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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Chemtrails sobre las urnas

El presidente de Vox, Santiago Abascal.

Javier Fernández Rubio

Lo reconozco. Me encantan las chifladuras. En mi topscore de delirios tengo ex aequo a los chicos y chicas del terraplanismo y del chemtrails (o estelas químicas). Nada de arquitectos alienígenas en el Nilo, que están demodé. Estos son más divertidos. Terraplanistas y chemtrailistas son una cornucopia inagotable de gozo o, si lo prefieren, un pozo de sorpresas. Hay que reconocerles que son inasequibles al desaliento, nobleza obliga. Inasequibles al desaliento y a los datos. Se han abonado a esa pseudocorriente retórica de que no son ellos los que han de demostrar nada sino que los demás, los negacionistas, han de demostrar el rechazo a su delirio. El mundo al revés, lo cual no deja de ser una buena foto fija de cómo está el mundo.

Los terraplanistas me gustan mucho. Dicen que si la tierra gira sobre su eje a una velocidad de 466 metros por segundo los aviones solo tendrían que quedarse quietos en el aire para llegar a su destino y estoy por subirme a un caza Harrier para comprobarlo. También están preparando la prueba de todas las pruebas: una expedición a la Antártida (sic) que, por si no lo saben, es la placa de hielo que rodea la circunferencia de una Tierra plana. Y uno desea con fervor en su fuero interno que sí, que la Tierra sea plana, y que la expedición alcance su objetivo y caiga por el borde hacia una sima de espacio hiperbóreo con toda la tripulación cantando ¡hosanna, hey!

Los feligreses de las estelas son también buenas piezas. Como buenos observadores se quedan ensimismados mirando las estelas de condensación de los aviones (estos no se están quietos como apuntan con perspicacia los terraplanistas) y se han dado cuenta de que hay aviones que van en círculos y otros cruzan sus estelas con los que han pasado antes y, para colmo, otros van y vienen, lo cual apuntala también un caos en la navegación aérea y/o militar. Luego hay que observar cómo se dispersa la estela, porque no todas lo hacen igual y, ¡tate!, aquí hay gato encerrado seguro.

A mí me gusta ver las estelas de los escuadrones EVA con sus misiones de patrulla. Se nota que han leído a Beckett porque van y vienen sin mayor fin que el de un niño al montarse en un tiovivo. Y si hay quien piensa que nos envenenan el suministro de agua o los yogures del híper, ¿por qué no pensar que malvados poderes fumigan a la población para esterilizarnos (qué tontería si Tabacalera ya avisa en sus paquetes que fumar mata los espermatozoides) o cambiar el clima para que los agricultores acaben comprando semillas a Monsanto (sic)?

También Julio Verne fue considerado un chiflado en su tiempo (ahora se les llama visionarios) y ahí están el submarino, el cohete y los viajes al centro de la cueva de El Soplao. ¿Por qué no pensar entonces que nos fumigan y bombardean para esclavizarnos?

Los recientes acontecimientos permiten apuntar en esta dirección. Mientras la derecha se atomiza y se escora hacia el espectro ultravioleta, el PSOE, tal vez el partido con más potra de la historia, se frota las manos al recoger una vez más los votos útiles que, por reacción, los que quieren frenar el avance de la caverna dirigen hacia él. Porque hay que ver que vivimos en un pademónium, un aquelarre, un Armaggedon de la democracia. Si no, no se explica cómo empiezan a surgir problemas donde antes nadie veía un problema.

Que yo sepa, nadie ha pedido portar armas como en el Far West pero ahora el espíritu de la frontera parece haberse instalado entre nosotros y todos los partidos hablan de ello, incluso aquellos que se tatúan los emblemas de unas fuerzas armadas y de unas FOP a las que se cuestiona sin rubor que sean capaces de garantizar la seguridad. Es conmovedor cómo los amantes de la familia sugieren separar a las madres de los hijos, sobre todo si son de color (¿por qué no venderlos a las clases pudientes como muy bien se ha hecho en este país desde hace décadas?). ¿Y qué decir de la exhumación del caudillo cuando lo que habría que exhumar es a medio país que se empecina en volver al siglo XIX cuando no al malentendido medioevo?

Sí, nos están fumigando y la tierra es plana. Millones de toneladas de productos químicos se posan sobre los tejados y los viandantes sin que sea imposible no respirarlos. Un mal rollo desconocido asalta a los peatones: hay ganas de matar (sobre todo a rojos y pobres); los bebés muerden el pezón con aviesa intención, lo que hace barruntar futuras gestas imperiales; los médicos gasean a los enfermos dentro un de plan quinquenal para eliminar las listas de espera; adorables abuelitas examinan con detenimiento catálogos de armamento pesado; y probos emprendedores ya están desarrollando molonas apps para gestionar smartcampos de concentración cómodamente desde el móvil.

¿El paro? Se arregla con la pena de muerte. ¿El hambre? Selección natural, es el designio de Dios. ¿El liderazgo? Chuck Norris. ¿Y el país? Zombiland.

Pero también puede ocurrir que la Tierra sea redonda y que las estelas de los aviones sean vapor condensado. A lo mejor la explicación es más sencilla: ¿Nos habremos vuelto tontos?

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