No voy a repetir las cifras de paro porque estoy seguro que no hay un lector que no las sepa. Y creciendo. Hoy los sindicatos vascos de nuevo, como cada Primero de Mayo, recorrerán las calles de Euskadi y se esforzarán por que salga publicada una buena cifra de manifestantes. Supongo que los discursos no aportarán ninguna novedad pero llenarán mañana unas cuantas páginas. Si son lectores de prensa habrán podido leer con un sesgo editorial o con otro que los sindicatos vascos se manifestarán separados o divididos. Algo que ya vemos como parte del paisaje habitual vasco. Debe ser que tiene que ser así, pero es lamentable.
El sindicato ELA volverá a recordar que es el mayoritario y por una concepción política, que no sindical, volverá a intentar convencernos que los sindicatos número dos (CC OO) y cuatro (UGT) no existen. Volverá a usar al número tres, LAB, y se irá supongo a su tradicional comida del Primero de Mayo.
Ya sé que ser vasco es muy cansado, pero ciertamente en algunos elementos es un coñazo. José Elorrieta puso a ELA a la vanguardia de la construcción nacional, mató el Estatuto de Gernika y sepultó la colaboración con las centrales sindicales que no compartían el modelo sindical de marco propio, es decir, el nacionalista vasco. Y aquí estamos en medio de la gran recesión marcando paquete y con un modelo fallido de confrontación o división, huelgas generales periódicas y de poco resultado, carga política y paro, mucho paro.
El modelo Elorrieta no me gusta porque no entiendo la prioridad política sobre la laboral en un sindicato; algo que, por ejemplo, no hace LAB, que sin renunciar a su filosofía política siempre ha priorizado lo laboral. No creo que los sindicatos escapen del agotamiento colectivo que el ciudadano tiene de la acción de los partidos políticos. Aún así, todo sigue igual. UGT y CC OO con un punto de complejo, LAB forzada a seguir al líder, y éste, ELA, a lo suyo que empiezo a pensar que ya no sabe ni lo que es.
Estas grandes construcciones estratégicas olvidan el día a día en el puesto de trabajo donde en tiempos de desempleo lo más importante es mantener el trabajo. Todos tenemos un amigo o dos o tres que han perdido el empleo y no ve la forma de encontrar otro. Nos agarramos como lapas a lo que tenemos porque los que no tienen empleo pasan mucho frío y mucha soledad, también soledad sindical. Claro que hay empresas donde los sindicatos de cualquier color se ponen de acuerdo y pactan y donde los empresarios arriesgan y pactan y todos se esfuerzan y sobreviven sin que nadie lo sepa. Hay muchas. Pero también hay otras, elegidas por ELA como sus símbolos de lucha, donde no hay nada que hacer. Son el ejemplo práctico de la estrategia política que prima, pese a los trabajadores, sobre la laboral.
Como decía no comparto el modelo Elorrieta, pero respeto bastante a Elorrieta y sus capacidades, aunque crea que estaba equivocado y que su modelo es un desastre, especialmente para el desempleado. Le conocí bien y tengo muy claro que sus herederos son un desastre. Sé que me van a decir de todo por esta afirmación, pero creo que un sindicato por muy mayoritario que sea no puede centrar sus esfuerzos en anular a sus tres principales competidores: CC OO, LAB y UGT.
Supongo que alguno de ustedes es de los que dice que no le gustan las mayorías absolutas. Supongo que se apuntan a la critica del rodillo Rajoy que decide y no pacta con nadie y que piensan, como yo, que las mayorías absolutas son legitimas, aunque no nos gusten, porque nacen de los votos, pero que no implican barra libre y dejar de escuchar al ciudadano. Seguro que son de los muchos ciudadanos que en las encuestas piden pactos a los políticos, pues apliquen el mismo criterio al mundo sindical. Los votos te dan legitimidad democrática, pero no te dan la razón.
