¡Para qué urnas cuando la gasolina está tan barata!

Vale, lo confieso... quiero exiliarme. Es la única solución para salvar la poca dignidad con la que uno carga ante el estado de cosas en el que este Estado ha entrado. Todo es lo que parece en este teatro de títeres que cambian la cachiporra por la gasolina para encender un fuego que luego los pirómanos profesionales se encargan de avivar. Siento decirles que nosotros somos los idiotas voluntarios a los que tocará echarse al monte con un cubo lleno de agua para tratar de calmar las llamas que amenazan con cercar nuestros hogares.

¿Les parezco exagerado? Pues miren, no. La cosa es más o menos así. Rajoy tuvo un orgasmo múltiple (aunque sospechábamos de que pudiera lograrlos) al enterarse de cómo las CUP se bajaba los pantalones para que la más rancia y corrupta burguesía catalana siguiera con su órdago a la grande -o con su política de “antes independiente que encarcelado”-.

Cataluña le ha dado un nuevo papel a Mariano cuando no tenía mucho que hacer en este Estado del desengaño. Parte del PSOE acaba de ver a la Virgen de Fátima (Bono y Paco Vázquez saben mucho de vírgenes y de rezos) que les ha comunicado que por el bien de la unidad patria bien vale permitir que Mariano 'El Anodino' vuelva a gobernar el Estado sin nombre. Podemos sigue con el 'rollito' del derecho a decidir cuando en realidad los ciudadanos de Cataluña no están invitados a esta partida de mus. Ciudadanos se queda sin frase en la obra porque para españolistas ya tenemos a Arenas y a Pedro Gómez de la Serna (que uno puede ser corrupto pero muy 'esshhpañol').

Carles Puigdemont Casamajó (propietario de, al menos, dos apellidos catalanes) tendrá que envidar a la independencia en 18 meses porque si no la “corrección del resultado de las urnas” se le iría al carajo y las urnas igual lo acercan a su copartidario Jordi Pujol, al que ya conoció en su primer mitin político allá por 1980. Por lo tanto... nos toca un año endemoniado en que nadie hablará de la vieja crisis económica (ni de la nueva crisis en la que nos estamos enfangando sin que casi nadie lo advierta), ni de precariedad en el empleo, ni de los Bancos de Alimentos, ni de las mujeres asesinadas por sus parejas: todo deja de ser importante para centrarnos en el canibalismo histórico al que tanto regresamos en esta parte de la península ibérica. No me extraña que Casimiro Sánchez Calderón no encuentre a nadie en Portugal que quiera sumarse a su nuevo Partido Ibérico... acercarse a este Estado español de marras es como acercar la sotana a las velas puestas a San Josep Tarradellas por los meapilas de la confusión.

Quiero exiliarme para no seguir presenciando este espectáculo grotesco cuyo siguiente acto –todo es posible en esta opereta- puede suponer el regreso de súper Felipe González o BatiAznar al ring para salvarnos del knock out y acabar con lo que queda de nosotros por puntos. Quiero exiliarme porque me da vergüenza ser parte de este peligroso juego entre pirómanos, porque me da miedo que nos juguemos el futuro en una final de la Champions, porque veo a mis iguales tan inermes como lo estoy yo, porque fuera caen chuzos de punta pero aquí la ciclogénesis nos está golpeando contra las paredes.

Los políticos de este país venden su alma a cambio de la nada, los anticapitalistas son el balance de los peores capitalistas, la derecha incendiaria busca aliados en los territorios periféricos de la democracia, la socialdemocracia se canibaliza mientras la decepción se hace fuerte y los nuevos partidos que no son de izquierda ni de derecha tratan de remar en todas las direcciones al tiempo para ver si pescan en la indolencia. Conclusión a la que llegan: ¡Para qué urnas cuando la gasolina está tan barata!