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Amparo Sánchez, exiliada del franquismo: “Me entristece ver cómo se vuelven a levantar los fascismos”

Dolores Cabra y Amparo Sánchez lamentan la pérdida de los "valores republicanos".

Rubén Alonso

Amparo Sánchez Monroy (El Prat de Llobregat, 1938) tuvo que huir de niña a Francia por el avance del franquismo durante la Guerra Civil española. Cruzó la frontera en brazos de su madre y terminó en campos de refugiados experimentando penuria y hambre. Desde hace años lucha por la recuperación de la memoria histórica y muestra su “tristeza” cuando ve cómo hoy en día “se vuelven a levantar los fascismos”.

“Hola, Amparo, ¿cómo está? Como una abuelita de 80 años pero con muchas ganas todavía de pelear”. Así comienza la entrevista que concede a este medio para relatar algunos de los episodios que vivió durante el exilio. “Lo que más recuerdo es el hecho de vivir en un país que no es tu cuna, en un país extranjero que te recibe mal”, asegura.

“La vida de los niños que pasamos a Francia empezó en campos de concentración, yo cumplí años en una antigua cárcel”, relata. “Cuando Francia e Inglaterra declararon la guerra a Alemania, vinieron camiones a los campos de concentración donde estábamos hacinados y se llevaron de manera indiscriminada a mujeres y niños para un destino desconocido, que solía ser la cárcel; una vieja cárcel cuyos últimos ocupantes habían sido los presos alemanes de la Primera Guerra Mundial”, cuenta esta mujer.

“Allí encerradas, como si hubiéramos sido criminales, hubo dramas tremendos, niños muertos, solos, sin socorro…”, describe. “Es el recuerdo más hondo que llevo metido en el cuerpo y que de manera consciente o inconsciente hace que, por ejemplo, hoy no sepa vivir con mi puerta o mis ventanas cerradas, me hace falta tenerlas abiertas, tener aire y ver paisaje”, señala como una de las secuelas que le dejó aquel calvario.

Esta octogenaria muestra “toda la indignación” que siente viendo hoy en día a “esos pueblos errantes por un planeta que parece que se ha vuelto loco”. Se refiere al drama que viven los refugiados cuyas imágenes “despiertan cicatrices muy hondas en nosotros”, subraya. “¿Cómo es posible?”, se cuestiona. “Nosotros pensábamos que lo que vivimos no se volvería a reproducir”. “Según dicen, vivimos en países muy modernos, muy avanzados y con muchos medios económicos y, sin embargo, la mitad de la población está desplazada y tiene que huir por miseria, por guerras y por la locura de unos y otros”, lamenta Sánchez.

También pone el foco en el auge de la ultraderecha. Se centra en Francia donde en 1999 fundó la Asociación Fils et Filles des Republicains Espagnols et Enfants de l’Exode (FREE). Critica que el padre de Marine Le Pen, que fue candidata a la Presidencia de la República, dijera que “los campos de exterminio habían sido un detalle de la historia”. “Nosotros los tenemos muy presentes, pero también lo están en Austria, Alemania y hasta en los países nórdicos”, sostiene. “Solo de hablar de ello se me anuda la garganta, pensando que se podría volver a vivir lo mismo que vivimos nosotros siendo todos víctimas inocentes”, manifiesta.

Asimismo, reconoce que lo que más le duele es “ver la hipocresía de las instituciones, el doble lenguaje de los políticos: dicen palabras muy bonitas, pero después los actos son de otra naturaleza”, les recrimina. “Europa ha tenido la desfachatez de firmar un acuerdo con Turquía para que ese país, en el que los derechos humanos están pisoteados, se ocupe de los refugiados que nosotros no queremos recoger”, reprocha. “Estamos viviendo tiempos tremendos”.

“Si el combate desde la memoria quizá no sirve para construir un porvenir, sí tiene que servir para que la gente reflexione, para que sabiendo quiénes somos y de dónde venimos, sepamos posicionarnos en la sociedad y sepamos protestar cuando haya que hacerlo”, reflexiona esta veterana en mil batallas sociales. “La gente no se moviliza, no sé cómo hemos perdido la conciencia, qué nos dan de comer o de ver en los medios que nos dejan medio atolondrados”, concluye.

Amparo Sánchez estará este sábado en el 1 Encuentro sobre Memoria Histórica que organiza Podemos en La Moraduca de Santander los días 26 y 27, y que contará con la presencia de historiadores, especialistas, activistas y protagonistas para dar voz a las víctimas. En este acto también participará Dolores Cabra Lorenzo, secretaria general de la Asociación Guerra y Exilio (AGE), la primera de este país para la recuperación de la memoria histórica, cuyo origen data de 1997.

“Hemos retrocedido muchísimo”

Sobre este ámbito, como en otros tan importantes como la educación y la sanidad públicas, “hemos perdido muchísimo tiempo y hemos retrocedido muchísimo camino”, asegura Cabra en conversación con eldiario.es. Sin embargo, afirma que esto “se veía venir desde Aznar y desde los últimos años de Felipe González. ”Hemos ido perdiendo valores republicanos de los que se tiene que alimentar la gente que está trabajando en la labor de rescate de memoria“, lamenta.

Aunque destaca que se ha crecido en asociacionismo, matiza que “no todo va bien encaminado” en este sentido. Hace hincapié en que el Estado “no ha asumido lo que tendría que haber hecho acerca del reconocimiento jurídico de las víctimas para que puedan ser consideradas como tal, como ha pasado en otros países cuya calidad democrática es indiscutible”. En contraposición, critica que estemos en “un Estado de derecho que está cojo, con una democracia también coja y que nos gobierna un señor al que no le interesa nada todo esto”. “Al contrario”, puntualiza, le interesa que “se tape y se eche más cal viva encima de la que ya hay”.

Explica que tiene que haber una dotación de personal que se preocupe de buscar a las personas que quieran encontrarse entre ellas, niños y niñas que fueron separados de sus familias, personas que quedaron en el exilio y que los suyos no volvieron a saber de ellos, gente de la resistencia, brigadistas internacionales… “Tendría que haber una dotación presupuestaria en esta ley y una dotación de personal que hiciera este trabajo con rigor y desde un punto de vista profesional”, sentencia.

“Sobre todo hay que judicializar”, tal y como recalca una y otra vez Cabra. “No se puede decir: saque usted a su muerto de la fosa común, cómprese un pico y una pala y cuando lo encuentre lléveselo al cementerio”, ejemplifica. De esta forma, no le ve “buen augurio” a la política de la memoria histórica con Rajoy, quien la “ignora en los presupuestos” y “desprecia a las víctimas de la dictadura”.

Sin dotación presupuestaria

Asimismo, tampoco ve con buenos ojos las leyes que se aprueban en las comunidades autónomas -como es el caso de Cantabria, donde el PSOE impulsará la suya a final de esta legislatura-, puesto que “tienen muchísimas carencias” referentes a las “dotaciones presupuestarias y de personal”. “Estas leyes -que no pasará mucho tiempo en que en cada pueblo haya una-, provocan que exista una burocracia terrible”, subraya. Las leyes autonómicas “intentan rellenar huecos de los que adolece la Ley de Memoria Histórica Estatal aprobada por el Gobierno socialista”, destaca la portavoz de la asociación AGE.

Las califica como “sucedáneos que pueden ayudar a las asociaciones con pequeños presupuestos que prácticamente se destinan a sacar muertos de las fosas comunes, algo que es ilegal porque lo tiene que hacer el Estado”. “Entrar en las fosas comunes sin que haya un juez, con un pico y una pala, en algunos casos con un forense y en la mayoría con solo un familiar, rompe una cadena de pruebas que no van a poder servir para hacer un juicio de crímenes contra la humanidad, que es lo que hubo en este país”, argumenta.

A su juicio, “solo tendría que haber una Ley de Memoria Histórica judicializada que debería haberse hecho en la segunda legislatura de Felipe González, en ese momento había mucha gente con vida que no solamente hubiera podido aportar su presencia, sino su testimonio oral que hubiera sido muy necesario”.

“Nosotros apoyamos que se respeten las fosas comunes mientras no se judicialicen”, recalca Cabra. “El día que se abran tiene que haber un juez que levante acta del crimen que allí sucedió y que sea denunciado a los tribunales europeos si aquí seguimos con Rajoy, porque si no es imposible”, sostiene. “Se debe hacer un monumento que quede para siempre como un lugar de memoria, de homenaje y de recuerdo”, concluye.

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