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El Centro Botín reúne 22 obras creadas por Cristina Iglesias entre 1992 y 2018

El Centro Botín reúne 22 obras creadas por Cristina Iglesias entre 1992 y 2018

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El Centro Botín expone una muestra retrospectiva de Cristina Iglesias que reúne 22 piezas creadas por la artista donostiarra entre 1992 y 2018, algunas de formato monumental, que reflejan su idea de “buscar y encontrar” presente en toda su obra a través de paisajes y espacios vegetales “inventados” que conducen a una “lugar soñado”.

Con el título 'Entrespacios', la exposición, que se inaugura mañana y podrá verse hasta el 3 de marzo de 2019, está comisariada por Vicente Todolí, que la ha presentado hoy junto a la propia artista, coincidiendo ambos en la idea de que la muestra propone “deambular” por las piezas, que crean “una ficción de un lugar” en un “viaje” en el que el espectador se sumerge y queda atrapado.

“Es un viaje y decides meterte en una pieza u otra, ir a la derecha o a la izquierda”, ha explicado Cristina Iglesias, para quien las obras, además de a referencias literarias, remiten a “un lugar que no está presente, un lugar soñado” que te rodea y envuelve.

Todas las piezas comparten un marcado carácter espacial y en ellas la artista mira de manera poética el paisaje y logra que se establezca “un diálogo” con el edificio de Renzo Piano.

Así, a lo largo de la muestra, el visitante puede adentrarse en “lugares imaginados” y paisajes “profundos y sensoriales” creados por la artista, tanto a través de sus obras más representativas como celosías, habitaciones, corredores o pabellones suspendidos, como de sus trabajos más recientes, en los que indaga en nuevas texturas y materiales.

Según Iglesias, todas estas obras tienen en común la idea de utilizar lo natural “desde la ficción” que la lleva a construir “espacios vegetales inventados” que “crecen” y en los que están presentes la luz y el agua, elementos que remiten no sólo a nuestra cultura, sino a todas las culturas, ha señalado. “El agua me sirve para hablar del tiempo”, ha precisado la artista.

Vicente Tolodí también ha incidido en el sonido del agua y en la vegetación como aspectos que caracterizan la obra de Iglesias; obras que son abstractas pero que están desde la ficción “con literatura”. Y es que, según ha dicho, la literatura “es el punto de partida” de Cristina Iglesias, lo que le lleva a “la abstracción con un contenido”.

Recorrido

El recorrido comienza en el exterior con 'Desde lo subterráneo', una intervención escultórica de cuatro pozos y un estanque en piedra, acero y agua situada en los Jardines de Pereda que rodean el Centro Botín y que Iglesias creó específicamente para este entorno, y concluye con la obra más reciente de Iglesias, mostrada por primera vez al público, 'Growth I', de 2018.

Sin guardar un orden cronológico, recibe al visitante una instalación del año 2006, 'Corredor suspendido I', de más de 15 metros de largo, que convive con otra de 2014, 'Pabellón de cristal I', y con dos de las famosas “habitaciones” de la artista: una gruta natural de exuberante vegetación tallada en resina, polvo de bronce y fibra de vidrio, 'Habitación Vegetal III', de 2005, y 'Habitación de acero inoxidable' de 1996, cuyo exterior pulido refleja el universo que la rodea.

En “diálogo” con los Jardines de Pereda se encuentra en un extremo de la sala uno de los famosos techos suspendidos de la artista, 'Paisaje I', del año 2002, una obra tejida en esparto que “transforma” el espacio arquitectónico.

El resto de las piezas se encuentran repartidas en otras dos salas e incluyen piezas que ayudan a entender el origen de algunas de las creaciones de Iglesias, con sus famosas series de serigrafías de grandes dimensiones (polípticos) comenzados a finales de los noventa y con uno de sus techos suspendidos.

El recorrido incluye las célebres estructuras enrejadas de la artista donostiarra, que aluden siempre a “algo natural”, ya sea físico (ramas, celosías) o etéreo (espacio, luz), para cerrarse con dos piezas monumentales: 'Pabellón suspendido III' (2011-2016), entrelazada con textos, y, como “broche final”, 'Growth', una pieza cilíndrica abierta, de formas pseudonaturales entrelazadas con masas cristalizadas con color.

Al estar situada en un apéndice acristalado de la sala, la luz natural, al atravesar la superficie, proyecta el color del cristal y los huecos entre las raíces en el centro del espacio.

Se trata de una de las piezas “más orgánicas” de la artista, que ha reconocido que no sabe qué caminos recorrerá a partir de ahora, porque todos están “muy abiertos”, aunque todo en su obra “está entrelazado”.

Entre sus proyectos conocidos, ha citado la pieza permanente en la que trabaja para el faro de la isla de Santa Clara, en San Sebastián, su ciudad natal.

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