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“El que habla desde el corazón está contando la historia de todos”

El cantautor cántabro Mario San Miguel trabaja con "la conciencia, la verdad y el amor".

Alesander García

Mario San Miguel es un músico, cantautor y escritor cántabro que sigue a rajatabla su particular filosofía de vida: usar la conciencia, la verdad y el amor como ingredientes principales de todo lo que hace. “Aprovechamos esa faceta mía de comunicador para poner un poco de amor en el mundo, que es lo que más falta hace” y así lo demuestra a través del sinfín de causas sociales que apoya como músico y a través de su ONG 'El Ejército del Amor'.

Esta rara avis ha publicado varios discos de estudio -'Bajando hacia arriba' (2005), 'También .....y no sólo' (2009) y 'Crecemos haciéndonos pequeños' (2013)- que pueden descargarse de su pagina web oficial porque no considera la música “un negocio, sino un servicio hacia los demás”. Tras la publicación de varios libros -el más exitoso ha sido 'La fabulosa fórmula de la felicidad' (2013)- y un parón musical para dedicarse a sus labores sociales, el artista publica su último trabajo 'ArteSanaMente: el delicioso placer de verse', un triple CD con 36 canciones en su interior que muestran su faceta más personal e introspectiva “escribiendo sobre lo que siento y sobre lo que vivo”.

¿Qué sorpresas podemos encontrar en su nuevo trabajo?

'ArteSanaMente: el delicioso placer de verse' es un cambio casi absoluto en mi carrera. Yo siempre me he expresado a través de la fiesta, del baile, de la energía… Y ahora, paso a expresarme más a través de un viaje personal de cada individuo que vaya al concierto, una mirada hacia dentro.

Esto surge porque cuando escribí hace dos años y medio 'La fabulosa fórmula de la felicidad' dejé de tocar y me dediqué a dar conferencias a partir del libro. Ahí, después de 20 años, es cuando me doy cuenta de la fuerza que tiene la música como curación. Cualquier música, especialmente si es consciente y viene corazón, es sanadora.

¿El disco es autoproducido?

Quería hacer un disco en el que yo lo hiciera todo. Es verdad que he tenido gente que me ha ayudado en lo técnico y he alquilado buen equipo, pero lo he grabado yo solo en mi habitación.

Además, el disco está hecho artesanamente, hasta el punto de que el diseño parece una cajita de medicamentos –que hago yo-. Pero dentro no hay medicamentos, hay tres discos con 32 canciones: uno se llama 'Arte', otro 'Sana' y el último, 'Mente'. El disco viene con un prospecto.

¿Es el que más trabajo le ha llevado?

No estoy seguro. Sí que es más arriesgado, porque yo se que la otra fórmula me funcionaba, pero siempre he pensado que aburrirse es malo y aburrir, lo peor.

Es arriesgado en el sentido de que presento una parte que la gente no conoce de mí, pero como el nexo que se mantiene es el del autor. Trabajo con el amor, la verdad y la conciencia y, haga lo que haga, mis ingredientes son esos.

¿Su filosofía de vida está plasmada en el disco?

Claro, no soy un farsante. Solo puedo escribir de lo que siento y de lo que vivo. Además, estoy convencido de que todos somos lo mismo: todos queremos ser felices y evitar el sufrimiento. Entonces, el que habla desde el corazón está contando la historia de todos.

¿Cuál es el comienzo de una de sus canciones?

En general, suele haber algo que me motiva, que me excita. Hago la letra y la música a la vez, aunque a veces es al revés. No soy muy Sabina –que a veces se tira seis meses para acabar una canción-, creo más en estar alineado –que no alienado- y desde ahí todo fluye fácil.

Antes yo no tocaba lentas, entonces algunas canciones son de hace mucho tiempo, solo que las he juntado, zurcido y las he dado un mismo color. Temas acústicos donde la letra y la palabra tienen un valor fundamental.

¿Qué le transmite el público en sus conciertos?

Hasta ahora una conexión total, simbiosis. Con este disco solo tengo una experiencia de concierto y fue maravilloso. Para mí triunfar era que la gente diera saltos y palmas en los conciertos, ahora es que a gente se emocione, que a veces suelte una lágrima o que asienta con la cabeza. Antes era más superficial, pero esto deja huella.

¿Qué puede esperar el público de uno de sus nuevos  conciertos?

Requiere un espacio de escucha, donde la gente vaya a sentarse y sentirse. No es una fiesta. Buscan ser cercanos, humanos y muy íntimos. Lo que hago ahora no es un concierto de plaza de toros. Es verdad, no son de plástico, ni es postureo.

¿Qué ideas intentó transmitir con su último libro 'La fabulosa fórmula de la felicidad'?

Es un libro que tiene mucho de filosofía y poesía, pero tiene mucho de lo que podríamos llamar crecimiento personal. Pero no en el sentido de venderte una moto o en el sentido americano de “¡cambia tu vida en dos minutos!”. Al contrario, en dos minutos vas a empezar a entender tu vida y a cambiarla. Es, desde mi maravillosa ignorancia, un intento de crear una persona mejor, que a su vez cree un barrio mejor y que a su vez cree un país mejor y así hasta llegar al mundo entero.

Su concepto de la música parece diferente al de otros artistas, incluso ofrece sus discos gratuitamente en internet.  ¿Lo considera un negocio?

No lo considero un negocio, sino un servicio hacia los demás. Humildemente –en mi caso- es una misión, estoy aquí para aprender de los demás, para ayudar y para amar.

La industria discográfica no engaña a nadie, ya sabemos a lo que va. No es lo más importante ganar dinero, es necesario, pero es importante que tú tengas al dinero y no que el dinero te tenga a ti. Me encantaría llegar a mucha más gente, pero siento que vivo en la abundancia, porque tengo todo lo que necesito.

Si alguien no tiene dinero para comprar mi disco, le doy mi confianza y se lo regalo, pero le pido un poco de conciencia y responsabilidad. Trato de dar toda la confianza posible a la gente, lo que salga de ahí será bueno.

También da conferencias.

Sí, doy unos talleres –por ejemplo, con personal sanitario sobre el maltrato infantil- que cree en otro tipo de educación. Una educación que se basa en el placer innato del individuo por aprender y no en la memorización sistemática de las cosas. También hay otro tipo de medicina que lo que cree es que lo importante es escuchar al paciente y que no admite que el médico esté mirando al ordenador en vez de estar mirando a los ojos del paciente. Todo lo que tenga un componente humano rima bien con lo que yo hago y por eso me llaman.

Colabora en muchos proyectos, ¿eso es que la gente valora su trabajo?

Con el trabajo y con los años, te impregnas de un color propio, color Mario San Miguel. Habrá gente a la que le guste y otros dirán “¡este tío es un triscas!”. Pero lo que me dicen los hechos es que la gente cada vez me conoce más. No tengo una multinacional detrás, sino amor y el corazón abierto.

¿Es miembro de una ONG que usted mismo fundó, 'El Ejército del Amor'?

La monté con un amigo mientras estábamos en la India. Ha durado siete años. Con el tiempo se ha ido sumando gente y hacemos de todo: pozos en Senegal, colaboramos con otras ONG, vamos a hospitales y asilos… Aprovechamos esa faceta mía de comunicador para poner un poco de amor en el mundo, que es lo que más falta hace. No son actos de caridad, simplemente es ser justo y ser solidario.

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