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Cuatro mujeres pioneras que rompieron el techo de cristal

Laro García

Mercedes Sancha, Isabel Tejerina, Teresa Rodrigo y Asunción Velarde tienen muchas cosas en común a pesar de que no se conocen personalmente, sus trayectorias vitales y profesionales no han coincidido hasta ahora y sus campos de acción distan mucho entre sí. Todas ellas, sin embargo, son pioneras. Las cuatro consiguieron romper el techo de cristal que existe en determinados sectores reservados tradicionalmente a los hombres y superaron las dificultades, visibles o no, que aún en nuestros días cercenan carreras y ponen límites por una simple cuestión de género.

Entre sus méritos acumulan reconocimientos y otro elemento común: haber sido la primera mujer en su puesto de trabajo. Y es que las cuatro protagonistas reconocen haber tenido que sortear problemas y afrontar una lucha que no tuvieron que librar sus compañeros varones, demostrando más si cabe sus capacidades y ampliando horizontes en áreas como la justicia, la política, la ciencia o la ingeniería.

“Aunque hay igualdad formal, no hay igualdad real”

De techos de cristal y de espacios copados por los hombres sabe más que de sobra Mercedes Sancha, presidenta de la Sala de lo Social del Tribunal Superior de Justicia de Cantabria (TSJC) desde 2015. Perteneciente a la promoción 33 de la Carrera Judicial, también aprobó en 1987 las oposiciones a la carrera fiscal, en la que permanece en situación de excedencia.

El pleno del Consejo General del Poder Judicial (CGPJ) la eligió hace ahora tres años por unanimidad para el cargo después de dos décadas destinada a esa Sala. Se trata de la primera mujer que ocupa el cargo y ya desde su toma de posesión alzó la voz y reclamó que se tomaran medidas efectivas para conseguir la igualdad entre hombres y mujeres en el acceso a puestos de responsabilidad de la Judicatura.

“Juzgar no es una cuestión de género, sino de sentido común”, dijo entonces Mercedes Sancha, que reconoce ahora en conversación con eldiario.es que la jornada de reivindicación de este 8 de marzo le parece “muy positiva”, así como “todas aquellas acciones encaminadas a luchar a favor de los derechos de las mujeres”. 

Reconoce, solo unas horas antes de que arranque esa movilización inédita en nuestro país, que no tiene decidido cómo lo hará, pero que intentará participar activamente. “Tengo claro que me he encontrado más problemas para avanzar en mi trabajo por el hecho de ser mujer. He tenido dificultades porque, además de mujer, soy madre, y eso ha frenado de alguna manera mi carrera profesional”, subraya.

En este sentido, apunta que “se están tomando medidas, se está avanzando, pero demasiado despacio”. En los últimos años, a su juicio, han cambiado muy poco las cosas. Las mujeres son ya la mayoría en la carrera judicial, están por encima del 52%, pero en los puestos de responsabilidad no han alcanzado esos niveles “ni de lejos”. “Todavía existe un techo de cristal clarísimo y, aunque hay una igualdad formal, no hay una igualdad real”, sentencia.

El CGPJ está desarrollando progresivamente un Plan de Igualdad y cuenta en su cúpula con tantos hombres como mujeres, pero Sancha opina que existe aún una educación y unas costumbres detrás que provocan que ni haya mujeres aspirantes a puestos de libre designación ni que se designe tanto a esas mujeres como sería previsible en función del número que ocupan en los niveles más bajos.

“Hay problemas de conciliación de la vida personal y familiar que hacen que muchas mujeres jueces no pidan puestos de responsabilidad por esa carga adicional de trabajo que suponen esos otros cometidos. En el caso de los hombres no ocurre por los estereotipos de género de los que tanto se habla, y que hace que los varones tengan más posibilidades y más apoyo familiar”, reflexiona en voz alta.

Según explica la presidenta de la Sala de lo Social del TSJC, las mujeres acceden a la carrera judicial libremente, mediante oposición, pero cuando llega el momento del ascenso a puestos de responsabilidad, otorgados de forma discreccional por parte del Consejo General del Poder Judicial, se produce un freno y desaparece la igualdad tantas veces ansiada.

“En mi caso, durante unos años, cuando mis hijos eran pequeños, no tuve la posibilidad de formarme tanto o de hacer un currículum como sí pudieron hacer otros compañeros varones, o incluso yo misma no solicité determinados cargos que sí podría haber tenido de no haberme ocupado de las responsabilidades familiares que tenía en aquel momento. Ahora es diferente, una vez que los hijos son mayores. Ya tienes más posibilidades, pero es evidente que has perdido unos años que hubieran sido importantes para progresar”, concluye.

“Parece mentira: mejor estaba usted cuidando a su niña y no en estos líos”

Isabel Tejerina (Mieres, 1949) lleva toda una vida de militancia y reivindicación en los movimientos sociales y políticos de Cantabria. Esta licenciada en Filología Románica, profesora de Educación Infantil y catedrática de la Universidad de Cantabria encabezó en las primeras elecciones municipales de 1979 la candidatura del Partido del Trabajo de España (PTE) en el Ayuntamiento de Santander, siendo elegida concejala, hasta que en el año 1982 y tras participar en la ocupación una vivienda social vacía fue expulsada del Consistorio por el alcalde Juan Hormaechea, con el que mantuvo duros enfrentamientos durante toda una legislatura.

Ahora jubilada después de una amplia trayectoria universitaria, esta luchadora infatigable permanece activa participando en el grupo teatral 'Unos Cuantos' o en organizaciones como la Plataforma contra la Exclusión Sanitaria, una de sus últimas batallas en defensa de los derechos humanos. “Fui la primera concejala mujer elegida democráticamente en el Ayuntamiento de Santander”, matiza nada más ser preguntada por su trayectoria, poniendo en valor el éxito de los movimientos vecinales en los barrios más desfavorecidos a los que estaba ligada en aquella etapa.

“Había entonces y hay todavía ahora mucho machismo. Siempre hubo mucha diferenciación entre si eras hombre o mujer, sobre todo por parte de la derecha, del pensamiento patriarcal y conservador. Se reflejaba en el mismo hecho de llamarme 'la Tejerina', con ese 'la' delante que no deja de ser un tanto peyorativo. Tenías que defenderte más y defender con más ahínco y más fuerza determinados testimonios y determinadas banderas por el simple hecho de ser una mujer”, recuerda de su época en la primera línea política.

Haciendo memoria, y tan solo unos minutos después de concluir la entrevista, recuerda por WhatsApp una anécdota que le sirve de ejemplo para ratificar sus palabras: “Una de las muchas veces que me detuvieron, un comisario de policía me dijo con muy mal tono: 'Parece mentira: mejor estaba usted cuidando a su niña y no en estos líos'. Eso nunca se lo hubieran dicho a un hombre, ¿verdad?”, señala.

“La derecha, las fuerzas reaccionarias y patriarcales siempre querían humillarte, denigrarte. Con sus comentarios vejatorios y excluyentes. Pero no lo conseguían. Las mujeres hemos defendido nuestra dignidad de personas, y de madres también, con la lucha por nuestros derechos, saliendo a la calle, no callando en casa”, remarca orgullosa.

Además, se muestra optimista y cree que la jornada del 8 de marzo será histórica, porque hay buena convocatoria, buena acogida y un incremento de fuerzas, sobre todo en sectores jóvenes cada vez más activos dentro del feminismo. “Se ha mejorado, pero sigue faltando mucho camino por recorrer. La sociedad patriarcal lo impregna todo, las desigualdades siguen siendo muy grandes en el terreno laboral y en el terreno doméstico. Estamos discriminadas de una manera permanente en todos los ámbitos de la sociedad”, considera.

“Se nos exige más para el mismo trabajo y nuestro trabajo, en general, está más invisibilizado”

Por su parte, Teresa Rodrigo (Lérida, 1956) es catedrática de Física Atómica de la Universidad de Cantabria desde 1994. Desde ese mismo año trabaja en el Instituto de Física de Cantabria (IFCA), una institución de gran prestigio ligada al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), y que dirige desde hace un par de años, cuando se convirtió en la primera mujer en acceder al puesto.

Reconocida investigadora en el ámbito de la física de partículas, ha trabajado en laboratorios de Europa y Estados Unidos, desde donde ha participado en descubrimientos científicos como el del bosón de Higgs, al tiempo que es miembro de diversos comités científicos nacionales e internacionales, entre ellos, el Comité de Política Científica del CERN, siendo la primera física española en formar parte del organismo.

Con este carácter pionero en su ADN, que le ha hecho lidiar con muchas situaciones injustas, subraya que “incuestionablemente”, su apoyo a esta jornada de reivindicación feminista es total. “Creo que hay miles de razones. Muchos estudios demuestran que esa brecha existe en todos los niveles, no solo de salario, así que sin ninguna duda, apoyo la huelga como muchas de mis compañeras. Tengo previsto participar y me sumaré de todas las formas posibles”, adelanta.

Cuestionada sobre las ocasiones en las que se ha visto discriminada por el hecho de ser mujer en el ámbito laboral, recalca que “todas tenemos experiencias similares, algunas más duras y otras menos explícitas, pero todas nos encontramos con la misma dificultad”, una dificultad que resume en una frase: “Siempre llegamos a los cargos que alcanzamos con mucha más experiencia y mucha más trayectoria científica y profesional que los hombres que han pasado por esas mismas posiciones antes que nosotras”. 

“No quiero que esto suene a victimismo, porque las mujeres no somos victimistas y nuestras reivindicaciones no lo son, pero se nos exige más para el mismo trabajo y nuestro trabajo, en general, está más invisibilizado que el de nuestros compañeros”, reflexiona Teresa Rodrigo.

Afortunadamente, considera que las cosas están cambiando y la ciencia no es ya un mundo exclusivo de hombres, aunque tiene claro que hay que hacer mucho más. “Si dejamos que las cosas evolucionen a su ritmo, nos va a llevar muchos años. Hay que desarrollar políticas proactivas, hay que echarle imaginación y ver todos los aspectos en los que se puede mejorar y actuar, que haya mujeres que puedan mandar un mensaje ejemplar y servir de modelo”, explica la directora del IFCA.

“¿Te das cuenta del riesgo que asumo por contratar a una mujer?”

La carrera de Asunción Velarde (Torrelavega, 1962) también es una muestra de cómo derribar estereotipos de género. Cuando se matriculó en la Escuela de Minas de la Universidad de Cantabria en el año 1983 se convirtió en una de las dos únicas mujeres de su promoción y, tras finalizar sus estudios, consiguió ser la primera jefa del Servicio contra Incendios de Torrelavega, inicialmente, y la primera jefa del Servicio de Protección Civil en la ciudad, después.

“En mi caso particular, no he vivido ningún hecho relevante en el que haya sentido una discriminación por el hecho de ser mujer. En el mundo de la Administración pública entras con una titulación específica y los sueldos son equiparables. Tienes un sueldo base reconocido en función de tu categoría y hay menos margen para sufrir una brecha salarial porque está totalmente regulado”, expone.

Sin embargo, nada más avanzar la conversación, aunque no se siente víctima de ningún tipo de techo de cristal, sí relata algunas circunstancias que le hacen replantearse sus palabras, conversaciones o trabas que tuvo que evitar en sus primeros pasos dentro del mundo laboral, principalmente en la empresa privada.

“Después de estudiar en la Escuela de Minas, me acuerdo que en la primera entrevista que tuve para incorporarme a la obra civil, para trabajar en autopistas, tenía un perfil muy adecuado para el puesto, pero sin embargo el entrevistador me decía: ”¿Te das cuenta del riesgo que asumo yo como empresario por contratar a una mujer en este sector, para ir a la obra, para trabajar a la intemperie?“.

Tenía la formación adecuada y físicamente estaba capacitada, logró el trabajo, y fue una de las pocas mujeres que estuvieron presentes en la construcción de la Autovía del Cantábrico hace más de dos décadas. “Recuerdo que los obreros pasaban, te veían con el casco blanco y se quedaban mirando sorprendidos. Estudiar era una cosa, pero incorporarse al mercado laboral era otra bien distinta. Ahora nadie se extraña por ver a chicas que son topógrafas o que son directoras de obra, por ejemplo, pero en los años 90 esto no era así”, apunta.

“Al principio, en el mundo de la obra, que llegara una mujer de veintipocos años y mandara a un grupo de hombres que normalmente no estaban acostumbrados a recibir órdenes de una mujer, lógicamente, podía resultar problemático. Ahí entra el carácter de cada una, de cómo te tienes que imponer. En ese punto, al principio quizás sí tienes que demostrar un poco más que el resto, pero una vez que te das a conocer, no he tenido ningún tipo de incidente”.

En el mundo de las emergencias, donde ahora desarrolla su labor profesional como jefa de Servicio de Protección Civil, le pasó algo similar. “Ten en cuenta que el Parque de Torrelavega, por ejemplo, no tiene ninguna mujer bombero”. Según su criterio, se ha ido haciendo un progresivo avance, pero defiende que es importante la incorporación de la mujer en materias no tan habituales, más allá de la educación o la sanidad, en territorios más técnicos. 

“Entiendo que es un proceso imparable. Debemos adoptar medidas para acabar con la desigualdad de género de una vez por todas”, recalca, al tiempo que se muestra partidaria de la “visibilización masiva” que se está produciendo este 8 de marzo y los días previos. “Yo, como entenderás, estoy en servicios mínimos. A mí, por seguridad, me toca estar aquí, trabajando, pero que se haga esto me parece fundamental para dar el protagonismo que las mujeres merecen”.

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