretar”, ha asegurado. Y es que tras la Primavera Árabe se han ido sumando diversas protestas desde una perspectiva global por las redes sociales, que incluso “han tomado un carácter más local como el caso de Gamonal en Burgos”, indicaba. Según Aguirre, esto no es casual, no solo viene por desigualdades. “Las redes sociales no son solo un instrumento, Internet es una revolución a la altura de la imprenta de Guttemberg”, comparaba, ya que “la revolución francesa solo fue posible gracias a este invento que permitió universalizar el conocimiento y generó una nueva clase ilustrada que impulsó el movimiento”. “Tal y como ocurre ahora”, dice Aguirre, “a pesar de que los partidos están anclados en épocas decimonónicas de la comunicación”.

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