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La producción ecológica como atractivo juvenil al sector primario

Granja de producción ecológica de huevos.

Rubén Alonso

En un contexto social en el que la vida en el campo se resiente porque la población se concentra en los grandes núcleos urbanos, la producción ecológica surge como un atractivo hacia el sector primario para los más jóvenes en busca de una salida laboral. Carlos Coria, Montserrat Santos e Isabel García son tres profesionales de este ámbito que se dedican a la producción ecológica de huevos, miel y orujo de forma sostenible. Coinciden en la necesidad de impulsar la actividad en este ámbito y en que esta fórmula es una buena vía para ello.

Coria es un joven ganadero que inició su actividad profesional en 2012. Desde entonces ha ido ampliando las instalaciones de su granja en Ranero, lo que le ha permitido aumentar su producción en un “porcentaje alto”, según relata a eldiario.es. “Llevamos a cabo una producción de huevo ecológico con toda la normativa europea”, asegura. Está exenta de química y de antibióticos, y los animales viven en libertad, tienen acceso a los parques exteriores para picotear hierba, andar, volar o lo que quieran“, explica.

El producto lo tienen implantado en un 99% de la producción en Cantabria, siendo “consecuentes” con lo que se entiende como una producción ecológica. “Tratamos de que la huella de carbono sea la menor posible y que los movimientos del mismo sean los mínimos: Mejor tenerlo en casa del cliente en 15 kilómetros que en 1.000”, expone este profesional.

Anteriormente, Coria se dedicaba a la distribución comercial y venta, y cuenta que uno de los productos que más vendía era el huevo de gallina de todas las variedades excepto del ecológico, que no lo tenían en gama. “Conociendo un poco el sector decidí tratar de producir el mejor huevo de este tipo, en mi tierra, en mi región”, subraya. “Me tuve que formar, empezar a estudiar porque desconocía el sector primario”, reconoce, al tiempo que señala “la honestidad, la alta calidad y la diferenciación” como principales parámetros de su actividad.

Por otro lado, afirma que se trata de una producción de “puertas abiertas” porque “colaboramos con escuelas de formación de hostelerías, con colegios, con asociaciones de consumidores e incluso con la Universidad de Cantabria”. “Es muy importante comunicar al consumidor todo el proceso y características del producto para que luego él tome las decisiones”, sostiene Coria, ya que “a veces las modas que nos ofrece el mercado no son lo mejor, ni es toda la realidad”, incide.

En cuanto a la participación de los jóvenes en este sector, se define a sí mismo como “un convencido de que la producción ecológica es una salida laboral” para ellos, ya que “es viable y rentable”, asegura. Sin embargo, “solemos escuchar que en el sector primario, al agricultor no le pagan lo que le cuesta producir y que al ganadero no le pagan la leche a un precio decente, es decir, que el mundo se aprovecha del que te da de comer”, lamenta.

Frente a ello, este avicultor pone en valor que la gente que se incorpora al sector “cada vez cuenta con mayor cualificación” lo que supone una “ayuda para que tu actividad sea más defendible, sobre todo desde el punto de vista del precio”. “Tan importante o más es quien produce la lechuga como quien te la pone en la balda del supermercado”, sostiene Coria. “Durante años se han despreciado las figuras del ganadero y del agricultor no dándole ningún tipo de valor, cuando todos comemos gracias a ellos”, concluye.

Salvando obstáculos

Por su parte, Montserrat Santos es una profesional cántabra de la producción ecológica de miel desde el año 2008. Cuenta en conversación con este medio que la miel debería ser ecológica, pero que “muchos de los tratamientos que se utilizan para combatir determinadas enfermedades de la colmena utilizan productos químicos que dejan residuos en la miel”. “Nosotros no los utilizamos; son naturales, biodegradables y a base de plantas”, afirma. “Son menos efectivos por lo que hay que cuidar más a las abejas pero no dejan residuos en la miel”, matiza.

Explica también que las colmenas tienen que estar situadas en zonas de bosque o alejadas de la contaminación. “Esa es nuestra forma de trabajar”, subraya Santos. En su caso, decidió emprender esta actividad profesional para compatibilizar vida familiar y laboral, aprovechando su conocimiento del mundo de las avejas.

Hace hincapié en que es necesaria una fórmula para que la gente joven pueda trabajar y vivir en el campo, y pone el foco en la agricultura ecológica como una de ellas. Como aspecto negativo, señala los trámites burocráticos que existen para “simplemente poder poner las colmenas en algún lugar”. “Es desesperante”, se queja. “Algunos ayuntamientos ni te contestan y necesitas su autorización”, denuncia. En definitiva, Santos resalta que la producción ecológica de miel podría ser una buena salida en Cantabria para mucha gente joven, pero la Administración “no lo pone fácil”.

Tradición e innovación

Isabel García cuenta con una destilería de orujo ecológico en Liébana. La empresa la fundó su madre hace 32 años, la primera en esta zona, según relata a este medio. Posteriormente, cogió las riendas su padre y hace cinco años fue ella la que asumió esa responsabilidad. “Seguí manteniendo el proceso de fabricación y la marca que se venía haciendo hasta entonces, pero empecé a desarrollar una gama de productos que se elabora y vende de manera ecológica”, explica.

El proyecto recibió del Ministerio de Agricultura el Premio de la Mujer Rural en el ámbito de la innovación, “por el esfuerzo que suponía la iniciativa, por rejuvenecer y por revitalizar la producción de un producto tan tradicional como es el aguardiente de orujo mediante técnicas ecológicas”. “Somos la única destilería artesanal en España que hace un destilado ecológico”, subraya, mediante la utilización de hollejo de estas características.

“La idea era por convencimiento personal”, apunta, y detalla que la única diferencia con el resto de productos es el origen de la uva, ya que, según señala, en su proceso productivo no interfiere “en nada”. Además, pone en valor que es consumidora de producto ecológico desde hace muchos años, algo que “se convierte en un hábito de consumo y de filosofía personal”.

“Lo hicimos también pensando que sería un valor añadido al producto y que nos ayudaría a exportar, en Centroeuropa sobre todo, un mercado más familiarizado y sensibilizado con el consumo de productos ecológicos”, expone García, ya que en España “vamos poco a poco, nos llevan mucha ventaja”, reconoce.

Finalmente, sigue la misma línea que sus compañeros profesionales y afirma que “hay necesidad de que la gente joven vuelva a las actividades del sector primario, es decir, a la producción de agricultura y ganadería”. La producción ecológica “puede ser un incentivo y si este tipo de negocios prospera habrá más oportunidades”, concluye.

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