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Francisco Martín: “Me prometí a mí mismo no volver nunca a la política”

El consejero de Innovación, Industria, Turismo y Comercio, Francisco Martín. |

Laro García

Francisco Martín (Santander, 1966) aceptó el pasado verano el encargo de Miguel Ángel Revilla para hacerse cargo de una 'macroconsejería' que incluía la gestión pública de las áreas de Innovación, Industria, Turismo y Comercio. Con su 'sí' al presidente de Cantabria traicionó su palabra, porque se había prometido a él mismo no volver a la política activa después de su paso por el anterior bipartito PRC-PSOE. Con una amplia experiencia en el mundo de la docencia y la investigación, afronta esta tarea como “un reto personal” y consciente de que “ahora la imagen pública de un político es francamente mala”.

Una de las causas principales del deterioro del prestigio de los cargos públicos en nuestro país, la corrupción, ha tenido consecuencias también en el día a día. “Ahora hay una Administración mucho más temerosa. Creo que los procesos de judicialización que se han producido en el pasado hacen que la gente trabaje con menos tranquilidad. A todo se le da una vuelta, la tramitación es mucho más lenta”, reconoce. También reivindica los “espectaculares resultados” del sector turístico en nuestra comunidad autónoma, ya que, a su juicio, “el destino Cantabria está más que consolidado”, y se moja en defensa de uno de sus compañeros que está en el ojo del huracán del debate político: “La trayectoria profesional de Salvador Blanco es intachable. Si algo le caracteriza es el valor, la valentía a la hora de poner en marcha proyectos”, subraya.

¿Ha encontrado grandes diferencias con respecto a su anterior etapa con responsabilidad política?

Hay muchas cosas diferentes, sí. En primer lugar, no es lo mismo trabajar con un presupuesto solvente que con un presupuesto de crisis. No hay margen para muchas acciones, tienes que ser más selectivo. Hay menos dinero, hay menos capacidad de acción y estamos obligados a ser mucho más eficaces. En segundo lugar, me he encontrado una Administración con mucho menos personal. Los trabajadores se han ido jubilando y no se ha repuesto a nadie. El personal está estresado, con una mayor carga de trabajo. Además, hay una Administración mucho más temerosa. Creo que los procesos de judicialización que se han producido en el pasado hace que la gente trabaje con mucha menos tranquilidad. A todo se le da una vuelta, la tramitación es mucho más lenta. Hay menos gente, sí, pero antes de echar la firma en un informe le dan mil vueltas. Eso no es bueno por los retrasos y no es bueno porque es consecuencia de que la gente trabaja con miedo. La judicialización de los procesos administrativos, en muchas ocasiones lógica por los casos de corrupción que se han detectado, hace a todos más temerosos. Tiene una parte buena y una parte mala. En cuanto a la agilidad, es un problema. Cualquier cosa que antes se hacía en dos meses ahora se tarda cuatro. En lo que se refiere al cargo, entre los años 2007 y 2011 la política aún tenía cierto prestigio. Sin embargo, ahora la imagen pública de un político es francamente mala.

Es una persona con experiencia en la gestión pública, pero cuya trayectoria se ha desarrollado fundamentalmente en el ámbito de la docencia y la investigación. Teniendo en cuenta ese desprestigio de la política y las dificultades económicas que existen ahora, ¿qué le hizo embarcarse de nuevo en este proyecto?

Es una buena pregunta… Cuando dejé el cargo de consejero de Medio Ambiente en 2011 me prometí a mí mismo no volver nunca a la política. Había estado una legislatura como director general y otra como consejero y ocho años cansan. Y no solo físicamente, también se agotan las ideas. Si me hubieran vuelto a ofrecer Medio Ambiente, igual hubiera dicho que no. Al ser un campo diferente, después de estos cuatro años fuera, cambié de idea. Acabas cansado, pero nunca abandonas del todo la política. Sigues pendiente de lo que pasa en la región y te vas calentando. Crees que se puede hacer mejor, no te gustan cómo se están haciendo las cosas. Cuando dices eso, lo siguiente es saltar al ruedo. Miguel Ángel Revilla me llamó para que me ocupara de un campo en el que yo no tenía sensación de estar quemado, de estar agotado, y decidí dar el paso. Es un reto personal.

Aunque no tenía una afiliación política, en la anterior etapa llegó al Gobierno de la mano del PSOE y ahora lo hace con el PRC. ¿Sus compañeros socialistas le han pedido explicaciones?

Te puedes imaginar que cada persona es un mundo. He hablado con antiguos compañeros, con los que tengo una magnífica relación, y es evidente que me han preguntado. Al menos genera curiosidad. Pero el proyecto es común, el Gobierno es uno, y yo estaba como independiente con el Partido Socialista y estoy como independiente con el Partido Regionalista. Es verdad que, en los dos casos, con un compromiso personal férreo con quien me dio la responsabilidad: primero Lola Gorostiaga y ahora Miguel Ángel Revilla. No me he encontrado en dificultades en ningún caso. Me siento muy cómodo trabajando y agradezco mucho la confianza.

Sobre las dificultades económicas, el presidente siempre ha mantenido que el primer año de legislatura tenía como objetivo responder a la emergencia social. ¿En este segundo ejercicio se notará más el proyecto político que quieren para Cantabria?

Al final, los objetivos de un Gobierno se reflejan en su presupuesto. El del año pasado fue un presupuesto de guerra, por así decirlo, en el que se atendió a las mayores urgencias sociales. Para 2017 yo creo que vamos a ver ya una cierta evolución del presupuesto, pasaremos de atender lo urgente a atender lo importante. La primera de las labores de un Gobierno como soporte social es proveer un trabajo digno. Hay que atender a los enfermos, educar a los estudiantes, pero la siguiente obligación es generar las condiciones para que se creen empleos de calidad. Es muchísimo mejor dar un trabajo y un horizonte profesional a alguien antes que establecer salarios sociales, que lo que hacen es paliar un problema acuciante. Vamos a ir a la raíz del problema y creo que se va a notar en el presupuesto de este año.

¿Confía en sacar adelante en el Parlamento las cuentas del año que viene?

Yo creo que sí. Si alguien conoce a Miguel Ángel Revilla, sabe que para él es casi fundamental tener un presupuesto. Va a poner toda la carne en el asador para que esto sea así. Bien es cierto que no se puede luchar contra los elementos. Tú no puedes hacer un presupuesto en el que no tienes aún establecido el techo de gasto, en el que no conoces las transferencias… Es verdad que las formas son importantes, que teóricamente antes del 31 de octubre tenía que estar presentado el presupuesto y que tenía que estar aprobado para el 1 de enero, pero eso son las formas. El fondo es que tiene que haber un presupuesto y que en cuanto Madrid nos informe del techo de gasto empezaremos a desarrollar el procedimiento. ¿Cuándo? Cuando sea, lo antes posible. Vamos a trabajar para tener un presupuesto, seguro.

Hay algunos vetos cruzados de los partidos que deben sumar sus votos al bipartito para sacar adelante los presupuestos, entre ellos, la posición de Sodercan dentro del Gobierno. ¿Se ha llegado a estudiar que esta empresa pública vuelva a depender de Industria?

No, en ningún momento. Este reparto corresponde a un pacto de Gobierno en el que se establecen las dependencias estructurales, pero somos un único Ejecutivo. Las estrategias que se desarrollan en Sodercan son apoyadas absolutamente desde la Consejería de Industria y las que se desarrollan desde la Consejería son apoyadas por Sodercan. Y, además, tenemos líneas de trabajo comunes, que son apoyadas por los dos departamentos al mismo tiempo. Hasta la fecha, nadie en Cantabria ha identificado la más mínima interferencia. Funcionamos como un reloj suizo. ¿De quién depende jerárquicamente? Da igual, lo importante es que los proyectos sean comunes. Yo creo que es más un debate político que un debate operativo.

¿Su relación con Salvador Blanco es fluida?

Nuestra relación es magnífica desde hace muchísimos años. Somos amigos.

¿Y qué opinión le merece la situación que debe afrontar esta legislatura?

Tengo una relación constante con él y cada vez que veo algo, algún ataque contra su gestión, lo llamo para decirle que estamos todos en el mismo barco. A mí me parece que los debates políticos deben establecerse en términos de lo que se hace, no de quién lo hace. Creo que se está produciendo un ataque bastante duro. No se nos puede olvidar que todos tenemos nuestro corazoncito profesional y personal. Salvador Blanco es una persona que lleva toda su vida en la gestión de lo público y que, de momento, que yo sepa, nadie lo ha podido acusar de nada, mucho menos probar. Es una persona que conozco bien, que gestiona con agilidad. Si algo le caracteriza es el valor, la valentía a la hora de poner en marcha proyectos. Más allá del desgaste político está la persona. En primer lugar, su trayectoria profesional es intachable. Y, además, todos tenemos unos padres y unos hijos. Ojo hasta dónde llevamos la crítica política, porque llega un momento en el que excede lo racional y puede afectar a lo personal. En este caso se está produciendo eso.

Siempre ha insistido mucho en que Cantabria necesita un diagnóstico para poner en marcha planes de futuro. ¿Ese proyecto a largo plazo es el Plan Industrial que pretende desarrollar esta legislatura?

El procedimiento ha sido realizar un diagnóstico, después desarrollar un plan de choque a corto plazo y luego un plan de modelo para la región. La sucesión de acontecimientos es esa. Estableceremos un horizonte hasta 2030. Lo que vamos a intentar es que ese documento, más allá de lo técnico, sea consensuado con el resto de grupos políticos. ¿Qué más da quién gobierne si hemos pactado entre todos lo que queremos para Cantabria de aquí a 2030? Hay una parte importante de elaboración técnica y otra de manejo político. Tiene que ser el plan de todos para que no se vea truncado en ningún momento. Cantabria se hace todos los días, pero el fin tiene que estar claro para que todas las decisiones vayan dirigidas en la misma dirección.

Evidentemente, un Gobierno debe trabajar con la vista puesta en el largo plazo, con un periodo de tiempo que sobrepasa la propia legislatura. Sin embargo, ¿cuándo van a notar los resultados de esas políticas los ciudadanos?

A corto plazo hay indicadores que son muy evidentes: el PIB regional es uno de ellos, aunque quizás es el más difícil de evaluar. Como somos una comunidad muy pequeña, cualquier efecto local puede generar un susto. A veces se produce una distorsión. Analizando semestre a semestre se pueden extraer conclusiones. Otro indicador es la creación de empleo. En el tercer trimestre, Cantabria ha sido líder en generación de empleo a nivel nacional. Esto emana sobre todo del sector servicios. Los datos en turismo y en comercio son espectacularmente buenos. Todo suma. Si nos ha ido bien en este terreno, será motor de otras muchas cosas. Como medidas concretas para recuperar la actividad industrial, estamos poniendo en marcha algunas acciones muy importantes que están dando resultados: ha abierto Sniace, ha abierto Greyco, se ha estabilizado Forjas… Luego hay acciones de actividad inducida. Este año hemos puesto 64 millones de euros destinados a fomentar la actividad industrial. En la cabecera de mi cama pone: “Cuidemos al que está”. Por encima de aventuras de traernos a Cantabria a GFB o Nestor Martin. Cuando hemos intentado dinamizar algo desde el Gobierno, siempre nos ha salido mal. Aprendamos y no cometamos otra vez el mismo error. Lo fundamental es que el que esté pueda crecer. De la mano de la estructura industrial de Cantabria, hemos puesto en marcha planes para pymes, micropymes y empresas de un tamaño mayor. Eso hace que el que está se sienta más arropado y que pueda afrontar proyectos de crecimiento que quizás sin ayuda de lo público no pudiese afrontar. Tenemos en Cantabria, entre autónomos y empresas, unos 35.000. Y tenemos en este momento 34.000 parados. A poco que crezca cada empresa… Si cada empresa contratase a una persona más, acabábamos con el paro en Cantabria. Y no es un objetivo complicado que cada empresa crezca un poco. En lugar de traer de fuera, queremos fomentar el crecimiento.

También siguen trabajando para desarrollar el Plan Eólico de Cantabria, después de un proceso muy complicado en las pasadas legislaturas. ¿Cómo marcha ese proyecto?

Está siendo complicado. Venimos de una historia que ha sido muy compleja, con un concurso que se anula, con la posibilidad de que los ofertantes tuvieran derechos adquiridos, con una legislación ambiental que ha cambiado… Hay presentados 14 proyectos en estos momentos en distintas fases de tramitación. Algunos se habían echado para atrás hace unos meses en Medio Ambiente, es verdad. Son muchos los que se iniciaron hace años, con otra normativa, lo que exige su actualización. Se están rehaciendo por parte de los promotores para volverlos a presentar. Yo confío en que la tramitación pueda finalizar a lo largo de 2017 y espero que el negocio eólico vuelva a ser de interés para las operadoras. Con los últimos años que realizó el ministro Soria, las tarifas de las energías renovables son dudosamente rentables. Cantabria perdió ese tren, perdió el carro de las primas. Los sitios buenos serán rentables, pero el resto no. La posibilidad de que se instalaran muchos aerogeneradores en Cantabria estaba asociada a la rentabilidad del megavatio. Hace falta que la Administración sea ágil a la hora de tramitar los permisos y que la normativa nacional mejore un poco.

Mencionaba antes las cifras récord que ha tenido este verano el sector turístico, que ha influido directamente en la contratación. ¿Cómo podemos evitar esa estacionalización que se repite año tras año?

¡Buf! Llevamos casi dos años trabajando en esto. Es muy complicado. Es verdad que tenemos una necesidad de desestacionalizar el turismo, pero también es verdad que la gente coge vacaciones cuando tiene vacaciones. Por más que quiera que Cantabria esté en noviembre como estaba en agosto, es imposible. No hay turistas disponibles. Lo que nos interesa es que, de esos turistas disponibles, el mayor porcentaje venga a Cantabria. Para eso estamos trabajando en dos frentes: en el turismo de acción, de aventura, y en el turismo cultural. Fuera de los meses de verano, la gente no viaja solo para ver, viaja también para hacer. Estamos intentando potenciar esto de la mano del sector. Cantabria tiene unos mimbres estupendos y puede ofrecer casi de todo: turismo de costa, no solo de playa, a través de actividades de buceo, pesca, navegación; turismo de montaña, con múltiples posibilidades y una estación de esquí maravillosa; un parque de la naturaleza impresionante… ¿Qué nos falta? Posicionarnos a nivel nacional como una región de turismo de acción. El tema de la cultura casi se vende por sí mismo. Tenemos uno de los patrimonios más ricos de toda España. Entre las cosas que vamos a hacer está atacar a un déficit con el turista internacional. Tenemos un porcentaje más bajo que las comunidades que nos rodean. Nos faltaban patas de apoyo en los mercados turísticos de fuera de España. Hemos trabajado con los destinos a los que hay vuelos directos. Es bastante más sencillo y más rentable. Además, de la mano del Banco Santander, hemos puesto en marcha tres productos turísticos en el mercado británico. Hemos tenido un año magnífico, pero de lo que más contento estoy es del crecimiento de los turistas internacionales. Se nota la mejoría y seguiremos por ese camino, porque tengo que decir que tenemos el mejor sector hostelero de toda España. Lo que ha ocurrido en los últimos dos años, con crecimientos de dos dígitos en turistas, en pernoctaciones y en servicios, ha sido perfectamente absorbido por el sector turístico de Cantabria y todo el mundo sale de aquí hablando maravillas. Estamos en cotas altísimas en cuanto a la satisfacción de nuestros visitantes.

¿Y esos datos altísimos en cuanto al número de turistas no contrasta con el declive que está sufriendo el aeropuerto?

No, no, no. Es absolutamente normal. En octubre de 2015, Ryanair eliminó seis líneas. De ofertar aproximadamente dos millones de asientos, hemos pasado a ofertar 1,3 millones de asientos. Si hay menos aviones y menos vuelos, es lógico que las cifras bajen. Ahora, si analizamos línea a línea, las que se mantienen han crecido. Te anticipo ya que a partir del mes de noviembre va a subir. Ahora hace un año justo que se suprimieron esas líneas. Si comparamos los datos interanuales, ya verás qué cifras vamos a dar el año que viene… Además de intentar recuperar las líneas que perdimos, -dentro de poco recuperamos Sevilla y Valencia-, hemos puesto Lisboa y Berlín. También acabamos de anunciar Varsovia. Yo creo que tenemos el mayor abanico de vuelos internacionales de la historia del aeropuerto de Santander. Tenemos también buenas conexiones nacionales y seguimos trabajando en ello. Y hay que decir otra cosa: el turista que viene a Cantabria en avión no es relevante para los datos de turismo. Es evidente que este año que hemos batido récords de turistas ha sido un año en el que hemos tenido relativamente menos clientes del avión. Eso está estudiado y sabemos por qué pasa. Muchos de los vuelos sirven para salir. Lógicamente, sumas como pasajero, pero no deja de ser un cántabro, un vasco o un asturiano que se va de vacaciones. A mí lo que me interesa es que vengan. De todas formas, los vuelos también colocan a Cantabria en una posición de conocimiento y visibilidad que la hace competitiva. Nos ha abierto las puertas del mundo y al mundo le ha abierto las puertas de Cantabria. El aeropuerto, más allá de su trascendencia turística, es un elemento de competitividad regional importantísimo.

¿Cómo están las relaciones con Ryanair después de momentos muy tensos?

Bueno, las compañías aéreas son durísimos negociadores. Y te digo otra cosa: independientemente de lo que negocies con ellos, si la línea no es rentable no la van a mantener. Eso es así. Hay que demostrar que las rutas pueden ser rentables. Una vez que es así, te comprometes con la compañía aérea a fomentar el destino y el origen. Los términos del acuerdo siempre son de fomento del turismo. Más allá de eso, es imposible. En el caso de Ryanair con Madrid, por ejemplo, hay que tener en cuenta que su política era la de llevar los aviones llenos bajando los precios. La rentabilidad no estaba garantizada. Si dejaron de volar es porque tuvieron pérdidas de muchísimo dinero en esa línea. Cuando pedimos recuperarla, te miran mal... Ahora tenemos una buena conexión con Madrid gracias al acuerdo con Air Nostrum y a precios magníficos.

¿Y cómo se pueden mejorar esas conexiones?

Me interesa más la idea de que Cantabria sea base de Ryanair. Cuando una compañía aérea tiene base, el primer vuelo de la mañana siempre sale de ese aeropuerto. Eso te garantiza, como mínimo, tantas líneas como aviones duerman en tu ciudad. Y lo normal es que por la noche también vuelvan a Santander, así que te garantiza también otra conexión de vuelta. 

Estamos ante unos datos de ocupación turística espectaculares a lo largo de 2016, como confirman los propios hosteleros, y para 2017 está prevista la celebración del Año Jubilar Lebaniego. ¿Corremos el riesgo de que no se cumplan las expectativas?

Yo creo que no. El destino Cantabria está más que consolidado. Si este año han venido a Cantabria dos millones de turistas, se han ido todos encantados. Y el boca-oreja, que en esto funciona muy bien, nos garantiza un verano aún mejor para 2017. Si le sumas el efecto del Año Jubilar, a poco que nos acompañe el tiempo, tendremos cifras espectaculares. Espero que el 2017 sea un año desconocido en lo turístico para Cantabria. Y creo que hay un efecto Revilla que es evidente. No hay dinero en ninguna Consejería de Turismo del mundo para tener impactos de más de cuatro millones de espectadores en prime time tantas veces como las que va el presidente a hablar de Cantabria a las televisiones. Eso es tan evidente como que cuando hizo el programa con Bertín Osborne, Suances se petó el fin de semana siguiente y El Soplao tuvo un 30% más de visitantes inmediatamente. Esas cosas funcionan.

¿Cuándo tendremos más detalles de la programación que se está diseñando para el Año Santo?

Tenemos un dosier muy amplio de cosas que pueden pasar en Cantabria. Nosotros, como organizadores laicos del Año Jubilar Lebaniego, tenemos la intención de que haya dos eventos muy relevantes, inauguración y clausura, y que haya un evento importante por mes, para que mantengamos una cierta tensión informativa. Además de estos 14 eventos, van a ocurrir más de 1.500 cosas más, que son el ruido de fondo que acompaña al Año Jubilar y que organizan otros. Para que dejen de ser propuestas y acaben siendo una realidad depende de que aparezca un patrocinador.

¿Cómo va la recaudación?

Mal. Mal porque la contratación de la empresa que gestiona los patrocinios aún no ha finalizado. Todavía no hemos empezado el proceso activo de suscribir patrocinios. Sí que tenemos compromisos de muchas empresas que aseguran que van a estar. También es cierto que van a estar, pero con cifras totalmente diferentes a las de 2006. Algunos quieren quitar un cero incluso. Es posible que los patrocinios no alcancen ni con mucho lo que se logró en 2006, cuando todos éramos ricos y estábamos en plena cresta de la ola. Ya veremos a dónde llegamos. Espero que en el plazo de 15 días tengamos ya a la empresa y comencemos a suscribir acuerdos. Lo que sí estoy haciendo es enseñar ese dosier a los posibles patrocinadores para que ellos puedan elegir qué cosas van a ocurrir. Estoy bastante cerca de cerrar el evento inaugural, pero aún no puedo decir nada. Es imprescindible tener confidencialidad absoluta. Tenemos un catálogo inmenso de propuestas, pero falta la pata de la financiación. Nos quedan seis meses para que empiece y estamos todos deseándolo.

La empresa que gestionará los patrocinios del Año Jubilar parece que será la misma que ha entrado en el Racing y desde la oposición denuncian esa vinculación. ¿Teme que tenga consecuencias políticas y complique la celebración del Año Jubilar?

No, no, en absoluto. No se ha mezclado el Racing en todo esto. Solo se mezcla esto en el debate público y demagógico. Es el mismo grupo empresarial que se va a quedar con los derechos publicitarios del Racing, esa es la realidad. ¡Pero ese grupo también tiene una compañía de electricidad! Esta empresa es una subcontrata, un socio minoritario. Puestos a sacar los pies del tiesto, en la pugna final estaba esta empresa y la de Gema Uriarte, que fue interventora general del Gobierno de Cantabria. Fuese cual fuese la elegida, alguien me lo iba a afear. Al final, lo que hacemos es tirar de los informes técnicos y la mejor se lo adjudica, sea quien sea, siempre que no tenga ningún inconveniente legal para contratar con la Administración. Es un pedazo grupo empresarial, no son “los del Racing”. Esta empresa viene a hacerle un grandísimo favor al Racing, no sé si somos conscientes de lo importante que es la aparición de un patrocinador con la generosidad del Grupo ITM, a quien yo estoy absolutamente agradecido. Liderar este proceso entraña riesgos y hay que agradecer su paso adelante. Esta empresa no es una broma, tiene cerca de 2.000 personas y deberíamos estar todos orgullosos, deseando que sigan generando empleo en Cantabria, porque son unos fenómenos. 

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