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Sobre este blog

Visionaria, creativa, escritora, investigadora. Expansiva, exploro ámbitos diversos y los traduzco en actividades de marketing y dinamización. Levanto piedras para encontrar nuevas especies y a veces, acabo metiendo la pata en su huella. Entre patrones, tacones, pasiones y fogones me muevo como pez en agua. La pluralidad en el gusto, mi bandera de maitines.

Comer o papear

Izaskun Arana

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Comer pintxos. Comer pintxos requiere de técnica: que no se te caiga todo al primer mordisco, no coronarte la camisa, quedarte satisfecho. Tienes que elegir bien, variado, mezclando los de un punto de acidez con los más dulces, y que te sepa la variedad rica. Hasta aquí disfrutamos del arte de la gastronomía. Luego viene “la parte”, que en este caso es la peor, en la que nos limpiamos las manos en seco con tres servilletas de celulosa recias y, al no tener dónde echarlas, las tiramos al suelo con ansia por agarrar el siguiente pintxo, que aún nos quedan. “Va, es tradición” pensamos. Y cogemos el siguiente como si no hubiese mañana. Papear pintxos.

Comer en buenos restaurantes. Nos ponemos guapos, rompemos el cerdito de los ahorros y nos vamos a comer a grandes restaurantes, a celebrar que al niño le ha salido su primer diente (eso sí, la criatura con la abuela). Todo tiene precios marcianos (no de raros, sino de que están en Marte, así de lejos de los habituales). Y como no sabes qué comer, acabas pidiendo el menú degustación, que al final te sale por un pico, en el que hay ese plato que se desintegra con un rayo Gamma, y que bueno, por tomarlo un solo día, no te va a pasar nada. Al final, acabas con dos menús degustación sobre la mesa, dos platos de rayo Gamma, que te tienes que tomar tú porque tu acompañante no se atreve, y sabes que la has liado parda. Y entre la mezcla de alimentos, la úlcera, la falta de sueño por el crío, la botella y media de vino, y los efectos de los antiestamínicos por la alergia, al día siguiente Manzanilla Con Anises es el nombre de tu mejor amiga. Papear en buenos restaurantes.

Comer en la San Sebastián Gastronomika. Una vez al año, se celebra este gran evento, y no te puedes perder los puestos de comida en la calle que van a poner en esta edición. Dejas pasar los días, y aunque los hueles de lejos, apuras al máximo, y te acercas justo antes de que la semana termine, corriendo. Cuando estás allí, y ves que hay pizza frita, pizza napolitana y parrillada, das un paso atrás. Hay también otras cosas pero, Italia es el País invitado de este año ¿no vas a probar la pizza frita? Cobarde… Sabes que te saltas todas las dietas, empezando por ese extra de queso en tu colesterol. Pero ni aún con los comentarios de “ayer me repitió la pizza frita toda la noche” de los que en la cola esperan turno para coger la napolitana, te retiras. Eres de los valientes y vas a por todas. Así que esperas, y ahí la tienes, en las manos, grasienta y caliente. Pero al final el queso derretido acaba atragantándosete, y la masa te sabe a rosquillas fritas. Total, que en vez de comer, parece que estés haciendo un segundo desayuno, pero de 1.600 kalorías en 5 bocados. Lo siguiente es poner tu neurona GPS, la que ha recibido el Nobel de Medicina, en funcionamiento, e inicias tu camino a un bar. Pides un pintxo de secreto ibérico que, ya que estamos, hay que rematar la jugada. Papear en la San Sebastián Gastronomika.

Queríamos explicar las historias de detrás de un plato, pero la gente venía a papear”, Angel León.

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