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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Juguetes rotos

Patricia Casado

Todos hemos sido juguetes rotos alguna vez. O muchas.

Yo, por ejemplo, un día hice un tweet que tuvo más de 5.000 retweets. Salí citada en Público, me dieron copas Favstar, me enseñaron memes hechos con la frasecita, hasta salí en la radio hablando del asunto. Fue mi momento de gloria. “En Twitter todo se magnifica, cuidado”, me dije yo mientras buscaba un community manager de prestigio para llevarme la cuenta, cosa que resultó imposible, por cierto.

El caso es que unos días después perdí todos los seguidores que había ganado y nadie hablará de nosotras cuando hayamos muerto. Me di cuenta de que como mucho llegaría a columnista estrellada. Me convertí en un juguete roto de Twitter: ahora lo pongo en el currículum, eso sí, que una nunca sabe. A Juan Carlos Monedero y a mí nos gustan los currículums claros, enteros y verdaderos.

Pero he sido juguete roto en multitud de ámbitos, no tengo fondo para eso, también en la política. Una vez fui a apuntarme a un partido, me ofrecí, se ofrecieron, teníamos todos grandes planes. Llegué a imaginar que conseguíamos un mundo mejor logrando la paz en el mundo pero, al final, no me llamaron nunca y me quedé en juguete roto sin salir de la caja.

La política, por cierto, es el terreno donde los juguetes rotos no están rotos: lo aparentan pero no. En principio, hay algunos casos que parecen claros: Hernández Mancha, Riki Costa, Jesús Caldera. Pero tampoco. Voy a explicarme con el corazón, porque todo en la vida se entiende mejor con ejemplos del corazón. A ver, un buen juguete roto fue Amparo Muñoz, o la de las GrecasJoselito o Chapis;  juguetes rotos vips éstos, pero la lista es interminable en este sector profesional. Hago un inciso para decir que me hubiera gustado poner de ejemplos a Piketty, Weber o Sartori por vosotros, pero no encajan igual y yo me entiendo mejor así.

Lo que pasa es que la política hace juguetes rotos muy a su manera, de otra forma.

Bibiana  Aído, por ejemplo. Que fue ministra esta señora, ministra, que da hasta vértigo pensarlo. Como Caballito de mar que también estuvo en lo más alto, por ejemplo. Se trataba de fingir un poco, se fingió, y ahora los dos ya no están. Pero Bibiana es un juguete roto a su manera. Vive en Nueva York, donde es asesora para la ONU Mujeres y donde parece tener un contrato indefinido en el que no se sabe muy bien qué hace. Caballito está tirado por Sevilla y tampoco sabemos muy bien lo que hace.

Aquí, en el pueblo, también tenemos casos de juguetitos rotos. Vicente Mediavilla, por ejemplo. Vicente quería ser importante, quería ser alcalde, consejero y sucesor de Revilla. Ahora ha vuelto a lo suyo y es miembro del Tribunal Supremo. A mí me recuerda un poco al caso de Ricardo Bofill, que también quería ser muchas cosas, que tocó el cielo acercándose a famosas y ha acabado también volviendo a lo suyo.

Joaquín Almunia es el clásico juguete roto pero así como de LLadró. Camino de los 40 años dedicados a la política, fracasó mucho, muchísimo, hizo fracasar a los suyos y decidió retirarse a Europa, donde ya lleva 10 años, con su mujer, vendiendo una y otra vez al socialismo pero triunfando, como no pudo hacer en España. Es un caso muy parecido al de Sonia Monroy, que también ha tenido que salir de España e irse, en este su caso, a Hollywood para que se reconozca su valía, avergonzando a algunos. También.

Anna Birulés. Que igual hay que hacer un poco de memoria con este nombre, pero fue ministra de Ciencia y Tecnología. Dejó la política para ser consejera, secretaria general y presidenta de muchos sitios. Como Óscar Lozano, por ejemplo, que estuvo en lo más alto pero era un alma libre y ahora se dedica también a sus negocios. Y tampoco nos acordamos mucho de él.

En realidad, necesitaría una columna dórica, otra jónica y otra corintia para hablar de todos los juguetes rotos que siguen funcionando en la política española: Felipe González, Isabel Tocino, Elena Salgado, Josep Piqué, Eduardo Zaplana, Carlos Solchaga, Pedro Solbes, Ángel Acebes. Interminable lista. Casi como la de los juguetes rotos del corazón, pobrecillos: Dani DJ, el padre Apeles, Lara Rodríguez, Julián Contreras, Charo Vega, el hijo del Fary, Tony Hernández, Rosa de España.

Ahora bien, para cerrar el asunto, el gran juguete roto de la política española ha sido, es y será siempre (bueno, aventurarse a predecir el futuro con este tema igual es arriesgado) Juan Hormaechea Cazón. Macarra, corrupto y el único presidente condenado por varios asuntillos. Su alter ego en el corazón sería Coto Matamoros: macarra, corrupto y también condenado, aunque él no fue indultado y sí tuvo que entrar en la cárcel, claro. El corazón puede explicarlo todo, pero no del todo.

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