Se acerca el quinto aniversario del 15M, de esa explosión constituyente en la que las juveniles clases medias al borde del no futuro se tomaron las plazas para decirles a sus representantes que ya no se sentían representados. El matiz es importante porque en ningún momento se pidió el final del sistema de delegación política en el que se basa un sistema “representativo”, sino el cambio de personas, incluso el de generación, intuyendo –creo que erradamente- que con meras reformas al sistema
electoral y un par de atajos revocatorios se lograría eliminar la deriva pestilente de la democracia liberal.
Un lustro en el que el ciclo del ya denominado Régimen de 78 no sólo no ha llegado a su fin sino que, aplicando la técnica de Rajoy de dejar pasar el tiempo, parecía tomar nuevos alientos hasta el enroque en la conformación de Gobierno. No ha sido un lustro perdido, no. En este tiempo han pasado muchas cosas interesantes –casi todas fuera del foco mediático principal- y
muchas decepcionantes –la mayoría en el prime time-.
Entre las primeras están las nuevas organizaciones, el creciente tejido político que quedó trabajando una vez pasado el orgasmo multitudinario bajo carpas improvisadas, las nuevas prácticas en comunidad, los nuevos conceptos políticos que están sobre la mesa de discusión. Entre lo decepcionante la llamada por las élites “nueva política”: el apelativo que encontraron para neutralizar cualquier intento de subvertir la realidad. Podemos, atrapada en la lógica reformista que aconseja el “pragmatismo”
político –no hay nada más desmovilizador que el “pragmatismo”-, ya sólo aspira a ser una maquinaria electoral eficiente para poder gobernar desde y para unas clases medias urbanas y universitarias que no quieren cambiar el sistema: quieren tomar el relevo. El mundo nuevo que soñaron los círculos cabe ahora en una pirámide coronada con un neón que anuncia “cambio” (es
que ya nos prometió el gurú Felipe González hace 35 años) y su Fiesta de la Primavera (con unos 7.000 fervorosos aplaudidores) no tiene aún el gancho para competir con las 55.000 motos y los 250.000 aficionados a esnifar gasolina que bajaron a Jerez para mayor negocio de los capos del motor. Este es el país que tenemos y ese es el que vota –lo siento-.
El fin del ciclo del engañoso Régimen del 78 no llegará ni mañana ni el 26 de junio (en caso de haber elecciones). El fin de ciclo va a ser en sí mismo un larguísimo ciclo de descomposición en el que viejos y nuevos partidos harán de trileros del poder, nos “regalarán” más o menos socialdemocracia buenista, nos joderán más o menos la vida… para sólo alargar la agonía. En una de las conversaciones que mantenía con Emmanuel Rodríguez –una de las voces más lúcidas y duras del momento- durante las Jornadas sobre Procesos Constituyentes organizadas por LIBRES, el autor de Por qué fracasó la democracia en España (Traficantes de Sueños, 2015) se imaginaba un futuro muy complejo que se asimilaría a una especie de “poliarquía” medieval con multitud de conflictos y una pluralidad jurídica ahora inconcebible. Y es ahí, en la descomposición, “a partir de una situación de despojo”, donde nos podremos reinventar.
Podemos, como el resto de formaciones con algún espacio político, nos hablan de futuro pero en realidad nos prometen el pasado: una especie de remake del mitificado Estado del Bienestar que, en realidad, es imposible porque el ciclo capitalista para este sur que se cree norte ya no va a generar recursos suficientes para mantener la ficción de la clase media. Esto no va a ocurrir. Nos toca distanciarnos de la obsesión electoral (ista), nos corresponde trabajar con paciencia en la reconexión desde
abajo, en el re-conocimiento de clase lejos del fetiche de la clase media, en la organización y trabajo político real, en la agitación, en la construcción de poder constituyentes para llegar con fuerza a los procesos constituyentes…
El fin de ciclo queda muy lejos pero ya estamos montados sobre él. Podemos, con los tristes rescoldos de la que fuera IU, aspira a un reformismo que Grecia –con el patético Tsipras al frente- nos ha demostrado inviable. O soñamos y trabajamos para algo inédito o sólo habitaremos en las cenizas de lo que creímos ser. Nuestra es la decisión.
Sobre este blog
Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.
