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Nuevo homenaje a Amparo Pérez, “víctima del urbanismo sin alma de Santander”

El nieto de Amparo, Marco Santamaría, ha sido el encargado de descubrir la placa.

Rubén Vivar

Cerca de medio centenar de personas han rendido este martes un nuevo homenaje a Amparo Pérez, la mujer de 86 años que se resistió a ser expropiada de su casa por el Ayuntamiento de Santander para construir un nuevo vial en la autovía S20. El acto ha sido organizado por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca (PAH) y el movimiento #AmparoSeQueda, y ha tenido lugar sobre el terreno en el que se asentaba la vivienda de la anciana, que falleció pocos días después de que la empresa constructora -la sociedad formada por Isolux Corsán y Copsesa- derribara su hogar mientras ella permanecía ingresada en la UCI.

Allí, su nieto Marco Santamaría ha recordado la historia de su abuela, quien “se resistió a abandonar su casa, su patio y limonero”. “Se enfrentó al poder. Ellos tuvieron la desvergüenza de recalificar su casa para pagarla menos por la expropiación, y le echaron para construir un vial inútil y que nadie reclamaba”, ha denunciado Marco haciendo referencia a la modificación del Plan General de Ordenación Urbana por la cual el terreno de su abuela pasó de urbano a rústico. 

Amparo dio una “lección de coraje y dignidad” y su historia “penetró en los corazones” de los santanderinos, que se contagiaron de su entereza y determinación, tal y como ha rememorado su nieto. “Nadie en esta ciudad se había atrevido a desafiar al poder con tanto arrojo como lo hizo ella”. 

Desde que el verano pasado se inició el conflicto, Amparo y su familia, por la que siempre estuvo arropada, reclamaron al alcalde de Santander, Íñigo de la Serna (PP), una solución justa y consensuada. “No pedía limosna, sino justicia”, ha subrayado Marco. El jurado de expropiación estableció que su vivienda y los 379 metros de terreno ubicados en plena zona de expansión de la ciudad tenían un precio de 79.000 euros, “una miseria que ni siquiera alcanzaba para comprar otra”.

Resistió presiones y campañas de descrétido, pero con cada nuevo embate el aliento de Amparo se hacía más débil, hasta que en febrero de este año falleció. A la semana siguiente, el equipo de Gobierno aprobó un sobrecoste de 220.000 euros a favor de la empresa encargada de las obras, que finalizaron en mayo.

Pero “la muerte de Amparo no es una derrota. Ha ganado la batalla. Ahora ya no hay barrios mudos, sino ciudadanos críticos, sin miedo, que no van a resignarse a que en Santander se siga practicando un urbanismo contra las personas, un urbanismo sin alma”, ha manifestado Marco citando expresamente la lucha de los vecinos de Tetuán, el Cabildo, el Pilón o Prado San Roque, amenazados por nuevas expropiaciones. “La historia amenaza con repetirse”, ha lamentado.   

“Esta carretera siempre será una cicatriz de dolorosa memoria para esta ciudad; una lengua de asfalto que lleva tatuado el nombre de Amparo y que hoy así bautizamos”, ha afirmado el nieto de Amparo reclamando que el vial lleve el nombre de su abuela, una propuesta que el PSOE llevará a la próxima comisión de Cultura, según ha anunciado su portavoz Pedro Casares.

Finalmente, Marco se ha dirigido a los asistentes para agradecerles su presencia y apoyo, y tras lo cual ha destapado una placa conmemorativa con el nombre 'Avenida Amparo Pérez'.   

La fecha elegida para este homenaje no ha sido casual. El 4 de agosto de 2014 fue el día en el que un técnico del Ayuntamiento se presentó por primera vez en la casa de Amparo para reclamar que firmara un acta de desalojo voluntario. 

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