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“Euskadi va a tener que importar ingenieros”

Carlos García, director de la Escuela Politécnica de Mondragon Unibertsitatea, en su despacho.

Eduardo Azumendi

El debate cada vez es más intenso: ¿cómo lograr que un chico o una chica de 18 años sienta interés por el área científico-tecnológica, que es la que más futuro tiene? Carlos García, director general de la Escuela Politécnica de Mondragon Unibertsitatea lleva mucho tiempo dando vueltas a esta cuestión. “Nos la jugamos todos. Los jóvenes tienen capacidades suficientes para hacer este tipo de estudios, que dan un montón de satisfacciones. Nos la jugamos como sociedad. En muy poco tiempo, Euskadi tendrá que importar ingenieros”, advierte.

Las empresas más industrializadas advierten de que echan de menos mano de obra cualificada. ¿Cómo e sposible con un porcentaje de paro tan alto?

La demografía en Euskadi está estancada. En un país tan industrial como Euskadi, donde la ingeniería ha tenido tanta importancia en el desarrollo económico, conozco muchas empresas que tienen dificultad para reponer a los ingenieros que se jubilan. En muchas empresas, el grado de automatización es muy importante, pero eso no tiene incidencia desde el punto de vista de los ingenieros. Euskadi va a tener que importar ingenieros.

No hay vocaciones científico-tecnológicas…

En términos absolutos son bajas, pero si nos comparamos con las sociedades desarrolladas también tienen problemas parecidos. Si la comparación es con la India, China o México compruebas que salen ingenieros a punta pala. Son titulaciones que están de moda en esos países.

Esa falta de vocaciones, ¿tal vez se deba a la fama de carreras exigentes que tienen las ingenierías?

Es posible que ese argumento valiese hace 20 o 30 años. Pero desde que se puso en marcha el proceso Bolonia se mira mucho indicadores como el tiempo que tarda un estudiante en terminar una carrera. Esos indicadores no tienen nada que ver con hace 20 años. Las tasas de éxito son muy altas en muchas universidades. ¿Por qué? Porque se hace un gran seguimiento de los alumnos, prácticamente personalizado. No hay masificación, lo que permite que nadie se descuelgue y que todos trabajan. Al final, todo es cuestión de trabajo más que de capacidad. Antes sí eran carreras duras porque no existía ese seguimiento del alumno, no había posibilidad de corregir errores, había más dejación y, por lo tanto, fracaso. Pero ahora, los indicadores de éxito de estudiantes que inician una ingeniería son muy altos.

Las chicas tampoco han terminado de orientarse hacia carreras muy técnicas.

Nuestra media es de alrededor de un 35% de chicas y en Mondragon Unibertsitatea hay carreras de ingeniería con más chicas que chicos. Esa percepción de que la ingeniería llevaba a trabajos duros y sucios se ha superado. Ojalá lleguemos a la paridad, pero cada vez vienen más chicas.

¿Tal vez en la Educación Secundaria Obligatoria (ESO), asignaturas como la física, química o las matemáticas no se presentan de una manera atractiva y después pasa factura?

Con 18 años a veces no se tiene claro lo que se va a estudiar. El papel de los orientadores es fundamental, pero lo que tiene que hacer la universidad es acercarse mucho más a los centros de bachillerato para explicar mejor en qué consisten los estudios de ingeniería. Hay desconocimiento y mitos, como las dificultades de las matemáticas o el dibujo. Ingenierías hay muchas y en algunas las matemáticas no son tan importantes. No hay que ser un crack de las matemáticas para estudiar ingeniería. Es cierto que tiene que haber una base de matemáticas y de física, pero hoy en día con los métodos de aprendizaje más basados en la resolución de problemas y proyectos las dificultades que una persona puede tener en una asignatura determinada se compensa con las facilidades que tenga en otras.

¿La falta de ingenieros debería ser tratado como una política de estado?

El problema es muy importante. El debate es: ¿cómo logramos que un chico o una chica de 18 años sienta interés por estas áreas de conocimiento que son las que van a dar de comer? Nos la jugamos todos. Los jóvenes tienen capacidades suficientes para hacer este tipo de estudios, que dan un montón de satisfacciones. Nos la jugamos como sociedad. Todos tenemos experiencia de que nos ha gustado una materia porque había un profesor que lo hacía divertido.

¿Son los profesores los que tienen que transmitir esa emoción por las ciencias?

No voy a cuestionar el trabajo de nadie. No es responsabilidad de los docentes de bachillerato o de la ESO. También es una responsabilidad familiar y de las universidades, que no hemos difundido suficientemente qué tipo de trabajos desarrolla un ingeniero. Porque resulta un trabajo muy atractivo.

Hay países que promueven políticas estratégicas para fomentar en los jóvenes las vocaciones tecnológicas.

La palabra clave es motivación. Se trata de motivar a los jóvenes para que vean que es menos difícil de lo que creen y que se hacen cosas que contribuyen a mejorar la sociedad. Cuando algo motiva no es difícil adquirir los conocimientos.

Alemania es un importador de ingenieros.

Tiene muchas empleas tractoras, de gran dimensión. Sus proveedores son competencia directa de empresas vascas. Euskadi es un país industrializado, semejante a Alemania, sin tener esas empresas tractoras. A los vascos les gusta trabajar cerca de dónde han nacido. Yo tengo muchas esperanzas que esos jóvenes ingenieros que se han marchado regresarán a Euskadi porque van a encontrar trabajo. La empleabilidad en las carreras de ingeniería es muy alta. En nuestra bolsa de trabajo, de los que se titularon en septiembre ahora solo hay apuntado un 8%. El resto está trabajando. En Euskadi va a haber trabajo para los ingenieros, seguro.

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