Has elegido la edición de . Verás las noticias de esta portada en el módulo de ediciones locales de la home de elDiario.es.

Los 'bimes' solo se arrastran por Franz (Ferdinand)

The Prodigy y Franz Ferdinand elevan a 23.000 personas la asistencia al BIME

Aitor Guenaga

La V edición del BIME ya es historia. De la buena. Si no nos creen, pueden preguntar a las 23.700 personas que se han dado cita -según los datos oficiales suministrados por la organización- durante todo el fin de semana para deleitarse, deglutir y regurgitar los decibelios concentrados en el BEC de Barakaldo. Una hora más incluida, claro, que de madrugada se atrasaron los relojes (incluida Catalunya).

Echarán de menos en esta aproximación a la sesión del sábado a muchos grupos (algunos de gran calidad, según nos comentó la siempre dispuesta avanzadilla de eldiarionorte.es, muy fiable, como siempre, que nos precede cuando la última hora informativa nos obliga a llegar tarde). El directo potentísimo de los británicos Idles es uno de los ejemplos. O Exquirla, la propuesta musical que llegó al BIME pasada las 22:30 de la mano de la banda post-rock Toundra, aderezando la voz del cantaor 'Niño de Elche'. 'Para quienes aún viven' se llama la cosa. Por eso les dejo este concierto celebrado el pasado 8 de julio en Barcelona. Mutatis, mutandis, nos traslada a la atmósfera del Omega de Enrique Morente y Largatija Nick y para los que peinan canas para los inicios de Triana. Tal vez una exageración para algunos, pero de ahí la locución latina, oiga. Sin duda, a seguir la pista.

Había bastante más gente que el viernes (8.700). Y se notaba. 15.000 'bimes' entregados al rock, las melodías y la danza casi por igual. La boca de metro nos escupió al filo de las 23 horas, justo cuando la banda de Alex Kapranos comenzó a descargar su rock sin etiquetas. Qué viejo (y aburrido) suena ya todo eso de indie, alternativo, postpunk...

Kapranos ya había calentado motores con ese 'patchwork' musical que es BNQT, guarida o cobijo musical liderado por Eric Pulido de Midlake y formado por los cantantes de Band of Horses (Ben Bridwell), Grandaddy (Jason Lytle) y Travis (Fran Healy) junto a varios miembros más de Midlake. También nos lo perdimos.

Pero todo nos dio igual cuando vimos al bueno de Kapranos en el escenario junto al resto de los chicos más acelerados de Glasgow. Desde que Take me Out barriera las listas de indie rock (así se llaman por la crítica especializada) en 2004, año en el que Franz Ferdinand logró dos brit awards, todo ha sido un camino de rosas sin espinas para los escoceses. Y en su actuación en el BEC, en la que se atrevieron además (y es de agradecer) con muchos de los temas de su nuevo trabajo, volvieron a confirmar el nivel de calidad tanto en las composiciones, como en el directo, facturado con maestría y control. Ya nos enamoramos al descubrirlos en Anoeta, en aquel verano de 2005, cuando telonearon a los de Bono, en la gira Vértigo de los U2.

Como el buen vino, no han hecho sino mejorar. Sonaron sus éxitos, desde luego, y viejos temas (The Fire), otros se volatilizaron como gotas en la lluvia (Walkaway, Jacquelineo tantos otros). Pero el vulgo andaba tan entregado que cuando el archiduque Ferdinand, de ascendencia austriaca, les ordenó agacharse estaban hasta dispuestos a arrastrarse. Literal. Y así lo hicieron. Estamos esperando que vuelvan pronto por aquí.

Un respiro para comer algo, tomar un Jon Andarín y acceder (sin cambiar de pabellón) a otro mundo; a una gigantesca pista de baile de la mano de los sacerdotes del dance y eso en lo que los británicos eternos The Prodigy no se reconocen: la electrónica de masas.

Abrieron su bolo con Breathe y cerraron su set-list oficial con el Smack My Bitch Up, ese tema que tanto dio que hablar por la (supuesta) incitación a la violencia machista y que fue catapultado en su día al top del ranking de las canciones más polémicas de la historia (censurada en la BBC, otro clásico musical en el Reino Unido), con el polémico vídeo de Jonas Akerlund.

Al público le dio igual, lo único que quería era volver a ver en el escenario a las bestias de la electrónica comandados por Liam Howlett y los suyos -los saltos sincopados de Keith Flint y los gritos “madafaka” de Maxim. Intentaron poner a la audiencia a sus pies, les conminaron a arrastrarse por el suelo. Pero fracasaron; la gente solo quería seguir bailando.

Colocaron Their Law, No Good (Start to Dance) y llevaron a todo el mundo al hospital de golpe (Take Me To The Hospital).

El BIME siguió, claro. Porque quién podía querer ir al hospital a esas horas, además sabiendo que nos iban a regalar a todos una hora más de baile, de música, de sueño...

Etiquetas
stats