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Aparcar gratis en el centro de Santander, misión imposible: más coches que plazas

El aparcamiento de la antigua prisión de la Calle Alta, lleno desde primera hora

María Pérez Guerra

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El solar donde estaba la antigua prisión de la Calle Alta, en Santander, es desde 2011 un aparcamiento público de 314 plazas. Es el único lugar, junto con el aparcamiento de la antigua tabacalera, donde se puede aparcar gratis en una ciudad tomada por la OLA. Las personas que aparcan ahí necesitan, de media, unos 30 minutos para conseguir plaza; irse a otro lugar no entra en sus planes porque cuesta dinero y porque además la zona azul restringe el aparcamiento a un máximo de dos horas.  

Sara, Mónica, Luisa, Carmen y Venigna no aparcan ahí por elección, sino por necesidad. Coinciden en la queja acerca de las zonas azules: “Es una faena porque absolutamente todo es OLA”, cuenta Mónica. Su familia vive en esa zona y, aunque a veces pase días allí, no tiene la opción de conseguir una tarjeta de residente. Luisa, que trabaja por la zona y aparca ahí de lunes a viernes, propone ampliar el parking u ofrecer tarjetas de aparcamiento a los trabajadores, “aunque ni dejan ni se prevé”. 

Todas las mañanas se forman colas de cuatro, cinco o más coches y 30 minutos de espera. “Si veo que no encuentro, suelo esperar, pero si llego tarde al trabajo, lo tengo que meter al parking”, admite Luisa. Carmen va desde Cartes para trabajar e intenta aparcar ahí a diario, aunque reconoce que lo hace “cuando se puede” y ha habido veces que se ha tenido que ir después de esperar “hora y pico”. Algunos también apuntan que depende del día o de la hora.

Venigna va todos los días desde Maliaño y aparca en este parking porque es el más cercano a su trabajo. Recuerda aquel día que tuvo que esperar una hora y media para acabar, finalmente, aparcando en zona azul. “Parece que pagas por trabajar”, se queja. Señala que para ella es una necesidad utilizar el coche porque, aunque su ciudad está bien conectada con Santander mediante autobús, “no me coinciden bien los horarios y tengo prisa para volver a trabajar por la tarde”. 

Carmen, sin embargo, no contempla la opción de utilizar el transporte público: “Hay muchos problemas con los autobuses desde Torrelavega, no cumplen los horarios, se saturan y si no hay, tenemos que esperar”. Ella también ha tenido que recurrir a la OLA en algunas ocasiones, tras esperar “bastante”, y añade el problema de mover el coche cada dos horas. La solución, para ella, es clara: “Que quiten la OLA de los barrios, es una barbaridad lo que han hecho, antes nos buscábamos la vida como podíamos”, apunta. 

En efecto, las zonas de OLA han crecido. La última ampliación fue en el 2012, cuando se pasó de 3.742 plazas a 6.938 y se crearon tres zonas más. Actualmente hay 6.390 plazas azules en Santander, cifra que contrasta con las 9.952 tarjetas expedidas a los residentes en la capital. Además, actualmente 486 plazas están fuera de servicio por obras y 432 son plazas de carga y descarga. Respecto a las tarjetas, 667 son para quienes tienen un negocio y vehículo de empresa y 257 son tarjetas Zona Cero. 

La zona de la Calle Alta es casi completamente azul. En 2012 pasó a haber 792 plazas más y, excepto en algunas calles pequeñas, en el resto se paga por aparcar. Incluso la calle Argentina, donde había un parking público, “la llenaron de OLA”, apunta Carmen, una de las afectadas.  

Más problemas

En el horizonte está la construcción de unas viviendas de protección oficial que ocuparán este solar. Sara, que va desde Peñacastillo para trabajar, aparca en ese lugar como último recurso, porque es el único sitio gratis y lo tiene claro: “Cuando se hagan las viviendas, no sé qué soluciones va a dar el Ayuntamiento. Pagar, como siempre, los mismos”. 

Por otro lado, la cuestión del uso de las plazas. El aparcamiento de la antigua Tabacalera, que se habilitó en 2017, cuenta con 206 plazas para coches y 106 para motos. Más de la mitad de las plazas están destinadas a motos y muchas de ellas están habitualmente ocupadas por vehículos de cuatro ruedas. La grúa se lleva con frecuencia estos coches y las plazas de moto no suelen estar llenas.

Pero la polémica del aparcamiento no afecta solo a esa zona de la capital. En marzo, el Ayuntamiento aprobó permitir al Palacio de Festivales abrir y cerrar su parking según sus necesidades. De esta forma, un aparcamiento que siempre había sido público ha pasado a estar abierto cuando el Palacio lo considera. Un hecho que repercute a las personas que aparcan ahí a diario porque esa zona de Santander también está tomada por la OLA.

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