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Primera Página es la sección de opinión de eldiario.es Cantabria. En este espacio caben las opiniones y noticias de todos los ángulos y prismas de una sociedad compleja e interesante. Opinión, bien diferenciada de la información, para conocer las claves de un presente que está en continuo cambio.

Más allá del informe PISA

Euskadi ha suspendido el examen PISA.

Alejandro Sanz Láriz

Miraba estos días con cierta indiferencia los datos del informe PISA porque a mí no arrojan demasiada luz sobre el verdadero estado de la educación en España. Desde luego que los informes alguna realidad reflejan -en cuanto a cifras- y también son reseñables las tendencias. Admito que no me causa sorpresa alguna ver a Extremadura y Andalucía cerrando la mayor parte de las puntuaciones y no porque dude del talento o la inteligencia de los estudiantes procedentes de estas comunidades autónomas, sino porque comparas las cifras de PISA con las del paro y presentan una correlación inequívoca.

Felicito a Castilla y León por su éxito, al menos en las puntuaciones, y tampoco queda mal reflejada Cantabria en el informe, pero frente a los datos fríos yo quisiera aportar algunos otros más calientes que yo obtengo desde mi experiencia durante diez años en aulas universitarias impartiendo clase, sobre todo, a estudiantes de primer y segundo curso de carrera. Aunque PISA se ocupa de estudiantes de quince años, muchos de ellos llegan posteriormente a la universidad.

Esto me ha permitido formarme mi propia imagen del estudiante universitario español y compararla con las características del estudiante que yo fui hace más de treinta años. Inevitablemente yo también voy a caer en los límites de la generalización pero igual que en el informe PISA, me parece interesante entresacar las tendencias.

Personalmente pienso que el estudiante de mi época sabía mucho mejor lo que quería, o al menos tenía asumidas sus aspiraciones profesionales con una mayor madurez que los de ahora. A menudo me encuentro con alumnos que no tienen la menor noción sobre la profesión a la que le encaminan los estudios que están cursando y, aunque en mi sueldo va enseñarles ese camino, seguramente se ahorrarían muchas decepciones si este tema lo hubieran meditado mucho más a fondo antes de llegar a la universidad.

A cambio, reconozco que el alumno actual es mucho más versátil y polivalente, que no está del todo mediatizado y mantiene cierta apertura de miras ante su futuro, por más que a menudo se muestre muy pesimista al tratar estos temas.

Pero posiblemente los dos grandes problemas que presentan los estudiantes españoles se resumen en que no leen prácticamente nada y en que no dan el más mínimo crédito a la relación entre el esfuerzo y el éxito.

Respecto a la primera cuestión, es verdad que tienen tanta información a su disposición que no necesitan molestarse en obtenerla, pero corren serios riesgos de no acceder a la más adecuada. El estudiante actual rara vez lee, pero no ya a autores de su propia disciplina, ni siquiera lee novela de aventuras, de misterio, de evasión... cualquier libro, el que sea. Y para colmo, a veces, hasta se vanagloria de esta carencia.

El otro problema es la negación de la cultura del esfuerzo; están demasiado influenciados por la imagen triunfal del pelotazo, de la superestrella, incluso de solucionar la vida con la lotería primitiva, el cuponazo o el concurso televisivo. Por eso se desmayan cuando ven treinta folios juntos para estudiar un examen.

Pero no todo es negativo, ni muchísimo menos. Los estudiantes de hoy en día conocen el mundo que pisan, saben relacionarse mucho mejor que los de mi época, son mucho más creativos y tienen una alta confianza en sí mismos. Son solidarios y tienen ideales de altura que pueden cambiar el mundo; el problema es aguantar de pie cuando suenen las balas. La cuestión es si dispondrán del coraje suficiente para respaldar esas ideas.

De todas formas, como leí recientemente, no importa la asignatura, lo que importa es el profesor, así que en realidad somos todos los implicados en la labor formativa los que debemos ponernos las pilas, digan lo que digan los informes. El estudiante desde su trabajo y el profesor desde la inspiración y sobre todo, desde el ejemplo.

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