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“Disponer una renta básica infantil no es nada revolucionario”

Natalia González de Uriarte

El director del Centro de Documentación y Estudios SIIS de la Fundación Eguía Careaga, Joseba Zalacain, considera necesario reorientar las políticas públicas de apoyo a las familias vascas con hijos. El escenario ha cambiado con respecto al momento en que se diseñaron dichas medidas específicas en relación a las familias y a su juicio, estas herramientas de protección social deben ser modificadas para dar respuesta a las necesidades actuales. “El crecimiento del desempleo, la pobreza y desigualdad se han incrementado y ante esto las políticas familiares no pueden seguir siendo las mismas que hace 10 años”, sostiene Zalacain, que ha ofrecido una comparecencia en el Parlamento vasco para informar sobre las políticas de apoyo a familias vascas en un contexto de crisis económica.

Este investigador destaca que hay colectivos más expuestos al riesgo de pobreza y que la desigualdad se está incrementado. “El índice de pobreza no nos golpea a todos por igual. La crisis impacta sobre los que antes ya estaban mal, el 50% de la población vasca no ha visto modificados sus ingresos pero el otro 50% sí ha visto que sus ingresos han bajado. Esto afecta, especialmente, a los que a los que antes ya eran débiles”. En este sentido se da “una situación de emergencia” con la pobreza infantil de las familias con hijos. Este tipo de pobreza tiene causas, consecuencias y herramientas distintas de prevención, por lo tanto, necesita una aproximación específica, según ecplicaciones de Zalacain.

Además, si se compara al País Vasco con otros países similares de Europa en términos de renta, Euskadi y el conjunto de España gastan menos en protección social en general que la media europea y esta diferencia se agudiza en el gasto orientado a la infancia. Según los datos del SIIS los vascos gastan en infancia un euro por cada tres que gastan en Europa. “Establecer estas comparaciones es un poco resbaladizo porque cada país recurre a diferentes métodos pero estamos muy lejos. Aquí apenas registramos un 32% que lo que gasta de media la Unión Europea”, explica Zalacian. “Aun siendo la situación tan buena o mejor que otros países se podría mejorar, porque el conjunto del sistema es menos eficaz reduciendo la pobreza infantil que reduciendo la pobreza de otros grupos como adultos y pensionistas”.

El modelo vasco es “atípico”, según Zalacain. “No es muy progresivo, es un sistema muy selectivo”, insiste. No existe prestación periódica universal independientemente de la renta. Las ayudas económicas directas las reciben aquellos hogares en los que se ha instalado el desempleo o con sueldos muy bajos a través de la Renta de Garantía de Ingresos –RGI- y de la prestación complementaria de vivienda –PCV. En otros países de la UE sí se conceden ayudas directas por hijos, independientemente de la renta familiar, que se alargan, en los mejores casos, hasta los 18 años. “Sería conveniente tomar como modelo los nuevos paradigmas o enfoques en políticas sociales en materia preventiva centradas infancia y acceso mujer al trabajo que funcionan en Europa”, recomienda el director del Centro de Documentación y Estudios SIIS.

Estrangulamiento de las posibilidades de ascenso social

Los dos aspectos que urgen abordar, a juicio de Zalacain, son la integración de las políticas fiscales y de prestaciones y “acercarnos a Europa en la prestación por hijo a cargo universal”. Propone descargar a la RGI una parte del gasto y disponer una renta básica infantil. “Esto no es nada revolucionario. Ahora mismo no disponer de este elemento es lo que más nos distancia de Europa. ”Se trata de garantizar a todas las familias con hijos, por su sobreesfuerzo, unos ingresos mínimos y acceso a educación infantil. Que un país tenga niños es un bien para todos. Todos los que lo tienen deberían recibir ayudas, lo cual no quiere decir que se modulen en función de la renta. El debate es cómo eso se articula eso con la presión fiscal. Hay que jugar con todo el puzle, que las rentas altas paguen más impuestos pero también reciban más prestaciones. Cuanto más universales sean las políticas más efecto tienen y menos estigmatización se da“, asegura Zalacain.

Otro aspecto importante a estudiar planteado por Zalacain es su comparecencia es el incremento cada vez mayor de la desigualdad generacional. “La trasmisión entre generaciones de la propia desigualdad, no es un tema fácil de medir pero la movilidad social es cada vez más complicada. Los datos demuestran que al extremo superior de la población, aquel mejor posicionado social y económicamente, le cuesta ir hacia abajo y al inferior, le cuesta ir hacia arriba”, asegura. El estrangulamiento de las posibilidades de ascenso social está directamente relacionado, según sus análisis, con la pobreza infantil o familiar. “El capital que una persona acumula, el peso del patrimonio y la riqueza heredada son cada vez más importantes en las posibilidades de bienestar de las personas. También en las posibilidades de educación y cualificación de los niños, para tener un itinerario de ascenso en la vida. En ciertas familias con posibilidades de invertir en futuro de los niños, estos tienen menos posibilidades que las que hemos tenido los jóvenes de mi generación”, insiste Zalacain.

Entre las desigualdades que se transmiten el director del Centro de Documentación y Estudios SIIS de la Fundación Eguía Careaga hace mención a la herencia cultural. “Las relaciones, conocimientos, capacidades, experiencias, expectativas son cuestiones vitales y tienen un sesgo de clase muy claro, relacionado con capacidades y con la renta de las familias”.

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