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El domingo hay en juego mucho más que alcaldías y diputaciones

Aitor Guenaga

Los ayuntamientos, esas instituciones tratadas como menores de edad y abandonadas muchas veces a su suerte a nivel presupuestario, pasan por ser las más cercanas a la ciudadanía. La primera ventanilla a la que llegan los ahora ciudadanos cabreados, indignados -y desde que se celebraron las últimas elecciones locales en 2011 la lista ha crecido-. En Euskadi, parece que por fin en este mandato -que comenzará a partir del 13 de junio, fecha en la que se constituirán los ayuntamientos y se elegirán a los futuros alcaldes y alcadesas del País Vasco y del resto de España- por fin se aprobará la Ley Municipal Vasca, que llega con más de 35 años de retraso. Es una anomalía democrática que Euskadi sea la única comunidad autónoma que no tenga aprobada una ley tan importante para sus 251 municipios y su relación con las tres diputaciones en un diseño institucional tan complejo como el que tienes esta comunidad autónoma.

Este domingo se vota por los regidores que matendrán la makila y por aquellas que cambiarán de mano. Y también por los junteros que darán la mayoría a los diputados generales de las tres provincias. Y siendo todo esto muy importante -fundamental me atrevería a apuntar- no es solo lo que está en juego este 24-M. Es cierto que las instituciones alavesas y guipuzcoanas pueden cambiar de color, son de hecho las dos principales batallas que se ventilan en estos comicios en los que tienen derecho a votar por primera vez más de 63.000 jóvenes. Mayores de 18 años que, como a los ayuntamientos, muchas veces se les ha tratado como menores de edad, una generación a la que las políticas públicas y la crisis han condenado “o al Inem [Lanbide] o a sacar el pasaporte” para emigrar a otro país a buscarse la vida.

En total son 1.726.521 ciudadanos residentes en el País Vasco los que están llamados a elegir este domingo a los 2.633 ediles y 153 junteros que compondrán los ayuntamientos vascos y los parlamentos forales. Pero su voto va a tener otras lecturas políticas y va a influir mucho más allá de las aceras, parques y baldosas a las que siempre nos referimos como metáfora de nuestras ciudades. Los resultados, por ejemplo, influirán también en la consolidación de determinadas ententes que pueden definir cómo abordar el debate sobre el futuro autogobierno vasco.

El nacionalismo vasco, ya todo él institucional, también se juega quién va a ser la fuerza hegemónica para los próximos años en ese campo. Entre la pulsión soberanista, que el líder de Sortu, Hasier Arraiz, ha colocado en campaña únicamente en el tejado de la coalición EH Bildu -salvaguarda de que la 'vía vasca' hacia la independencia solo estará asegurada cuantos más votos se lleven el domingo- y la de un PNV y un lehendakari que parecen querer buscar un acuerdo transversal con los socialistas en el que incluir, si es posible, algún tipo de formulación sobre el derecho a decidir, se decide también el futuro de este país. Ese capítulo del futuro “nuevo estatus” también se decide el domingo, en función de la foto fija que arroje la batalla por la hegemonía que libran peneuvistas y soberanistas de Bildu. Y del peso que obtengan las fuerzas constitucionalista.

El peso electoral de los partidostradicionales de ámbito nacional (PSE-EE y PP) servirá para contrarrestar que los nacionalistas revisiten estrategias rupturistas o, al menos, menos transversales de lo que Idoia Mendia y Arantza Quiroga desean y defienden. Y así lo han hecho en sus mítines ambas dirigentes constitucionalistas: con un sesgo más claro la lider del PP, que ha jugado la baza de su partido como único referente para los que defienden la españolidad de Euskadi. Mendia, por su parte, en un discurso más cómodo para integrar la realidad vasca en la España en construcción que propugna el PSOE con su reforma federal de la Constitución de 1978, frente a experimentos constituyentes avalados por la fuerza emergente Podemos.

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