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Euskadi mira de reojo a Catalunya

Imagen de la Diada.

Aitor Guenaga

Euskadi está acostumbrada a mirar a todo tipo de experiencias externas, tanto para buscar una salida a los 50 años de violencia terrorista de ETA y ganar la convivencia, como para encajar la “singularidad vasca” en España. Los políticos vascos han puesto la mirada en la ‘vía irlandesa’ o en la experiencia sudafricana para buscar el camino hacia la paz, aunque al final el modelo propio que se ha impuesto en esta materia ha tenido dos componentes básicos. Y ambos autóctonos: el cerco judicial y policial sostenido en el tiempo contra el terrorismo etarra y su apoyo político y la decisión unilateral de ETA de abandonar la violencia, tras varias experiencias fallidas de negociación con el Gobierno español.

¿Sucederá lo mismo en todo lo relacionado con el encaje de Euskadi en un Estado en crisis como el español? ¿De qué manera influirá aquí el resultado electoral de las elecciones catalanas del próximo 27 de septiembre?

La sombra catalana es alargada, pero la respuesta de las dos tradiciones nacionalistas vascas –el PNV y la izquierda abertzale- al colocarse ante el espejo independentista catalán descansa sobre raíles que marchan en paralelo. Y que, a día de hoy, no parece que se vayan a juntar ni en el infinito, según coinciden varios analistas. De hecho, si algo está revelando el proceso catalán es la creciente sima en las estrategias de los soberanistas de EH Bildu y la de un PNV más contemporizador y alejado de vías rupturistas.

“Hoy en día, uno no se declara independiente: lo declaran independiente otros países cuando lo reconocen. Si el proceso catalán fuera bien, y si Merkel reconoce a Cataluña, ya puede decir Rajoy lo que quiera”, ha admitido el máximo dirigente peneuvista, Andoni Ortuzar. Pero a renglón seguido, y en un ejercicio de pragmatismo político al que el PNV se ha agarrado coma una lapa en todo este proceso, Ortuzar también ha asegurado: “Pero eso es difícil, tampoco podemos engañar a la gente”, dando así carta de naturaleza a los avisos realizados en torno a la situación catalana tanto por la canciller Angela Merkel, como por el primer ministro británico, David Cameron.

El realismo de Ortuzar ante lo que pueda dar de sí el proceso catalán en relación a la constitución de un nuevo Estado dentro de la Unión Europea, contrasta con la exigencia de los líderes de Sortu como Hasier Arraiz o Pernando Barrena de meter la quinta marcha también en Euskadi. Este último ha señalado que considera importante activar una “dinámica” social, política e institucional en clave de derecho a decidir porque presupone que abrir en el País Vasco “otro frente potente en clave de país” sería “devastador para Madrid”. “Cataluña avanza a gran velocidad, vamos a aprovechar esa circunstancia, vamos a desplegar las velas cuando el viento sopla con fuerza”.

Pero el espejo catalán no aguanta la comparación cuando Euskadi se coloca frente a él. Y la ciclogénesis independentista con la que sueña para Euskadi Barrena parece, a día de hoy, estar bastante lejos de la realidad.

No modificar la apuesta

Ortuzar considera, además, que Euskadi no debe modificar su apuesta por el hecho de que Cataluña opte ahora por la independencia. Y cree que es un “comportamiento infantil” actuar a impulsos externos y “seguir” sin más la estela catalana. Su partido no siempre ha actuado igual. Cuando el Parlamento catalán aprobó afínales de 1989 una declaración en favor del derecho de autodeterminación y los teletipos de la época difundieron la noticia, en Sabin Etxea se pusieron de inmediato a trabajar para aprobar algo similar en Euskadi, acuerdo que llegó de la mano del PNV, EA y Euskadiko Ezkerra (EE) el 15 de febrero de 1990. Solo unos meses antes, en el manifiesto peneuvista ante el Aberri Eguna de 1989, se podía leer que el PNV “no cree llegado el momento de que Euzkadi ejerza el Derecho de Autodeterminación en un acto único de pública decisión, ya que la conciencia nacionalista no es aún claramente mayoritaria en todos los territorios vascos”.

Las cosas han cambiado ahora. Ni el lehendakari, ni el PNV tienen intención, por el ‘efecto catalán’, de variar la hoja de ruta marcada para esta legislatura: revisión del autogobierno tras un acuerdo lo más amplio posible en Euskadi y diálogo con el Gobierno español para garantizar una relación de “bilateralidad pactada” que “asegure la singularidad del autogobierno vasco” y sus competencias, a salvo de cualquier “recentralización”. En Sabin Etxea y Ajuria Enea se cruzan datos sociológicos y estudios, con esa hoja de ruta. Y se contemporiza, en vez de dejarse arrastrar por los planteamientos de EH Bildu y su propuesta de Ley de Consulta. Frente a esa posición, los soberanistas están persuadidos de que el camino que recorra Cataluña “también lo van a hacer los vascos”, de ahí que vean “incomprensible” la postura del PNV al asegurar que los catalanes “van al abismo” y que no son “nuestro referente”, en palabras de Barrena.

Un estudio del Gobierno vasco concluía que, frente al proceso abierto en Cataluña, aquí “no existe una gran demanda ciudadana ni política para la celebración de una consulta”. La conclusión del citado informe es que la mayoría de los vascos es escéptica ante esa posibilidad por la falta de demanda social, el marco legal vigente o por la oposición del Gobierno español, tal y como se comprobó cuando Artur Mas intentó una consulta en 2014. El último Sociómetro del Gobierno vasco ha constatado el retroceso de los partidarios del independentismo en Euskadi: cinco puntos menos que el año pasado al pasar del 30% al 25% de los encuestados, situándose en niveles de 2009. Sin despreciar algo que vienen reflejando todos los estudios sociológicos a lo largo de los años, como el Euskobarómetro de la UPV que dirige Paco Llera: al ser preguntados por el autogobierno vasco, sobresale el apoyo mayoritario al autonomismo (36 puntos), frente a los que se declaran federalistas (31 puntos) o independentistas (22 puntos), estos últimos también en retroceso en esa encuesta.

Sumado a todo esto el pinchazo de la iniciativa en favor del denominado derecho a decidir de Gure Esku Dago –incapaz el pasado mes de junio de llenar los estadios de San Mamés, Anoeta y la plaza de toros de Pamplona- en el PNV son conscientes de la falta de cuajo ciudadano en favor de la consulta. Nada que ver con el movimiento social multitudinario en Cataluña impulsado en las últimas cuatro Diadas por las organizaciones de la sociedad civil como la Asamblea Nacional Catalana (ANC) o Ómnium cultural y que a la postre ha forzado a Artur Mas a ensayar la vía catalana hacia la independencia.

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