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Sobre este blog

A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.

Contra extranjeros y empresas

Pedro Gómez Damborenea

La vida diaria es un proceso de elección en el que funciona el sistema prueba error. Lo lógico es intentar acertar siempre en la elección y, si no es así, rectificar. Pero la lógica se escapa a menudo de las decisiones relevantes. Se opta por lo fácil y la excusa puede resultar más cómoda. Son tiempos complejos y elegir lo correcto es complicado cuando hay carencias y cuando el interlocutor de nuestro mensaje está agotado y, en ocasiones, al borde de la desesperación. Dos ejemplos completamente diferentes: los extranjeros y las empresas en dificultades.

Hace ya más de veinticinco años, en una de mis estancias formativas en Francia, descubrí de manos de un profesor al cómico francés Fernand Renaud y su sketch 'J'suis douanier'. Se me quedó metida en la cabeza la ironía de una frase: “C'est des étrangers y viennent bouffer l'pain des français”. Es un monólogo de 1972 pero de plena actualidad. La vida nos lleva a buscar culpables de lo que pasa. Siempre tienen que ser terceros. Así somos. El principal problema llega cuando las personas que ocupan el poder, las clases dirigentes, por una estrategia cortoplacista o de comunicación, se ponen a la cabeza de la manifestación.

Es probable que dé réditos a corto plazo, pero siempre he creído que a medio plazo no es rentable comunicar desatinos o poner en marcha campañas peligrosamente racistas. Me da igual que sea haga en nombre del comercio o el matrimonio tradicional. Iniciar campañas contra el extranjero, con cierto tufillo racista, o contra los gays, con cierto tufillo religioso, es sencillamente repugnante y una elección equivocada.

Un puesto de trabajo es en estos tiempos un bien escaso. Cuando tenemos trabajo deseamos que llegue el periodo vacacional o el final de la jornada, pero cuando no lo tenemos estaríamos dispuestos a trabajar casi a cualquier precio. Cuando una empresa cierra no pensamos en que el producto no se vende, sencillamente odiamos a los gestores, les responsabilizamos del desastre. A veces será lo correcto y otras veces no, pero es que en la calle, sin trabajo, hace mucho frio. Tiene su lógica.

Sin embargo, de la clase dirigente espero otra cosa. Estoy convencido de que la política exterior de un estado moderno tiene que ser esencialmente económica. No me vale un embajador de la vieja escuela que no entienda que su prioridad es apoyar el bienestar de los ciudadanos de su país, que su principal papel es la defensa de los intereses económicos de sus ciudadanos y empresas; una suerte de comercial cualificado. Y las comunidades autónomas en su tan criticada acción exterior deberían hacer lo mismo, promover sus empresas y actividad.

No voy a decir que no ocurra, aunque dependa mucho de las personas. El problema es que muchas veces solamente se produce cuando va a acompañado de un interés cortoplacista, ligado a la comunicación y a la imagen. La verdad es que me parece ridículo e incluso suicida atacar, por ejemplo, a tu mayor grupo empresarial solamente para eludir tus responsabilidades. Se imaginan lo que pueden pensar en países terceros de la empresa criticada si en su propia casa la vilipendian. La verdad es que no creo que los alemanes se dediquen a criticar de forma gratuita al grupo Daimler o BMW y estoy seguro de que tienen sus vergüenzas.

No hablo de pasar por alto lo incorrecto, me refiero al ataque preventivo. Es sencillamente lamentable. No criminalicemos, por ejemplo, al grupo Mondragón o a Tubacex.

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A pesar de que tiendo a quererme me cuesta definirme y decir lo que soy. Periodista, empresario, analista, abogado economista, politólogo, ... Me gustan poco las etiquetas pero me quedo con la de ciudadano activo y firme defensor de la libertad de prensa. He trabajado en la tele y en alguna revista, salgo de vez en cuando en la radio pero lo sitios donde más tiempo he trabajado han sido el Gobierno vasco y el diario El País. Lo que siempre he buscado en el trabajo es divertirme y que me dé para vivir.

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