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“Hay que pinchar la burbuja del emprendimiento”

Eduardo Abad, secretario general de UPTA y de UTAC Cantabria.

Rubén Vivar

Eduardo Abad (Pontevedra, 1971) acaba de ser elegido nuevo secretario general de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), una de las principales organizaciones que trabaja a nivel nacional en defensa de los empleados por cuenta propia. Cuando apenas había superado la veintena comenzó a trabajar como autónomo vinculado al comercio y en estos 20 años ha diversificado sus negocios a la hostelería y al asesoramiento de empresas.

Su discurso es claro: ser autónomo no es la panacea ni tampoco una salida a la crisis económica y laboral, como se ha pretendido vender desde las instituciones. Al menos no para todo el mundo: “El 80% de los emprendedores no llega a cumplir los dos años de vida”, apunta, invitando a darse una “ducha de realidad” y a “pinchar la burbuja del emprendimiento”. “Éxito lo tienen personas que tienen ocurrencias fantásticas y el resto tenemos que luchar día a día”, insiste Abad, que desde 2010 es secretario de la organización en Cantabria (UTAC), cargo que continuará compatibilizando con sus nuevas responsabilidades.

¿Ha llegado la recuperación económica a los autónomos?

Acabamos de presentar el resultado de una encuesta que hemos realizado a cien autónomos cántabros, que nos dicen que la situación es mala, que han perdido un 15% de capacidad económica en este último año, que las políticas estatales están deteriorando todavía más la economía y que no confían en que se vaya a revertir esa situación en los próximos meses. Además, creen que la situación de desgobierno y de falta de estabilidad política no contribuye a mejorar la situación. Este es el pulso de la calle.

¿Cuál es el perfil de los autónomos en Cantabria?

En el trabajo autónomo la cercanía lo es todo y Cantabria, en general, reúne ese requisito; son gentes y personas muy cercanas. Los negocios son prácticamente todos micronegocios: de los 42.000 autónomos que hay en Cantabria, casi el 80% no tiene trabajadores. Es una situación peculiar y específica que se da en esta comunidad.

¿A qué lo achaca?

Digamos que Cantabria tiene dos realidades. La realidad de Santander, que es un autónomo muy vinculado al comercio y la hostelería, y donde también se podría meter a Torrelavega, que lamentablemente hoy sufre un auténtico cataclismo debido a la pérdida de las empresas. Y luego, la segunda realidad, que se refleja en las poblaciones medianas y pequeñas, donde sí es cierto que hay sector comercio y hosteletería pero también mucho sector servicio. Es muy peculiar porque la cercanía de esos autónomos con sus clientes es absolutamente maravillosa. Además las carteras comerciales están muy afianzadas también.

Creemos que Cantabria tiene que ser la primera comunidad autónoma en poner en marcha el Plan de Relevo Generacional porque se está destruyendo empleo autónomo en las ciudades pero también en el territorio más rural, y eso quiere decir despoblación, pérdida de capacidad económica en ese ámbito y eso es un auténtico lastre y una auténtica penuria para las zonas rurales.

¿En qué consiste ese Plan de Relevo Generacional?

Todos los años en Cantabria se cierran alrededor de entre 1.000 y 1.300 actividades porque se jubilan sus propietarios, y tenemos que hacer un esfuerzo para que continúen funcionando con un nuevo dueño. Para eso se tienen que dar dos situaciones: la primera de ellas, cualificar profesionalmente al nuevo propietario en esa actividad a través de los contratos de aprendizaje que ya existen. Y por otro lado, tenemos que incentivar a los autónomos para que sean los mentores de los emprendedores del futuro.

Lo que queremos hacer es algo muy sencillo: a los emprendedores de futuro, sin cualificar, unirlos con los autónomos que tienen toda la experiencia y que están a punto de jubilarse. Con ello combatiríamos el desempleo juvenil, que tenemos unos datos absolutamente alarmantes en Cantabria, y también lograríamos dar una segunda oportunidad a personas mayores de 45 años que o bien han cesado en su actividad porque su negocio ha quebrado o han cesado en el trabajo por cuenta ajena. Estos son los dos grandes colectivos a los que nos tenemos que dirigirnos para insertarlos o reinsetarlos en el mercado laboral.

Con la llegada de la crisis se vendió el autoempleo como una nueva y prometedora salida laboral. ¿Se ha incrementando el número de autónomos en estos años?

Todo lo que se aumentó en el año 2015 se ha destruido literalmente en el 2016. Los autónomos están continuamente rotando, unos entran al sistema al tiempo que salen otros. Hay una rotación desmesurada y no hay un asentamiento definitivo de los nuevos emprendedores que se perpetúe en el tiempo.

Pero el problema del emprendimiento no es de números. Nosotros defendemos que hay que pinchar la burbuja del emprendimiento definitivamente. Aquí se ha creado una burbuja; todos pensábamos que el emprender iba a ser uno de los ejes salvadores de la economía y lo que hemos hecho literalmente es empeorar la situación. El 80% de los emprendedores no llega a cumplir dos años de vida, y esto es un dato contrastable, lo cual quiere decir que algo estamos haciendo mal.

A su juicio, ¿qué se está haciendo mal?

Lo que sucede en Cantabria, al igual que en el resto del país, es que las administraciones diseñan políticas activas para el fomento del emprendimiento y nos parece correcto, pero el consumo es el que es y si no hay más consumo, lo que hacemos es repartir esa tarta, y cuando repartimos en láminas tan finas, automáticamente lo que hace el mercado es expulsarte porque solamente pueden continuar los que más profesionales son, los que mejor tienen pensado su negocio, los que mejor cualificación profesional tienen, los que más experiencia tienen en el sector...

Hemos empujado a muchas personas a coger la carrera del emprendimiento y hasta ahí no hay ningún problema, pero estamos queriendo tener cantidad en vez de calidad. Y lo que estamos haciendo es llevando a muchas personas a una situación que luego se convierte en perjudicial para ellos porque ese 80% que no llega a cumplir dos años suele convertirse, mayoritariamente, en deudores de la administración.

Suena a una invitación a que la gente no emprenda.

Eso suena a decirle a la gente que emprenda con garantías; que emprender no es sinónimo de éxito. Eso es lo que tratamos de decir a la gente porque creo, honestamente, que nuestra organización, usando el sentido común, tiene que decir las cosas que reflejan los datos.

¿Cómo puede saber alguien que está preparado para emprender?

Lo primero tiene que haber una tutela, es decir, cuando vas a poner en marcha un negocio tienes que tener los requisitos mínimos de conocimiento, de profesionalidad y de saber cuáles son las distintas peculiaridades que tienes que tener para llevar adelante tu negocio. Es imposible que una persona se meta en un sector refugio, porque parece que es muy fácil poner un café, poner una tienda y vender ropa bonita,... Eso es muy complicado; saber cómo funciona tu competencia, dar un valor añadido, saber los ratios de beneficio, la inversión que tienes que hacer... Son datos fundamentales para poner en marcha un negocio y que cumpla con las garantías mínimas, porque una vez que se abre es cuando empieza lo complicado. La vida del autónomo es: por la mañana abro la persiana a las 8 de la mañana y a las 9 de la noche estoy cerrando pero me llevo los problemas a casa. Esto es la vida de un emprendedor.

El emprendedor tipo facebook o tipo franquicia maravillosa son habas contadas, y el éxito lo tienen personas que tienen ocurrencias fantásticas, y el resto tenemos que luchar día a día para que nuestro negocio vaya mejorando.

¿Cuáles son los principales retos del sector?

Nosotros decimos que hay diez soluciones a diez problemas pero me voy a centrar en cinco que bajo mi punto de vista son ineludibles y se tienen que acometer ya. El primero, como decía, es pinchar la burbuja del emprendimiento. Es obligatorio pegarnos una ducha de realidad, meternos bajo el grifo y que nos empape la realidad. Luego es absolutamente necesario que los autónomos empiecen a cotizar por los ingresos efectivos que tienen. Hay sentencias judiciales que reconocen que todas aquellas actividades que no superen el salario mínimo interprofesional no están obligadas a darse de alta; eso que están diciendo en sentencias los juzgados lo tenemos que reflejar en una ley.

Es decir, todas aquellas actividades que no superen el salario mínimo tienen que tener una tarifa especial de seguridad social, que únicamente vaya dirigida a garantizar su pensión. Y los autónomos que están por encima del rendimiento neto de 200.000 euros tienen que hacer un esfuerzo para que los que menos pueden, pueda complementarse la situación. La filosofía es que pague más el que más gana y que pague menos el que menos gana pero que pague todo el mundo. A efectos fiscales eso ya está pasando. Los trabajadores por cuenta ajena pagan en función de lo que ganan. Nosotros queremos lo mismo, ni más ni menos. La única forma de garantizar que nuestro sistema de seguridad social, el de los autónomos, el RETA, funciones es esta, no hay otra.

Otro tema muy importante para que los autónomos siguen siendo competitivos en el mercado es que tener una formación adaptada a sus necesidades. El reto es preparar a los autónomos para que sus negocios sean más competitivos frente a las estructuras económicas grandes, frente a los grandes tiburones de la economía.

Y luego tenemos que hacer algo con la fiscalidad de los trabajadores. Tenemos que inventar un sistema más equitativo y que todos los autónomos paguen en función de los beneficios. Es la única fórmula de hacer cosas con sensatez.

Para terminar, hay que abordar la refinanciación de la deuda de los autónomos con la administración pública. No puede convertirse la Administración en el yugo ni de nuestros negocios ni de las personas que tienen problemas. Hay que darles mayor flexibilidad, y al que defrauda, sin compasión.

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