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Opinión - Vivir sobre un polvorín. Por Rosa María Artal

Candidatos, entre el dedazo y las primarias de nuevo cuño

Hemiciclo de las Juntas Generales de Bizkaia.

Aitor Guenaga

Uno de los momentos más convulsos para los partidos políticos, más allá de los congresos en los que hay disputas claras de poder, se produce a la hora de tener que elegir los cabezas de cartel y componer las planchas electorales con las que finalmente se presenta cada partido. Es en ese proceso donde hasta ahora se ponían a prueba los aparatos de los partidos y su músculo de control real de la organización.

Si a las opacas artes de los aparatos se une el distanciamiento que existe entre la ciudadanía cuando se le pregunta por la participación electoral –el CIS del pasado mes de enero revelaba que un 40% de los encuestados no votaría a ningún partido si se celebrasen mañana mismo los comicios- y que la corrupción que salpica a los partidos sigue siendo el segundo problema solo superado por el paro, los partidos han intentado encontrar el cordón umbilical que les vuelva a unir con sus seguidores. Y las dos herramientas que han servido para intentar recuperar esa credibilidad perdida son la transparencia y, sobre todo, la elección de sus direcciones (o sus líderes) y sus candidatos

En el caso de Euskadi, algunos de los movimientos de corte municipalista o de partidos emergentes, pero con una discreta relevancia institucional, llevan tiempo eligiendo a sus candidatos en procesos de primarias con listas abiertas. Es el caso de Equo o la plataforma de independientes Ikune.

La irrupción de Podemos supuso desde su creación hace año y medio una innovación en la elección tanto de la dirección y sus candidatos, como en la estructuración del partido en base a los círculos. Esa eclosión participativa, sin embargo, con el tiempo se ha ido atemperando. Un buen ejemplo de ese desgaste, también en Euskadi -donde el partido se ha estructurado orgánicamente este año- fueron las primarias para la elección de los candidatos a las forales: de los 13.000 inscritos en el partido, únicamente votaron a finales de marzo 2.300 personas. En febrero, para la elección de su líder fueron 3.100 personas. Pero, como aseguran en su lenguaje, “fue la gente la que ha decidido quiénes son sus candidatos y en qué puestos van a concurrir”. En Ciudadanos han utilizado el sistema de primarias para elegir a los candidatos y los cuatro primeros puestos de las listas, mientras que la dirección vasca ha rellenado “con gente de aquí” el resto de la plancha.

¿Cómo ha afectado este nuevo panorama político a los grandes partidos?

Ni la ola ha afectado de la misma manera, ni tampoco las aguas han alcanzado la misma altura en todas las formaciones tradicionales. De hecho, no se puede comparar el sistema de elección en el PP, más apegado al ‘dedazo’, como le han criticado sus adversarios políticos, con el del PNV –basado en sus poderosas juntas municipales, pero visado por las Ejecutivas territoriales- o el de la izquierda abertzale, ahora en una coalición de tradiciones políticas muy diferentes como lo han sido EA y Batasuna y en muchos municipios enfrentadas en los duros años de plomo del terrorismo etarra.

El PSE-EE, que ya venía de un proceso de primarias para fijar liderazgos tanto a nivel nacional como en Euskadi, utilizó el mismo sistema para la elección de sus candidatos municipales y forales en las ciudades de más de 20.000 habitantes (18 de los 251 que tiene el País Vasco). “Los socialistas hemos renovado casi el 80% de nuestros candidatos”, se ufana la líder de los socialistas vascos, Idoia Mendia. Con una edad media de los cabezas de cartel de 47 años y con menos de 50 el 70% de los candidatos.

Pero únicamente ha habido primarias en tres municipios: Getxo, Basauri y Durango, porque en el resto de municipios no hubo más que un candidato. E incluso en alguna de las plazas en las que se preveían primarias –como en Vitoria- la cosa acabó en crisis y dimisión de la candidata Maite Berrocal por diferencias con la dirección a la hora de conformar los puestos de salida de la plancha.

Tensiones en el PP

Tensiones en el PPEn el PP vasco, las tensiones se han repetido en Gipuzkoa y Bizkaia, formación que ha tardado mucho en completar sus listas definitivas y con sonadas crisis, como la vivida en el Ayuntamiento de San Sebastián, donde la dirección regional –Arantza Quiroga- rechazó al candidato propuesto por Borja Semper y los guipuzcoanos (Ramón Gómez), imponiendo a Miren Albistur al más puro estilo aznarista a la hora de designar sucesor al frente del partido. En Bizkaia, la crisis había saltado meses antes, y Antón Damborenea, peso pesado en la provincia y firme apoyo de Quiroga en la Ejecutiva regional, segó de raíz las aspiraciones de Esther Martínez de repetir como candidata a la diputación en favor de Javier Ruiz. Ruiz y Albistur son dos jóvenes promesas en el partido, pero antes tendrán que enfrentarse con los resultados en sus respectivas plazas, ambas complicadas por la fuerza del PNV en el caso de Bizkaia y la de los peneuvistas y EH Bildu en el de San Sebastián.

En el caso de la coalición soberanista, si siempre ha sido complicado conocer los entresijos de la izquierda abertzale que nunca ha condenado a ETA para la designación de sus candidatos, ahora que EH Bildu es una coalición formada por cuatro partidos –Sortu, EA, Aralar y Alternatiba- la conformación de listas ha sido incluso aprovechada por el líder del PNV, Andoni Ortuzar, para aventar supuestos desencuentros internos. El presidente peneuvista ha aprovechado en precampaña casos tan singulares como lo ocurrido con el candidato de Gernika –José María Gorroño- que se ha pasado con armas y bagajes al ‘enemigo’, pactando a última hora con el PNV después de que EH Bildu decidiera no renovarle la confianza para ser candidato a la alcaldía, o la decisión de EA en Deba de dar libertad de voto en ese municipio por supuestas discrepancias con la izquierda abertzale. Un malestar que Ortuzar calificó de “run run que está en muchísimos pueblos” y que tendría su origen en una decepción ante la decisión de sumarse con el polo soberanista adoptada por “las élites del partido” y que “nunca compartieron las bases”.

El presidente de Sortu, Hasier Arraiz, despachó el asunto denunciando que a Gorroño “las siglas es lo que menos le importa”, en alusión a que primero fue alcalde con EA, luego con EH Bildu y ahora como independiente con el apoyo del PNV. Gorroño por encima de todo es ‘gorroñista“. La dirección de EA ha censurado con dureza a Ortuzar por utilizar esas malas artes en una contienda electoral que ya apura los últimos días.

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