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Fiestas hay muchas, Celedón sólo uno

Asistentes al chupinazo fotografían el descenso de Celedón

Iker Rioja Andueza

Celedón solamente hay uno. Busquen en la base de datos del Instituto Nacional de Estadística cuántas personas se llaman así en España y no hallarán resultado alguno. El aldeano de Zalduondo es único e irrepetible. Como lo son su paraguas, el traje milrayas, la 'txapela' las abarcas y la bota de vino. Y únicas son las fiestas de Vitoria, una 'green capital' planetaria en potencia.

La Blanca 2019 ha quedado inaugurada este domingo cuando San Miguel ha campaneado las seis de la tarde. Celedón -en su versión marioneta y en su versión superhumana de Gorka Ortiz de Urbina, que otro año más ha hecho la proeza de abrirse paso entre la masa por arte de magia- ha puesto la tradición y la casa nueva. Tres sanitarios cooperantes (el traumatólogo Imanol Vega, la enfermera Adela Fonseca y el ortopedista Francisco Granados) han propulsado el cohete anunciador y 50.000 almas -ánima arriba, ánima abajo- esperaban sobre el cemento de la Virgen Blanca el advenimiento desde el cielo del maná festivo el desenfreno.

Pancartas y menores con alcohol

Desenfreno reutilizable, pero desenfreno al fin y al cabo, porque la ciudad sigue sin controlar la introducción masiva de alcohol al recinto festivo a pesar de que se prohíba meterlo en botellas de vidrio o que las botellas de plástico tengan tapón. Eso sí, el año pasado, el Ayuntamiento se felicitó por que “en las dos ediciones sin vidrio se ha cumplido el dato de '0' asistencias por intoxicaciones etílicas durante la bajada de Celedón”. Un policía que participaba en los controles de acceso se llevaba las manos a la cabeza: “Si te metes un poco, verás chavales de 13 años dando tumbos. Si por mí fuera, no entraría ninguno”. Asimismo, un supermercado dentro del perímetro de seguridad expendía bebida en latas, vidrios y plásticos por doquier. La cola de la caja llegaba hasta el fondo del local.

El alcalde Gorka Urtaran, reelegido hace sólo unas pocas semanas, ha tenido poco éxito en su intento de tener un chupinazo “elegante”, sin las clásicas pancartas en la plaza. Algunos asistentes han querido hacer protagonistas a los presos de ETA en el centro de la plaza, junto al monumento a la “independencia de España”. Otra independencia, la vasca, la pedía una gran pancarta que, minutos antes del inicio del chupinazo, individuos subidos a los tejados de la iglesia de San Miguel han logrado desplegar. Ha tenido que se retirada por la Policía -entre aplausos de los miembros del PP presentes en el lugar-. La exhibición de carteles más pequeños de presos de ETA e incluso una bandera de España han motivado algunos otros encontronazos entre los invitados a la balconada.

Allí arriba, en la zona 'vip' del chupinazo, las autoridades y algunos ciudadanos que han ganado un pase por sorteo han disfrutado de un mirador excepcional y sin tantos empujones. Con Gorka Ortiz de Urbina han estado el alcalde, el 'jeltzale' Gorka Urtaran, y su nueva mano derecha, la socialista Maider Etxeberria, también el diputado general de Álava, Ramiro González, y el presidente de las Juntas Generales, Pedro Elosegi, La representación del Gobierno vasco, sin el lehendakari, ha estado encabezada por los consejeros Beatriz Artolazabal, Bingen Zupiria y María Jesús San José y el viceconsejero Josu Zubiaga.

La presente ausencia de Maroto

También se ha dejado caer por Vitoria el presidente del PNV, Andoni Ortuzar, al que ha hecho de anfitrión su hombre en Álava, José Antonio Suso. Ambos se han tomado una fotografía con el fiscal jefe, Josu Izaguirre. El obispo, Juan Carlos Elizalde, ha deseado felices fiestas a muchos de los asistentes, la adjunta del Ararteko, Julia Hernández, ha repartido pegatinas contra las agresiones sexuales, y algunos invitados han lucido banderas en defensa de los derechos del colectivo LGTBI.

Sin embargo, una ausencia ha estado muy presente. La de un exalcalde y habitual cada año en La Blanca, Javier Maroto, ahora senador por Segovia tras un polémico empadronamiento en un pueblo de la provincia también en fiestas. “Tendrá que elegir”, bromeaba un ciudadano sobre el particular. “Espero que no venga”, se sinceraba un veterano del PP local. “Ya nos había dicho que no iba a venir”, ha sido la versión oficial. En su Instagram no había pistas más allá de unas botellas de tequila.

Vitoria, de esta guisa, ha descorchado 457.200 segundos de fiestas. Son unas fiestas sin toros otra vez, con música variada en los escenarios habituales, con feria en Mendizabala y con blusas y 'neskas' patrullando la ciudad. Son también unas fiestas en las que se cuida que no se produzcan agresiones sexuales. El Ayuntamiento presentó una estrategia de prevención de la violencia, bajo el lema 'Jaietan ere LIBRE izan nonahi! - Celebra, Actúa, Responde'. Con este fin, se va a habilitar, como ya se hiciera el año pasado, un punto de información para la prevención en el cruce entre las calles de Postas y de la Independencia.

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