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Sobre este blog

Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

Gora España

Aitor Esteban (PNV), durante el anuncio del apoyo a la moción de censura

Iker Armentia

“Creemos que respondemos a lo que mayoritariamente reclama la sociedad vasca”, dijo el portavoz del PNV en el Congreso, Aitor Esteban, para explicar el disputado voto de su partido con el que finalmente el PNV ponía el último clavo sobre el ataúd de Mariano Rajoy. Y es verdad. Como también es verdad que en otras ocasiones el PNV no ha tenido demasiados remilgos en tomar decisiones en contra de la mayoría de la sociedad vasca. Pero, en este caso, el precio político a pagar era demasiado arriesgado. Y si hay algo que no le gusta al PNV es correr riesgos innecesarios.

No me las daré de listo escribiendo aquí que ya sabía que el PNV se iba a ventilar a Rajoy porque no lo sabía. Lo que sí sabía -lo dejé escrito en Twitter- es que al PNV no le quedaban muchas alternativas. Salvar con sus votos al jefe de un partido corrupto era mucho más difícil de 'vender' en Euskadi que el hecho de que le haya estado salvando a cambio de unos tractores llenos de millones de euros para Euskadi.

Hay partidos políticos que interpelan a una sociedad que sólo existe en sus deseos. El PNV, sin embargo, se amolda a la sociedad a la que se dirige. Esa es una de sus virtudes para conseguir el enorme respaldo electoral que tiene en Euskadi. Son expertos en conocer cómo respira la sociedad vasca y actuar en consecuencia. Y con Rajoy al borde del precipicio, en Euskadi muy pocos -incluso dentro de su propio partido- hubieran entendido que se le diera la mano para ayudarle.

En Euskadi, hay que recordarlo, Podemos fue la fuerza más votada en las últimas elecciones generales. En Euskadi, salvo en Vitoria, el PP obtiene unos resultados electorales muy modestos, incluso residuales. Y, a medida que se acercaba el día del debate de la moción, cada vez se veía más plausible que Rajoy pudiera salir de la Moncloa. El ambiente en Euskadi era ese. Los independentistas catalanes se apuntaron primero y la presión aumentó para el PNV. Pedro Sánchez prometió no tocar el tractor regalado a Euskadi y el resto es historia.

Y todo esto pese a que, como decía el editorial del domingo pasado de Gara, el PNV había cometido un error táctico salvando a Rajoy unos días antes con la aprobación de los presupuestos. Un error táctico que, dada la hegemonía de su discurso en Euskadi, podía permitirse sin despeinarse en términos electorales, pero un error táctico que da muestras de que el PNV, poco a poco, se está saliendo de la centralidad de la sociedad vasca y se aventura cada vez más a menudo en políticas que están a la derecha del eje en el que se mueve la ciudadanía en Euskadi.

A grandes rasgos, Euskadi es socialdemocrata. Y, en ese sentido, el PNV lo es también pero en una versión light: apoyo absoluto al libre mercado y las elites económicas y financieras a cambio de una red de servicios sociales por encima de la media española. Sin embargo, en los últimos años esto ha ido cambiando. El PNV es cada día menos ‘socio’ y más (neo)liberal. Euskadi está ahora mismo presidida por el lehendakari más reaccionario que ha tenido el país en su historia democrática. Es un acreditado político antisindical -ni siquiera hace esfuerzos en disimularlo-, hasta el punto de que, sin necesidad ninguna de hacerlo, ha provocado la ruptura del diálogo social con los sindicatos más conciliadores, CCOO y UGT, que apenas le presentaban batalla.

El PNV que gobierna el PNV en la actualidad ha puesto por delante los intereses de los grandes empresarios vascos, que son como los del resto de España. A su servicio está, por ejemplo, la política fiscal de las diputaciones vascas. Su consejero más ‘rojo’, Ángel Toña, ya no está en el Gobierno vasco. Y los que le han sustituido quieren recortar las coberturas sociales a través de la reforma de la Renta de Garantía de Ingresos.

Y además el PNV cuenta con una enorme red clientelar enraizada profundamente en toda Euskadi, por no mencionar el control férreo que ejerce sobre los medios de comunicación públicos y varios concertados. Es en este contexto en el que se entiende que el PNV no haya tenido complejos en ser un aliado imprescindible de Rajoy, hasta que el rechazo larvado de la sociedad vasca ha hecho insostenible seguir apuntalando al PP en Madrid. Intentaron hacerlo con el parche de las pensiones negociado por Rajoy y Ortuzar, pero los pensionistas vascos no se lo tragaron y han seguido saliendo a la calle.

Lo que le ha ocurrido a Rajoy recuerda mucho a lo que le ocurrió a Javier Maroto en la alcaldía de Vitoria. A Rajoy se lo llevó la corrupción y a Maroto, un discurso xenófobo. En ambos casos, partidos de muy distinto signo consideraron prioritario expulsar a la formación más votada. En ambos casos, el cambio se produjo impulsado, en parte, por unos movimientos sociales que condicionaron las decisiones políticas. En Vitoria, fue un colectivo llamado ‘Gora Gasteiz’ (Viva Vitoria) que realizó una campaña de activismo abierta y diversa para rechazar la xenofobia de Maroto; en España esta ha sido también la moción de las mareas educativas y sanitarias, las mujeres, los periodistas de luto de TVE, los pensionistas indignados, etcétera. Sin ese caldo social, probablemente, no se hubiera llegado hasta aquí. Y probablemente el PNV no se hubiera apartado de la sombra de Rajoy. Gora Gasteiz. Gora España.

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Iker Armentia es periodista. Desde 1998 contando historias en la Cadena Ser. Especializado en mirar bajo las alfombras, destapó el escándalo de las 'preferentes vascas' y ha investigado sobre el fracking. Ha colaborado con El País y realizado reportajes en Bolivia, Argentina y el Sahara, entre otros lugares del mundo. En la actualidad trabaja en los servicios informativos de la Cadena Ser en Euskadi. Es adicto a Twitter. En este blog publica una columna de opinión los sábados.

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